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16 junio 2013

EL VERANO, EL CALOR, EL MATERIAL, LA COMPETICIÓN...

Me gusta competir en verano. Incluso hacerlo cuando el calor ya se va convirtiendo en un problema. Pensaba en ello cuando me dirigía al coche al terminar la prueba de Fondo de El Valle de Lecrín, bajo un sol inmisericorde ya a las 11 de la mañana.  A pesar de que no soy un corredor que rinda bien con el color. Rindo mejor con lluvia y frío. Pero, tal vez, por eso  me motiva correr con calor. En plan retador. Por esa asignatura pendiente que supone.
Dicho esto, tengo que decir que el verano es una época en la que entreno bastante. Los días son largos y hay tiempo. Por tanto, en bastantes ocasiones, el calor me ha cogido corriendo a más del las 12 del mediodía, cuando el sol deja de ser amigo para convertirse en un verdugo; o a las 7 de la tarde, horario en el que el astro rey sigue teniendo casi la misma mala leche que a las 12. 


Y es que correr por esos caminos secos, esos pedregales entre olivos en los que tan sólo se escuchan las chicharras, por ese asfalto en el que el calor hace aguas y uno cree ver lagunas, es motivador (el otro día vi mi primera culebra atropellada en la orilla de una carretera). Lógicamente, hay que tomar medidas para no llegar al colapso físico. Y nada mejor que llevar buen material técnico. El mejor, si el bolsillo lo permite. Correr con una gorra técnica -poseo tres-; no correr jamás con el torso desnudo como a tanto insensato veo hacer cuando entreno en estas fechas. Hay que ir provisto de una buena camiseta técnica tipo 'Dry', que tenga la capacidad de despedir el sudor y al mismo tiempo evitar que los rayos del sol penetren a través de ella en la piel. Siempre es preferible correr con camiseta de manga corta, pero si se opta por la de competición -tirantes- más vale llevar una buena protección solar con un buen factor de protección, que dependerá mucho de la piel. Pero de todo, lo más fundamental es la hidratación. Si corremos por una zona en la que sabemos con seguridad que hay agua potable, podremos programar nuestra ruta en función de esos puntos de agua; pero si no es así, nada mejor que portar hidratación. A mí me va bien con una correa de hidratación con dos depósitos. Uno de ellos suele ir repleto de bebida isotónica y el otro de agua y los dejo toda la noche en el congelador e intento calcular cuando es posible beberlos en ruta. En ocasiones, he calculado mal y no he podido beber hasta pasado un buen rato por estar el líquido congelado, por lo que no estaría mal sacarlos con tiempo suficiente del congelador.  
Son reglas básicas a las que se les puede añadir otras en función de los circuitos por los que entrenemos. Se pueden elegir unas zapas más transpirables e, incluso, un pañuelo para proteger el cuello tipo trail. Y si la ruta es larga, nada mejor que una mochila de hidratación tipo 'camelbak'. El problema de la hidratación estará superado si competimos ya que habrá suficientes puntos de avituallamiento y no dejarán que nos deshidratemos, lo que es muy relativo en esta fechas de crisis (recuerdo cómo en la prueba del Río Dílar de hace varios años la organización se olvidó de dar agua a la mayoría de los corredores y tuvieron que ser los vecinos residentes por los lugares de paso de la carrera los encargados de suministrarla. Se subía una fuerte pendiente en pleno julio). 

Nuevo recorrido
Pero volviendo a la prueba de El Valle de Lecrín, en Dúrcal, tras ese amplio paréntesis. 
Nos han cambiado el recorrido y ha resultado mucho más duro. Han eliminado esa segunda vuelta tortuosa por la vía de servicio y nos han derivado por un terreno más campestre, con carriles de tierra incluidos. 
Particularmente, a mí me ha gustado este recorrido. Al menos, me ha gustado más que el anterior. La distancia también ha aumentado un poco y todos los corredores hemos sufrido mucho más tanto por las rampas de esa última parte de la prueba como por el fuerte calor que ha caído sobre el Valle. Es algo que se apreciaba nítidamente en los rostros.
Por último, unas cuantas palabras sobre material. En pocos días me llegará algo novedoso que no he tenido hasta ahora, luego ¿será el principio de una hermosa amistad, como en la película Casablanca? Está por ver.  Que por experimentar y seguir avanzando no quede.   

26 mayo 2013

SOBRE EL 'CORRER MINIMALISTA' Y LA PRUEBA DE FONDO DE ÓRGIVA

En nuestro organismo existen fuerzas centrípetas que ejercen una presión de resistencia al cambio. Es algo natural. Ocurre en todo lo que tiene vida y movimiento. Y es alto el precio que hay pagar por ello. 
Desde el pasado miércoles se hizo evidente que mis gemelos y sóleos anunciaban un dolor que hasta el momento no tenía identificado. Un dolor que me acompañó a lo largo de toda la semana y que ya se comenzaba a barruntar desde la semana anterior.
En los 15 kilómetros de este pasado miércoles esa tendencia antitaloneo estuvo presente en todo momento y terminé con los gemelos muy cargados. En el entrenamiento en subida del pasado viernes esos dolores persistían, pero no tan agudos como se han evidenciado en la prueba de este domingo en Órgiva.
La cuestión -como expliqué- es que estoy intentando mejorar la técnica de carrera, básicamente, estoy intentando talonear lo menos posible. Y lo debo estar consiguiendo a tenor de esos dolores que explico.
Pero eso tiene sus riesgos y su precio. Si desde siempre hemos corrido de una manera concreta, cambiar a ciertas alturas se puede convertir en un problema. Sin embargo, voy a seguir persistiendo porque entiendo que es la mejor opción.
Hasta ahora el dolor había sido asumible. Antes del entrenamiento del viernes me aplique electroterapia en la zona dolorida y después de este entrenamiento me apliqué ultrasonidos y automasaje. Eso hizo que el dolor remitiera bastante, pero ha reaparecido en carrera con contundencia y sin avisar; ese dolor ha determinado toda mi participación en la larga y dura prueba de Órgiva. 

LOS SÍNTOMAS 

Había iniciado la prueba con la misma filosofía, intentando talonear lo menos posible y no había aún superado el kilómetro tercero, momento en el que las rampas comienzan a convertirse en severas, cuando una fuerte punzada parecía atravesar por dentro la zona del gemelo-sóleo de la pierna derecha. La izquierda no ha dado problemas para mi sorpresa.  Lógicamente, en este terreno la opción era propicia para impulsar la pisada desde la parte media del pie, pero me era totalmente imposible. No se trató de un dolor totalmente paralizante como ocurre con las microroturas fibrilares, pero casi. Lógicamente, lo primero que pasó por la cabeza es retirarme, algo que hubiera sido una opción siempre traumática pero no demasiado inoportuna en el kilómetro tres. Regresaría plácidamente a la salida y punto y final. Sin embargo, consideré que cambiando la forma de pisar el dolor podría remitir algo. Y así fue. Comencé ha descargar la tensión de la pisada en el talón de manera más directa y el dolor remitió de manera considerable y eso me permitió continuar. En ocasiones  volvía a aparecer y debía de revisar de nuevo la pisada. Eso se convierte en un sinvivir cuando sabes que quedan más de 15 kilómetros, muchos de ellos en subida. 
Si no taloneaba de forma contundente el dolor aparecía y si pisaba en terreno irregular -algo muy común en esta carretera de sierra en la que el trazado es irregular y no uniforme- también aparecía el dolor. En las rampas el dolor era más ostensible y la única forma que había de que éste decreciera un poco era bajando el ritmo. No podía subirlo ni tan siquiera en la bajada. Mucho mejor bajar el ritmo que no detenerme por completo, me dije. Sin duda, ha sido un suplicio correr en esta exigente prueba debiendo de estar pendiente en todo momento a cada pisada. Suerte que al menos hoy las sensaciones han sido muy buenas y el menor ritmo ha posibilitado llevar mejor amueblada la cabeza. No diré que no he sufrido, pero he sufrido poco. Obviamente, también ha ayudado que la climatología haya sido hoy la adecuada, principalmente en la bajada. No ha hecho el calor del año pasado ni por asomo, pero eso no ha impedido que haya habido varios desvanecimientos. Siempre ocurre en esta prueba. 

Esta prueba es bellísima y está muy bien organizada, pero es muy exigente 
Nada más acabar la competición -a una media de 4'47'' el mil- opté por dirigirme raudamente al coche para aplicarme líquido frío administrado en spray y, mientras escribo esto, pasadas unas horas, ambos gemelos -más el derecho- siguen fuertemente sobrecargados y el dolor persiste, pero celebro que no se trate de una enésima microrotura fibrilar. Con ésta no hubiera podido continuar en carrera. 
Lo que procede ahora, ya que se trata de sobrecarga, es enfriar la zona con crioterapia y descargar con electroterapia (si persiste el dolor mejor un programa 'tens') y ultrasonidos. Posteriormente, masajear la zona cuando el dolor remita y elongar lo máximo posible y en un último estadio, incluso, reforzarla, pero jamás cambiar la técnica de carrera que posibilite talonear lo menos posible. Progresivamente los gemelos y el sóleos irán asimilando el trabajo y desaparecerá el dolor.
He estado consultando algunos modelos -casi todas las marcas ya disponen de ellos- diseñados para el 'correr minimalista y natural', pero por lo pronto lo descarto. No considero que tenga el peso adecuado para experimentar con este tipo de zapas minimalistas, pero no hay impedimento técnico en adaptar ese correr mínimo con zapas más amortiguadas (las que normalmente utilizamos todos). Lo importantes está en la técnica y no tanto en la zapatilla, en mi opinión. 

14 abril 2013

XXIV PREMIO DE FONDO 'COMARCA DE ALHAMA' (14/4/2013)

Alhama de Granada, es un pueblo alto. Está a 895 metros sobre el nivel del mar; es decir, que es 157 metros más elevada que Granada. Y alta es su iglesia mayor, de estilo renacentista con decoración barroca, del siglo XVI. Pero aún así, la serpiente multicolor -que es un argot prestado del ciclismo- en que se han convertido las carreras populares, puede ver el tejado de esa iglesia. No me estoy refiriendo en estas primeras líneas a latitudes ni alturas, ni tampoco a monumentos, estoy intentando situar al lector -sobre todo al ajeno- sobre las fuertes subidas a las que se enfrenta el corredor en este histórico y vistoso pueblo del Temple granadino. 
Además, Alhama está lejos; a nadie le coge cerca. Es un pueblo estratégicamente situado por las distintas civilizaciones que lo han ido poblando y, aún hoy, en pleno siglo XXI, los accesos son malos. No me estoy refiriendo a su situación histórica y geográfica sino al importante esfuerzo que ha de hacer cada corredor para acudir allí, con independencia del rincón de Granada de donde proceda (o de la provincia de Málaga, porque a muchos de por allí he visto, ya que es tierra fronteriza con esta provincia; de otras provincias ya ni hablamos). 
Esfuerzo para acudir y esfuerzo para subir. Es el precio por enfriar esta pasión desenfrenada por correr y participar en pruebas de competición. 
Recuerdo que hubo años en los que acudíamos a Alhama unos muy pocos cientos, ahora son muchos los cientos. En esos años, se contemplaba un delgadísima línea que subía a paso continuo por esas rampas; ahora es una serpiente multicolor, como antes decía. Es la victoria del cuerpo sobre la materia; el ejercicio versus colesterol; el triunfo de las masas sobre la minoría. No obstante, jamás he visto tanta gente andando por esas rampas. Es lo que tiene: el deporte popular llega a todos -debe llegar a todos-, pero también se paga.

Y yo también he vuelto. Siempre vuelvo en esta carrera.
La cosa viene funcionando más o menos así: corro la primera de Armilla, me lesiono y ya no vuelvo hasta Alhama. Es un estricto código que últimamente está llevando a cabo mi organismo, que ya no suele volver a llamar la atención hasta comienzos del siguiente año. Si así lo quiere él, así lo admito yo. 
Pero reconozco que correr con prevención tiene sus ventajas. Te pones en el furgón de cola y no te preocupas de nada más que de seguir la estela de la serpiente. Si tus piernas te lo piden, las estiras y las alzas más; si no te lo piden te dejas llevar. Así de fácil.
Ese correr con prevención te impide sufrir menos también, porque en dos meses de parón se gana en prevención pero no se pierde mucha forma anaeróbica. Y no niego que así da gusto correr. Sufres lo justo; y lo justo es sufrir poco cuando estás recién recuperado. 
Además, es la mejor forma de reconciliarte con la carretera y con las pruebas populares. La mejor forma de saborear el suave elixir del deporte popular. Poder decir cuando has acabado tu prueba: he estado ahí y he disfrutado. La mejor forma de encontrar las sensaciones y las ganas para la próxima. 
Por cierto, feliz ocurrencia de ofrecer una camiseta técnica (excelente, por cierto). Si no me equivoco es la primera ocasión en que se desechan aquellas ásperas camisetas de algodón. Lo siento por el polvo de los muebles.

ACTUALIZACIÓN

http://paper.li/donzurreon/1355067670#!sports

04 febrero 2013

XXV PRUEBA DE FONDO 'LA INDUSTRIAL DE ARMILLA' (3/02/2013)

La noche anterior no tenía claro si tenía ganas o no de correr en Armilla. Pocas veces corro la primera carrera, el frío es intenso en estos días, no me apetece madrugar para correr, un amigo que se llama Cecilio con el que habíamos celebrado su santo días antes y, para colmo, mis piernas llevan pocos kilómetros en enero, a pesar de que estoy 'trabajando' con buenos ritmos personales.  
Así que cuando a eso de las dos de madrugada, acababa de ver -como un ritual más que tengo cada año- 'Atrapado en el tiempo', con la historia de la marmota y tal, me fui a la cama con la duda más que razonable sobre si levantarme, 'viajar' con el coche cuatro o cinco kilómetros y sumergirme en ese río multicolor de corredores en que se esta´convirtiendo cada año el Circuito de Diputación. Acudieron alrededor de 1400. Qué locura. 
Si, tradicionalmente, la primera prueba está muy poblada de gente, no era de extrañar que esta prueba batiera todos récords, cientos de corredores y corredoras animados por la cercanía, los pocos kilómetros y la necesidad de hacer algún deporte que, no siendo especialmente gravoso en cuanto a la economía, te ofrezca múltiples satisfacciones, que falta hacer vista la situación del país y el irrealismo de su clase política. 
Pero resulta que para mi sorpresa a las nueve de la mañana estaba más que descansado -me valen seis horas de sueño- y ese domingo tenía que correr unos diez kilómetros, tras los quince que hice el sábado contra el viento a una media de 4`52`` el mil. 
Y a Armilla me fui. 
Un recorrido feo, feísimo; y una mañana destemplada. Curiosamente provista de un sol claro y diáfano, pero la nulidad de nubes en el cielo dejaban traspasar un finísimo y gélido frío del norte que cortaba como cuchillas, el mismo que ya me abofeteó en mi entrenamiento del sábado por la desierta y gélida Vega de Pinos Puente. 
Imaginaba que no habría diez kilómetros -nunca los hay-, pero no sospechaba que ni tan siquiera llegara el recorrido a nueve. 
Cuando al enfilar la estrecha calle, un poco picada, se apreciaba el globo de 'Cruzcampo', miré el GPS y apenas habíamos corrido ocho kilómetros y unos cuantos cientos de metros más. Imaginé con buen criterio que la organización nos derivaría por algunas calles para, de esa forma, cumplimentar los nueve kilómetros y setecientos u ochocientos metros que calculaba habría, pero muchos corredores que iban a mi paso y yo al de ellos, comenzaron a apretar, que es lo que hace mucha gente cuando ve la meta porque ésta da alas, como esa bebida energética; yo preferí mantenerme en mi rito de 4'15'', que marcaba el GPS en ese momento, para intentar guardar fuerzas en el último kilómetro, pero el último kilómetro era ese. 
Cuando menos lo esperé me di casi de bruces con la meta, mientras pensaba que la organización no ha tenido ni tan siquiera la decencia de completar no ya los diez kilómetros, sino los nueve. 
La organización por SMS entiende que mi ritmo ha sido de 4'09 el mil, pero me fió más de la realidad descrita por mi GPS: 4'19'', mucho más coherente con mi actuación en la primera prueba del Circuito. 
Lo importante: 1. Haber acertado por acudir a la cita; 2. Sentirme bastante cómodo corriendo a ese ritmo, un pelín más bajo que el fijado en la Media Maratón de Córdoba, en el pasado mes de noviembre.  


ARMILLA, EL PUEBLO QUE SE SIGUE DISPUTÁNDOSE UN ALCALDE 

25 noviembre 2012

28ª MEDIA MARATÓN DE CÓRDOBA (25/11/2012)

 CÓRDOBA, LEJANA Y SOLA


Córdoba siempre vale una visita; aunque esté lejana y sola como cantó nuestro poeta de Fuentevaqueros. Y su Media Maratón merece ser corrida por muchos motivos: buen terreno, buena organización, uno de los eventos más importantes de la ciudad califal.... 
Además, esa soledad de Córdoba ya se ve muy aliviada por su muy completa red de comunicaciones. Por tanto, poco o nada impide ir a Córdoba, visitar su impresionante judería, contemplar su impresionante Mezquita y puente romano, comer su salmorejo y su rabo de toro y contemplar cómo el Gualdaquivir sigue siendo el mismo río que penetró en la cultura de romanos, judíos, árabes y cristianos. Porque todo eso es Córdoba. Una ciudad que en el S. IX ya fue considerada como una de las de mayor esplendor y población del mundo conocido. 
Cuna de Séneca, Averroes y Maimónides y capital del Imperio Omeya  de occidente -Al-Andalus-, que tanta impronta dejó en la Historia de España. Una civilización ésta capaz de construir y destruir con la misma grandeza (una metáfora de ello es el esplendor y la decadencia de Medina Azahara a las afueras de la ciudad). 
Motivos no faltan para pasar unos días en Córdoba. Y siendo corredores como somos, ¿qué motivo importante podría impedir correr en la, tal vez, más tumultuosa media maratón de Andalucía. 

UNA MEDIA TUMULTUOSA 

Tres mil quinientos cuarenta y nueve corredores llegados a meta de los cuatro mil inscritos. Una pléyade de zapatillas que impedían en los primeros kilómetros ver el asfalto. Si el correr está de moda, correr la Media de Córdoba ser convierte en una filia.         
Todos sabemos que supone cierto inconveniente para todos correr los primeros kilómetros con tanta gente, pero se queda solapado si de lo que se trata es que cada vez más gente corra y aleje a la sociedad de sus mayores males. Está claro que el correr en sí no soluciona nada, pero no me cabe ninguna duda que muchas cosas irían mejor si el correr formara parte de nuestras agendas. Y así lo debe de entender cada día más gente de todas las edades y condiciones.  
Pensaba en ello, mientras aguardaba el pistoletazo de salida intentando evitar ser pisado lo menos posible por esos molestos corredores que intentan  a toda costa ganar unos puestos en la línea de salida, que es una labor casi imposible en carreras como ésta. Aguardas allí enlatado aguardando con anhelo que se disponga la salida y a partir de ahí intentar buscar un lugar cómodo para correr.
Pero eso era imposible en los primeros cuatro o cinco kilómetros. Pero gracias a que las avenidas en Córdoba son amplias, la diáspora cada vez se alarga más y ya se va poniendo más fácil correr. 

MI CONCURSO

Y con esa cada vez más fácil desconcentración, observo que pronto comienzo a fijar mi ritmo. Lógicamente llevo unas previsiones, pero no hay certeza de que éstas se puedan cumplir. 
Por lo pronto, observo que me encuentro bien de respiración y fuerza; y que la climatología es excelente para correr. No hace frío ni tampoco calor; no hay una brizna de aire y la lluvia no va a aparecer según todos los partes meteorológicos; luego, con esas premisas los kilómetros pasan rápidos a un ritmo medio de 4'17''-18'' el mil; y eso gracias a que algunos kilómetros posteriores al uno los fijo prácticamente en tiempos de serie, lo que hace que esa media inicial absorba la lentitud del primero en el que es imposible correr por debajo de 4'45'' si no quieres ir arrollando a corredores o que seas tu mismo el arrollado. 
La media de 4'17''-18'' consigo llevarla hasta el kilómetro trece, inclusive, pero observo que desde ese mismo kilómetro hasta el quince la frescura va evaporándose de mis piernas y me cuesta algo más respirar. Comprendo entonces que no pasa nada si la media kilométrica se sitúa en el 4'19'' o 4'20''; es más, casi lo prefiero, porque uno a estas alturas sabe que el buen o mal tiempo en una media te la juegas a partir de esos kilómetros. 
Sin embargo, observo que al llegar al dieciséis el Forer se eleva a los 4'21'' de media. No esperaba ese mal resultado, pero no había otra opción. Ya no llevaba una frescura intacta y los noventa minutos ya se habían ido para siempre, a pesar de que llegué a acariciarlos antes de llegar al trece. No obstante, sabía que sólo una catástrofe podría hacer que acabara en los noventa y cinco minutos. Para hacer ese tiempo, no hubiera sido necesario que te esforzaras tanto en los trece primeros kilómetros, me dije.
Pero ocurre que las pruebas de competición cambian de aspecto en breves minutos. Desde que te derrumbes físicamente en los últimos kilómetros hasta que aparezca algún dolor o lesión sobrevenida. Esa idea pasó como un fantasma por mi mente, pero al comprobar que llegaba al diecisiete con opciones claras de los noventa y dos o noventa y tres minutos, comencé a contemplar Córdoba con otro color. Además, el terreno en esos puntos kilométricos era muy bueno. Así que tan sólo se trataba de apretar los puños, alzar el mentón, subir las piernas y dejar que éstas te acercaran a las instalaciones deportivas de 'El Fontanar', a pesar de que el Forer ya se había ido a los 4'22'' el mil. Ahora lo que importaba a esas alturas no era ya bajar la media sino mantenerla. Y así fue hasta la llegada a meta. 
De esa manera -con tiempo oficial de 1 hora 32 minutos y 19 minutos- se ha fraguado, en la ciudad califal, mi MMP. 
Nada más que añadir. Tan sólo enviar desde aquí saludos a los únicos conocidos y amigos que pude ver: Victor Bernier, que hubo de venirse de Nueva York sin poder correr su mítica Maratón y a mi compañero de club José María Suárez-Varela, que ha hecho una extraordinaria carrera.   Preveo que con esta media -que es la quinta, desde septiembre- cierro el programa que me planteé  hasta final de año, allá por el mes de septiembre. Pero la carne es siempre débil.    

Por José Antonio Flores Vera    

04 noviembre 2012

XXX MEDIA MARATÓN DE GRANADA (4/11/2012)

La MEMA de Granada nunca deja de sorprenderte. Te desarma, le da la vuelta a las expectativas y nunca, nunca descansa. 
No ocurre así con otras medias, mucho más predecibles por el terreno más uniforme o más predecible. Pero en Granada es distinto. Todo es distinto (y no sólo en el plano atlético). 
Conoces la ciudad, vives aquí, conoces las calles que vas a atravesar; algunas de ellas, incluso, las tienes cerca de tu domicilio y has entrenado por ellas, pero aún así, como si se tratara de una gitana de la Alcaicería, siempre te acaba engatusando a pesar de tus reticencias. 
Un engatusamiento que viene determinado por el olvido. Un no recordar que en esta prueba hay tramos que podrían romper el ritmo al mismo Gerbselessie. Y esos tramos están ahí, año tras año. 
¿Por qué, de qué manera se puede denominar a ese tramo que irrumpe entre el kilómetro 18 y 19; ¿o esos picados entre el 10 y medio  y casi el 14? Tramos que están ahí acechantes, a la espera de encontrar en el corredor la más mínima debilidad para atacarle. Y magnifico esto porque nadie en su sano juicio podría llamarles estos tramos cuestas en sí, como puedan ser las de la Avenida de Madrid o de Andalucía, en Jaén. Nada de eso. Por eso creo que esos tramos los pone ahí el demonio. 
El caso es que no hay nadie con quien hables y no te hable de ellos; y un servidor que ya ha corrido -creo- seis ediciones de esta prueba tampoco acierta a interpretarlos. Dirá el corredor que no haya corrido esta prueba que exagero -y es posible que también lo diga quien la haya corrido-, pero no, no exagero. 
Ocurre que en la MEMA de Granada no hay terreno que ayude. Me explico. Por ejemplo, en Jaén hay duras rampas, pero hay también terreno que ayuda. En cambio, en Granada, por su morfología, ubicada en la Vega pero ya insinuando los picos más altos de la península, cualquier calle tiene nostalgia de altura, aunque eso, en apariencia, no se nota. Pero sí se nota. No, no es una media fácil. 
'Hasta la calle Arabial (que pasa por ser una calle llana) está picada' me decía mi buen amigo Bootello antes de la salida. Y es que como buen granadino y conocedor de esta ciudad, razón no le falta. 
Por ese motivo, es difícil hacer marca personal en Granada. Sí en otras medias, pero no en Granada, a pesar de que -qué duda cabe- algunos la han hecho. 

Foto debida a Paqui
Como es mi caso. Hice MMP en 2011, pero no se ha revalidado en 2012, cuando en mis cálculos todo estaba previsto para que así fuera. Sin embargo, se me han ido seis segundos por kilómetro (4'30'' el mil en mi GPS) con respecto a 2011, algo que ya barruntaba cuando en el  kilómetro 10 pasaba en 44 minutos, con muchos problemas de fuerza. Y si eso es así en el 10, la situación lógicamente tendría que ir a peor porque los kilómetros peores llegan a partir de ese punto kilométrico.  Y así fue. Sin fuerzas y enfrentado a lo peor de la carrera. Correr así es un infierno. Pero lo peor son las malas sensaciones, ese pasar calles  sin disfrutar un ápice, deseando que aquello acabe. 
Realmente, esa es la grandeza de correr. Si todo fuera más sencillo, si todo fuera más predecible, si todo fuera más calculable, se perdería lo imprevisible y con ello la ilusión y la sorpresa. 
¿Y qué decir de la MEMA de Granada cómo gran evento deportivo? No cabe duda que cada año va a más y así lo atestigua el cada vez mayor número de inscritos (muchos de fuera de Granada), algo que es bueno para la ciudad y para este deporte pero que también cuenta con sus inconvenientes. Por ejemplo, la salida. Una verdadera tortura, en la que algunos llegamos hasta perder alrededor de un minuto y medio -en función de donde estuvieras colocado-. Normalmente esto ocurre en todas las pruebas en las que participan tres mil corredores -ese era el límite de inscritos en Granada y se agotó-, pero también existen las medidas correctoras. Entre ellas, se demuestra como poco útil la señalización de tiempos previstos. Hoy en Granada esa señalización existía en la salida, pero me da la sensación que poca gente lo sabía (Emilio y yo nos sonreímos al vernos en la que indicaba 1 hora y 15 minutos); también está la opción de los globos que funciona bien en otras pruebas; y si nada de eso se usa, al menos habría que dar la opción de que el corredor conozca su marca personal, datos que arroja el chip, pero que como muy bien observó Roberto, es un servicio que hay que pagarlo. Lógicamente, lo más económico es siempre dar tiempos intermedios, que no son reales, a pesar de que ese asunto está prácticamente solucionado por el sofisticado servicio que prestan los GPS personales, cada vez más infalibles. Por tanto, mucho que hacer tiene pendiente el Ayuntamiento de Granada aún si quiere que su MEMA sea una de las más vistosas de Andalucía. 

En ocasiones la tecnología eléctrica hace malas pasadas (Foto debida a Paqui)













En otros aspectos organizativos nada que objetar. Bien el personal en los cruces y en los avituallamientos y enorme nivel de voluntariado que hacían que las colas  fueran más efímeras. También se ha ganado -al menos en glamour- trasladando la Feria del Corredor a un Centro Comercial ultramoderno recién abierto, hay que decirlo. 
Poco más que añadir, sino dar a todos la enhorabuena por haber concluido esta dura prueba y que la fuerza acompañe en ediciones futuras. 
En el apartado protocolario, mucha gente amiga y conocida -de la que alguna me olvidaré; pido disculpas-: Emilio, que ha hecho un magnífico tiempo en su primera media; a Mario, que ha ido desbocado hasta el kilómetro 10; a mi Álter, Jesús Lens, porque él sabe que se compite tal se entrena; a Roberto, para que pierda el miedo de esa lesión y a Paqui para que le convenza; a Bootello, que no ha tenido su mejor día pero que tendrá días de gloria sin duda; a los diversos compañeros de mi club, Caja Rural, con los que tuve la ocasión de charlar, cada cual con sus objetivos cumplidos o por cumplir; a 'Carlillos', que ha hecho su primera competición infantil y a su padre para que lo anime; y muy especialmente a mi 'compae' Paco, que se ha hecho con un 'palco' en Parque Almunia -el año que viene tiene que saltar a la arena-, que esperando ver al hombre de negro le sorprendió otro de rojo. 

28 octubre 2012

XVIII MEDIA MARATÓN 'CIUDAD DE JAÉN' (28/10/2012)

Cuando en la autovía A-44 el coche da una de las múltiples curvas entre Granada y Jaén, de pronto, una vez ya consumada la inquietante presencia de La Guardia, que es lugar antiquísimo, apreciado por toda civilización que se precie y presidida por su Castillo árabe, uno de los más antiguos de Al-Andalus, a escasos  kilómetros, pero mucho más resguardada y misteriosa se encuentra la ciudad de Jaén, tan resguardada y escondida, en la falda del Cerro de Santa Catalina, cuyo Castillo, ahora Parador Nacional -uno de los más formidables-, preside toda la vista del viajero, incluso casi dentro de la ciudad, en la altiplanicie de sus calles. Tan resguardada está Jaén que probablemente sea una de las pocas -sino la única- capital de provincia por la que la autovía no pasa cerca de sus bordes. 
Y allí tocaba correr en esta mañana de domingo, el primero con la nueva hora y el primero con menos de diez grados de temperatura. Todo preferible que aquel domingo perruno de hace dos años, en el que la poca gente que estaba en la calle nos miraba a los corredores como bichos raros. Y razón no les faltaba. 
Pero hoy la climatología ha sido muy otra. Frío, sí, pero muy asumible para quienes están dispuesto a correr 21.097 metros; o tal vez algo más de 10.000, por lo de la prueba saludable, hermana menor de esta buena Media Maratón. 
Tuve muy claro desde que comenzó el año que iba a correr la Media de Jaén porque la de hace dos años me dejó buen sabor de boca, a pesar de las dificultades orográficas que esta prueba conlleva. Y es que las calles de Jaén son así, como toda ciudad que cuenta con un trazado urbano al pie de un cerro. Lo tomas o lo dejas. Y lo tomé, de muy buena gana. 
La Media Maratón de Jaén no es pequeña ni grande. Probablemente la más modesta en participación de las que se celebran en la mayoría de las capitales de provincia de Andalucía a pesar de su veteranía, muy ajustada a la ciudad y su proyección. Por tanto, mucha coherencia interna. Crecer, tal vez, no sea la perspectiva de sus organizadores y mucho menos con los tiempos que corren.  
De hecho, no es esa la sensación que transmiten éstos, sus organizadores, cuando compruebas que a pesar de la buena presencia de Policía Local, no existe apenas voluntariado, que no sea el apostado en los bien servidos avituallamientos. Ni tan siquiera Protección Civil en los muchos cruces de calles y plazas, por no hablar del nulo o escaso acotamiento de acerado y lugares peatonales, que hacían que los corredores recortáramos ahorrando metros. No en mi caso en la mayoría de ellos. No por nada sino porque jamás me ha parecido buena idea correr por las aceras. Ese subir y bajar de los bordillos y la extrema dureza de las losas de las mismas siempre me han transmitido muy malas sensaciones. Ese es uno de los motivos por los que no suelo habitualmente correr por la ciudad. Y, a tenor, de lo que marcaba mi Forer, poco he debido andar por las aceras, ya que la longitud calculada por el aparato ha sido de 21.140 metros. La oficial de 21.097 estaba certificada por la Federación Andaluza de Atletismo. Así que quien haya corrido menos de esa distancia ha de admitir que ha pisado demasiadas aceras, supongo. 
Pero centrémonos en la prueba y en mi concurso si me permitís. 
La Media de Jaén tiene fama de ser una media dura, hecha para no hacer tiempos. Y es cierto porque cuenta con subidas que, al tratarse de un circuito de dos vueltas, hay que subir en dos ocasiones. Sin embargo, en otros tramos es una carrera rápida. Podría tratarse de la clásica rompepiernas ya que el corredor se encuentra de pronto por un terreno benigno -no digamos bajada, que apenas la hay, excepto en los últimos 700 metros- y al poco se da de bruces con la subida de la Avenida de Madrid o la de Andalucía, ambas con tramos no demasiado largos, pero sí complicados, circunstancia ésta que hace perder ritmo al corredor, que luego ha de recuperarse y tal. Y no siempre la recuperación es rápida ni exitosa. De ahí la complicación de esta prueba que, además, tiene mucho de psicológico porque saber que tendrás que volver a subir por los lugares que ya subiste en la primera vuelta, pero con el añadido de tener en las piernas muchos más kilómetros, puede hundir la moral de cualquiera a poco que se detenga a pensarlo un poco. 
Pero no hubo tiempo para pensar. Al menos en mi caso, porque infiel a mi promesa de la crónica precompetición, ni tan siquiera atisbé el ritmo que pensaba marcar, entre 4'45'' y 4'50'' el mil. Un ritmo para que me sirviera de entrenamiento y preparación para la Media de Granada del próximo domingo o algo así dije. Lógicamente, mentí como un bellaco, además de traicionarme. Me lo repetí a lo largo de toda la carrera, pero es que me sentía muy cómodo corriendo a un ritmo de entre 4'25'' y 4'31'' -que es la media final con la que acabé- a lo largo de toda la prueba, marcando algunos kilómetros de terreno benigno medias entre 4'01'' a 4'17''. Pero ocurre, sea dicho como descargo y torpe justificación de mi promesa, que cuando te sientes bien corriendo y no sufres en exceso -y eso lo sabemos todos los corredores- no  te detienes a pensar en promesas. 
Sí, me sentí cómodo, pero también sentí frío a lo largo de toda la prueba. El frío que no subió de los ocho grados; ni las cuestas, lograron meterme en calor, algo que no sé si ha sido común entre los casi setecientos corredores que acabaron la Media o sólo es apreciación mía. 
Por cierto, bonita camiseta técnica negra la entregada por la organización, con una bolsa mucho más pobre -es lógico- que aquella exuberante con la que nos deleitaron hace dos años.                           

14 octubre 2012

29ª MEDIA MARATHON INTERNACIONAL 'CIUDAD DE MOTRIL' (14/10/2012)



Una oleada naranja recorría las calles de Motril a partir del mediodía de este domingo. Una oleada que iba y venía a lo largo y ancho de la Avenida de Salobreña, que es donde se mostraba en su máxima expresión todo ese colorido de varios centenares de corredores y corredoras, una vez liquidada esta atractiva prueba que se ha dejado ver a partes desiguales por las calles de la ciudad y la enorme costa del núcleo más poblado de la provincia de Granada tras la capital, y que dejó hace tiempo de ser pueblo para convertirse en ciudad, como así lo atestiguan sus calles, sus edificios y su infraestructura en general, elementos que culminan tanto sus abiertas y amplias playas como su cada vez más floreciente puerto, a pesar de los políticos. Sin duda, Motril ha ganado mucho con la culminación decimonónica de la autovía que le une con Granada y con el resto de España, a pesar de que aún esté pendiente la del Mediterráneo, que recorre toda la costa mediterránea española a excepción -y eso les debería de dar vergüenza tanto a los políticos del PP y el PSOE, pero no la tienen- de la costa granadina. 
Una cita esperada para muchos, pero también temida, porque no es una prueba en la que los cronómetros se muestren livianos, causa que hay que justificar, tal vez, por sus dos últimos kilómetros, pero mucho más por el cansancio que aflora por la humedad de la costa. El primer justificante no es demasiado importante, pero acostumbrados a rodar durante toda la carrera por un escenario llano, duelen esos últimos metros de escasa pero perceptible subida hasta alcanzar la meta, la cual  se deja caer en los ultimísimos metros por una rara pendiente hasta alcanzar la meta en la amplia explanada en llano junto al pabellón cubierto. Sin embargo, sí es mucho más importante el segundo justificante: la humedad. Pero ésta no es siempre la misma. 
Particularmente, he rodado en Motril en bastantes ediciones y la humedad no siempre ha sido la misma. Lo he hecho a primeros de septiembre y en octubre, como en esta ocasión. En los primeros días de septiembre, cuando el calor aún tiene tintes agostales rodar en Motril durante 21 kilómetros puede ser terrible. De hecho, en más de una ocasión lo ha sido. Sin embargo, rodar en octubre no tanto. Por ejemplo, el día de hoy, en el que la climatología era agradable y el leve viento apenas molesto que, además, ha servido para ir secando ese excesivo sudor que provoca la humedad. 
Aún así, siempre es duro correr en Motril. Y lo es, básicamente, a partir del kilómetro 15. De ahí, que muchos corredores inexpertos en esta prueba o poco cautelosos lo pasen muy mal a partir de este kilómetro, cuando ya pareciera que se acaricia la llegada. De hecho, es muy habitual ver mucho sufrimiento -e incluso retiradas- en esos últimos kilómetros.
Igual me ocurrió a mí el año pasado: 15 kilómetros sin control y 6 últimos mortíferos. Sin embargo, tomé nota para este año. Aprendí la lección.
Por tanto, la idea era buscar la referencia del tiempo por kilómetro del año anterior e intentar no salirme de esa referencia a lo largo de los 21 kilómetros. Sabía que no estaba para más. Cumplí ese protocolo a la perfección, con el resultado de hacer el mismo tiempo, pero sufriendo infinitamente menos  a lo largo de todo el recorrido, pero sobre todo en los kilómetros finales, los cuales he podido superar este año, practicamente, al mismo ritmo que el resto. Incluso, a un ritmo mejor. Como prueba un dato: la diferencia de tiempo en el último kilómetro de un año a otro ha sido de 17 segundos a favor de este año y con mejores sensaciones. Por eso, antes de comenzar una prueba larga, es muy importante conocer nuestro estado de forma y en función del mismo, establecer una estrategia e intentar cumplirla, sin salirse del guión. 
No es una cuestión nada fácil porque suele ser habitual en los corredores que encontrándonos bien en el kilómetro 11, por ejemplo, no pensemos que aún quedan diez y, en consecuencia, aumentar nuestro ritmo. Pero eso se paga en media maratón si sabemos con antelación que no estamos para ritmos intermedios mayores. De ahí que, cuando mi buen amigo Rafa Bootello en ese kilómetro -en el 11- me rebasó e indicó que siguiera a su ritmo, decliné amablemente: 'quiero hacer varias medias antes de que acabe el año', le dije. 
Ésta ha sido la primera de esas varias medias programadas y tiempo habrá de aumentar ritmos si eso es posible (porque somos en mayor parte lo que entrenamos). Por lo pronto, ya ha habido una bajada muy sustancial desde Guadix -el pasado 16 de septiembre- a ésta. 
¿Se dará similar proporción en las siguientes? No tiene por qué. El pasado año, conseguí bajar de Motril a Granada, alrededor de 4 minutos en favor de Granada, pero este año podría ser al revés. Nunca se sabe. 
Nada más que decir. Tan sólo que la ciudad de Motril ha vuelto a estar a la altura en la organización de su Media Maratón, lo que contribuye a que se haya convertido ya en la doce mejor de Andalucía. Seguirá subiendo escaños porque no todas cuentan con esa excelente organización, buena bolsa de corredor y presencia de atletas africanos de élite, que siempre hacen otra  carrera distinta a la nuestra; incluso, a la de los mejores de nuestro circuito provincial.          

16 septiembre 2012

XVII PRUEBA DE FONDO DE GUADIX (V MEDIA MARATÓN DEL MELOCOTÓN) 16/3/2012

Dicen que la cara es la imagen del alma. Sí, en este caso, es cierto.
Al poco de acabar, casi dramáticamente, la edición de 2012 de la Media Maratón del Melocotón, escuché una voz a mis espaldas 'no puedes ni con la bolsa'.  Era Francis Tovar, que razón no le faltaba. No podía ni con la bolsa. Ni, apenas, podía hablar, como pudo comprobar mi buen amigo Rafa Bootello, al que apenas le pude contestar cuando me saludó (disculpas, Rafa). La razón: un eventual corte de digestión muy malvado allá por el kilómetro 14 de carrera, que me dejó totalmente sin energía. Definitivamente: no es compatible el lechazo de Aranda de Duero y la Media de Guadix, si al menos no se deja un par de días de por medio. Y eso le vine a decir a mi Alter, cuando le rebasaba a duras penas sobre el kilómetro 11 de la prueba, a la altura de Purullena. 
Lo que sigo sin comprender es cómo he podido hacer siete kilómetros (los más duros de la prueba, en mi opinión) en estas condiciones. Debe ser el oficio, la voluntad, constancia, o una mezcla de todo. 
La decisión sabia, como bien dijo Francis, hubiera sido no correr esta prueba en estas condiciones, sin entrenar durante bastantes días y dejando el cuerpo y el alma al socaire del ocio que todas los viajes de placer conllevan. 
Pero era necesario correr porque este año no me he incorporado por lesión hasta la prueba de Alhama. Y el propósito es hacer las diez pruebas de rigor, como nos aconseja el club y la conciencia. Lo negativo es que esta prueba siempre coincida en los mismos argumentos, año tras año: vuelta de vacaciones y a los pocos días -sino al siguiente- la prueba. 
Porque la prueba de Guadix, la Media Maratón del Melocotón, es dura como pocas. Por lo general, los trazados de una Media Maratón en ruta suelen ser más benignos, pero ocurre que en Guadix se hace esta prueba como herencia de la antigua prueba de fondo, y el recorrido viene a ser el mismo. Un recorrido muy roto porque el terreno es así en esta zona de Granada. Además, ha hecho calor. Mucha calor, quizá, para las fechas en las que estamos. Hasta en pleno agosto hubo, probablemente, días más benignos. 
Por tanto, toda esa conjunción de circunstancias han convertido en lo personal a esta Media Maratón en, tal vez, la que mayor sufrimiento me ha insuflado, a excepción de la primera, aquella Media de Granada que hice en octubre de 2006, pero era otra historia. 

No obstante, la pretensión era correrla, acabarla, sin ningún tipo de consulta al cronómetro, que era lo de menos. Correrla en torno a los 5' el kilómetro, por lo que el objetivo está conseguido, que es lo que importa. Ya habrá tiempo, a partir de ahora, de preparar el cuerpo y la mente para las pruebas que nos esperan, porque el último trimestre del año siempre viene cargado de ellas, principalmente, los meses de octubre y noviembre. 
Un consejo -al que no soy dado a dar-: no hagáis esta prueba si pocos días antes antes habéis comido lechazo de Aranda o habéis descuidado durante una temporada el cuerpo y el alma (de corredor). 

16 julio 2012

MÁS DATOS SOBRE EL ENIGMA MIURA

Me preguntaba inquieto en la anterior entrada acerca del enigma de ese "miura" que parecía dispuesto a empitonarme, como si de un encierro de un día de S. Fermín se tratara, tal y como acertó a comentar mi amigo Paco. Pero el enigma se resolvió a media mañana porque el verbo se hizo carne y apareció el susodicho, que no era otro que nuestro buen amigo Rafa Bootello, al que adelanté casi cadáver en la subida a Dílar pero, como una suerte de "Ave Fénix" resurgió de sus cenizas y se lanzó a tumba abierta por esa larga y calurosa carretera que nos conduciría a Otura, mientras que yo -con fuerzas he de reconocer-, no gustándome en demasía las bajadas y teniendo tendencia a frenarme en ellas, me dediqué a disfrutar de las buenas sensaciones de la subida y a contemplar las amapolas ya casi secas del arcén de la carretera, totalmente ajeno a lo que se estaba fraguando detrás de mí; ausente a ese resoplido tauromaquio que surgía de un excelente y abnegado corredor, el cual me pasó -como ya adelantaba en la entrada anterior- unos metros antes de la meta como alma que huye del diablo, como una especie de ciclón humano que sólo había contemplado en algunas películas de cómics de superhéroes; como una especie de minero asturiano ante la oposición de las fuerzas antidisturbios; como una fiera salvaje que pareciera acabará de abrírsele su jaula y no quisiera ni perder un segundo para recuperar su libertad. 
Rafa Bootello. Un gran tipo, siempre dispuesto a entablar una conversación amena de cualquier asunto o crítica con el poder establecido. Granadino  de raza del Zaidín, granadinista hasta la médula, en proporción similar a su vocación de corredor. Presente en todas las pruebas de fondo y ajado en maratones y subidas al Veleta. Estoy convencido que si a algún aficionado a esto del correr hubiera que darle el título de la profesionalidad y la dedicación, el candidato principal sería Rafa Bootello. 
Pero volviendo a su grandiosa entrada en la meta de Otura. Pruebas gráficas hay del estupor que causó su puesta en escena en meta, su energía, su decisión, su sprint final, algo que ya se barruntaba en las fotos anteriores, gentilmente hechas por Paqui. Pero qué mejor unas imágenes que mil palabras. Vean, vean: 

Rafa Bootello, acaba de rebasarme unos metros antes de llegar a meta. Obsérvese el estupor del corredor de la izquierda y mi asombro propio, tratando de interpretar qué ha sido eso que me ha superado como un rayo. Al final, en el margen derecho del marcador, si se observa con atención, se aprecia, igualmente el estupor de dos espectadores, atentos a la evolución de ese fenómeno sobrenatural que está sucediéndose en la meta.   



Pasados esos segundos de estupor, temor y duda ante el fenómeno acaecido, logro recomponerme y  al comprender de que se trata de Rafa Bootello  no puedo más que sonreír y admirar su últimos kilómetros de esta dura y correosa prueba ¿De dónde habrá sacado las fuerzas?, creo recordar que me pregunté.  


  

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...