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18 agosto 2022

HABLADME DE OTROS MUNDOS. POEMARIO. PRÓXIMA PUBLICACIÓN EN OTOÑO

 





Aunque estemos por aquí muy pocos, siendo la poesía también minoritaria me complazco en mostraros la que será la portada, contraportada y solapas del primer poemario que publicaré y que me acaba de remitir la editorial, cuyo título tras muchas opciones, que incluso pregunté por aquí hace algún tiempo, será Habladme de otros mundos. En otra entrada daré más detalles sobre su contenido y algunos otros detalles más.

23 abril 2021

10 enero 2021

LIBROS: PATRIA (ESPAÑA, 2016)




El hecho cierto que «Patria», la novela del escritor vasco Fernando Aramburu, haya sido, no solo un éxito editorial, sino un fenómeno sociológico de lectura tanto en España como fuera de nuestras fronteras, pero sobre todo en España, hace que este lector habitual tuviera sus más que serias dudas para hincarle el diente. Me animaron algo algunas de la críticas literarias serias que leí y la opinión de un amigo de la infancia, muy lector y buen juzgador literario (de hecho, él leyó e hizo sugerencias y propuso correcciones de mi novela «Equis quería correr» antes de lanzarla a la aventura editorial en Amazon). Así que ya decidido, un buen día di un largo paseo de nueve kilómetros (ida y vuelta) desde mi domicilio a la librería Picasso de Granada, aprovechando que era un buen momento para pasear y reflexionar tras el periodo de confinamiento debido al Covid19; porque hacía una buena tarde de sábado, silente y nublada; porque era necesario apoyar a las librerías, grandes damnificadas del periodo pandémico; y porque yo estaba lesionado y necesitaba andar al no poder correr. Había muchos porqués, así que me lancé a la calle y compré el libro del que ahora comento y «La larga marcha», de Rafael Chirbes, uno de los escritores de referencia que tengo. Estaba por entonces leyendo «Alegría», del que comenté hace poco aquí y acabando el proceso de edición de mi último libro de relatos y microrrelatos «Pérdida y olvido»; así que cuando acabé el libro de Manuel Vilas y terminé el proceso de edición de mi libro, ya colgado en Amazon, comencé a leer «Patria», con la premisa siempre en mente de que se trataba de una novela de 646 (la edición de bolsillo de Tusquet) y que si era un fiasco debía de no perder demasiado tiempo y dejarla porque, además, siempre me han surgido dudas de los libros que son leídos de manera masificada.
   Pero tanto la vida como la literatura no cesan de dar sorpresas y a medida que leía (qué digo, devoraba) la literatura ágil de Fernando Aramburu no paraba de exclamar mentalmente que se trataba de un escritor valiente y ajeno a modas y cuestiones políticamente correctas. Y no me refiero a la temática que trata el libro, ya sobradamente conocida por todo el mundo y en la que no voy a entrar apenas, sino tan solo para decir con voz clara que las únicas víctimas reales son las que pierden la vida; me refiero a la técnica del veterano escritor, ya totalmente consolidado como tal, pero no demasiado conocido por el gran público (ahora lo es tanto como Ken Follett). Una técnica arriesgada, de esas que vuelve loco a un corrector estrecho de miras y con mirada fija en el bien construido edificio de la RAE, porque Aramburu es todo un valiente a la hora de establecer su lenguaje literario, tanto en el sentido narrativo en primera, segunda o tercera persona, que mezcla sin aviso y sin piedad, como en los cuantiosos y riquísimos diálogos de los protagonistas.        Dígamos que ha conseguido lo que pocos autores consiguen: meter en su mente y en su capacidad literaria todo el espectro de personajes, que son abundantes, y situaciones que también lo son de esta magna novela que, sin embargo, en mi más que humilde y desautorizada opinión no es perfecta, como casi ninguna porque no todos los días no se escribe un «Cien años de soledad» o una saga como «En busca del tiempo perdido». Pero se trata de una gran novela que lejos de quedarse en el asunto social y político del problema vasco que teñió muchas calles de sangre en los ochenta y los noventa, principalmente, ahonda en un ejercicio literario para mí desconocido hasta el momento, yo que soy tan dado a descubrir y emocionarme como buen letraherido con nuevos estilos literarios alejados a lo convencional. 
   A medida que leía me preguntaba por qué ha gustado esta novela a tantos lectores. La respuesta aún no la sé, aunque sí sé que no todo el mundo ha reparado en lo que yo he reparado, tal vez, por mi faceta de juntar letras en mi tiempo libre. Entiendo que la mayoría ha visto, como yo también he visto, una trama ágil y enganchadora, con perfil sicológico muy acertado de cada uno de los personajes, sobre todo de los esenciales. Quienes conozcan el país vasco, estarán conmigo que esos personajes esenciales destilan un carácter vasco hasta la médula y que la vida social y política en este país nos ha sido transmitida por Fernando Aramburu de manera brillantísima.  Y quizá sea ese elemento el que ha hecho que esta novela triunfe de la manera que ha triunfado. Ahora bien, no todo es perfecto en ella. Vislumbré que el autor ya estaba agotado (¡son 646 palabras, Dios¡) y que tal vez por eso el final no es el que yo hubiera preferido. No me refiero ya al que yo hubiera preferido en coherencia con la trama, sino al que yo hubiera preferido desde el punto de vista literario. No hubiera venido nada mal que se eliminara alguno que otro de los 125 minicapítulos y con ese material haber desarrollado más (literariamente) ese final. Aún así, ponerle pegas a una obra monumental, valiente, bien escrita y con un estilo literario únicos, sería de cretinos. 
   Por tanto, mi aprobación más que decidida a favor de la lectura de esta peculiar novela porque serán muchísimas horas de placer las que el lector se echará a la buchaca. 



13 agosto 2020

DOS LECTURAS ANTAGÓNICAS QUE SE LLEVAN BIEN

Leo actualmente dos libros, en principio antagónicos, pero que se leen alternativamente bien al tratarse de dos géneros distintos que nada discuten entre sí: Armas, gérmenes y acero: Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años, del norteamericano Jared Diamond y Viaje a Portugal, de José Saramago. Y con las dos lecturas disfruto desde puntos de vista distintos. 

 
 

El primero, se trata de un ensayo largo y denso, pero muy ameno, una investigación prolongada de su autor a lo largo de y ancho de nuestro planeta que intenta demostrar por qué somos lo que somos en la actualidad, de dónde viene la riqueza de algunos países y la pobreza de otros y, en definitiva, el reparto del poder en el mundo, entre otras muchas más explicaciones que siempre dejan en el lector una sed calmada de saber. Es un libro fundamental para entender muchas cosas de nuestro mundo y, quizás, por ello obtuvo uno de los premios internacionales más prestigioso, el Putlizer. 
    
Viaje a Portugal

El segundo, es un libro de viajes, literatura de viajes en estado puro, escrito un literato aclamado internacionalmente hasta el punto de obtener en 2004 el Premio Nobel de Literatura. Nada hay que descubrir de José Saramago a estas alturas y lo sabe cualquier que haya leído alguno de sus libros, principalmente, novelas, pero servidor sí está descubriendo en él un género que no conocía y que tanto aprecio como es la literatura de viajes. Sumergirse en las páginas de su andanza a lo largo y ancho de su país, Portugal, conociendo el lector muchos de esos lugares o comarcas que cita, es toda una delicia veraniega que se saborea con delectación, sobre todo para quienes, desde hace tiempo, el estilo literario del escritor portugués afincado en España, ya desaparecido, nos conmovió desde que leímos su primera obra, en mi caso, como en la de muchos, su claustrofóbico Ensayo sobre la ceguera. 
    ¿Aconsejo ambos libros? Queda claro por las palabras que aquí escribo que sí: encarecidamente. Son muchas horas de lectura, porque ambos son voluminosos, pero a cambio, el lector obtendrá un placer  y quién sabe si también una visión del mundo más rica y compleja. 


09 noviembre 2018

LIBRO: LOS MEJORES POEMAS DEL XXV PREMIOS DE POESÍA DE TARIFA


Hoy al llegar a casa, me encontré en el buzón este pequeño y precioso libro que recoge los mejores poemas de los XXV Premios de Poesía Luz, convocado por el Ayuntamiento de Tarifa y editado por la editorial ImagenTa. Un buzón, que debido a la irrupción del mundo digital, ha quedado para poco más que para facturas y publicidad buzoneada, pero que aún guarda un rincón de sueños con correspondencia propia de otra época no tan lejana. 
La pequeña historia de mi relación con este concurso poético es peculiar, entre otras cosas, porque yo no soy poeta, o al menos, no me considero tal, sino una persona que le gusta escribir sobre casi todo y en ese todo se encuentra la poesía, que la concibo como un mundo de imágenes, síbmolos y palabras. El caso es que un buen día, acabado mi poemario, Me iré con el primer viento, deseché varios poemas. Todos sabemos que los concursos solicitan poemas inéditos, no publicados. Por tanto, si el libro iba a ser publicado (aún está en esa fase de espera o duda o ambas cosas), esos poemas ya no podrían presentarse a concurso alguno. Pero, como digo, había desechado algunos. Tal vez, los que me gustaban menos, los que consideraba menos trabajados y, sobre todo, todos esos temáticos que podrían ver la luz algún día en otro poemario, insisto, temático, como es el caso de los poemas relacionados con correr.
No soy dado a presentar cosas a concurso, pero un día vi anunciado este de Tarifa, sobre el que leí que era prestigioso a nivel nacional, por lo que alcanzaba un elevado número de participantes, algo que se corrobora en la contraportada del libro que he recibido. Así que me dije: no tengo nada que perder. Y envíe un poema corto (a vuelapluma creo que es el más corto de los seleccionados en el libro), uno de los que no consideraba demasiado trabajado, la verdad. Su título: Tiempo dormido. Pasaron los meses y olvidé el concurso. Está claro que si no se ponen en contacto contigo es porque no has ganado o, ni tan siquiera, te han seleccionado en la antología a publicar, que se anunciaba en las bases del concurso. Por tanto, como digo, pasó al olvido, hasta el punto que he tenido que 'tirar' de memoria para recordar por qué venía un poema mío en este libro. Han sido unos segundos de zozobra, sí, y confusos. No me habían notificado nada con antelación, he ahí el motivo de la confusión. 
Tras leer los dos poemas ganadores (muy buenos ambos, sobre todo el segundo premio) y otros a salto mata (los leeré todos, claro está), he comprendido que el nivel es enorme, que no se trata del clásico panfleto en el que pretendidos poetas garabatean unos versos, nada de eso. Puedo decir que yo, que no soy dado a sorprenderme fácilmente por lo que escriben otros y menos en poesía, he quedado gratamente sorprendido.
En fin, que no me enrollo más y os remito a las fotos del libro y de mi poema por si queréis echar un vistazo.
Estoy contento, sí, porque a veces llegan cartas...  

08 junio 2018

LIBROS: LA TIENDA. AUTOR: PEDRO RUIZ-CABELLO FERNÁNDEZ


Autor: ISBN: 978-84-948785-4-1Categoría: Editorial: Atlantis

15,00

SINOPSIS:



JOSÉ, UN MODESTO TENDERO DE UN PUEBLO PEQUEÑO, CONOCE EN SU EDAD ADULTA A ENCARNITA, UNA JOVEN DE DIECINUEVE AÑOS, DE LA QUE SE ENAMORA PERDIDAMENTE. LA PASIÓN QUE SIENTE POR ELLA LO ARREBATA, LO LLEVA A SOÑAR Y A PADECER TERRIBLES DESENGAÑOS CUANDO LA REALIDAD LO DECEPCIONA. ES UN AMOR IMPOSIBLE QUE LO ATRAPA Y QUE ACABA CONVIRTIÉNDOSE EN UNA OBSESIÓN. POR LA TIENDA PASAN MUCHAS PERSONAS: ES UN LUGAR DE ENCUENTRO. JOSÉ SE VE PRESIONADO POR LA SOCIEDAD EN LA QUE VIVE, REGIDA POR ANTIGUAS CONVENCIONES. SUS SALIDAS POR LOS ALREDEDORES LE PERMITEN DESAHOGAR SU ESPÍRITU, HASTA EL PUNTO DE QUE LOS PAISAJES COBRAN UNA GRAN IMPORTANCIA EN LA HISTORIA. HAY MOMENTOS DRAMÁTICOS EN LOS QUE JOSÉ SE DESESPERA; INSTANTES EN LOS QUE, IMPULSADO POR EL AMOR, EXPERIMENTA UN PROFUNDO GOZO. LA NOVELA PODÍA ACABAR DE DIFERENTES MANERAS, PERO AL FINAL DA UN GIRO QUE CONFIERE UN NUEVO SENTIDO A TODO LO QUE HA OCURRIDO EN ELLA.


COMENTARIO: 

   Acabo de leer esta novela corta de Pedro Ruiz-Cabello Fernández. Siempre intento atrapar la sensación primaria que experimento cuando acabo de leer un libro, con independencia de qué tipo de libro se trate. Obviamente, si se trata de un libro de ficción, como es el caso que comento, esa sensación primaria pasa por tener una idea de enriquecimiento, de satisfacción, que no siempre se consigue; una sensación que buscamos cuando acabamos de ver una buena película, observado una obra de arte pictórico o escultórico o, como en el caso, la lectura de un libro. En el caso de La tienda, la última novela del escritor de Atarfe (Granada), la sensación ha sido de fresco enriquecimiento y, sobre todo, de haber experimentado el viaje lector de asistir a la construcción de una historia sencilla pero compleja al mismo tiempo, como complejo es siempre el amor y, sobre todo, el proceso de enamoramiento. 
   En la presentación de esta novela, hace tan poco unas pocas semanas, se aludió con bastante énfasis al amor, al proceso de enamoramiento, el cual está presente a lo largo de la novela. Y es así porque el autor disecciona con la precisión de un cirujano todo ese proceso en la persona ficticia del personaje principal de la novela, José, un modesto tendero de pueblo, que como se puede leer en la sinopsis, el amor hacia una joven lo arrebata hasta el punto de convertirse en el centro de su vida. No obstante, el autor, que posee un lenguaje poético muy identificable y que vuelca en sus novelas, no elabora un único mosaico en el que la figura del amor sea el único componente, sino que también centra su trama en enriquecedoras conversaciones con clientes, vecinos y amigos que visitan su tienda de manera habitual, aludiendo en esas ricas conversaciones a otros temas importantes de la existencia y vida del ser humano, que visto desde la óptica local de un pueblo pequeño consigue plasmar algunos de los grandes temas que han interesado desde siempre a la humanidad a través de esas meras conversaciones tan frecuentes en las antiguas tiendas y tabernas de barrio y de las que hemos sido testigos muchos de nosotros, entre ellos, quien suscribe al haberse criado en una taberna de pueblo y haber tenido la ocasión de escuchar discursos y conversaciones de toda índole, a pesar de ser pronunciados por personas que, en muchas ocasiones, no sabían ni leer ni escribir. 
   Otro aspecto importante en la literatura de Pedro Ruiz-Cabello es la descripción literaria del paisaje, algo que él mismo ha destacado en más de una ocasión cuando le ha tocado hablar de sus libros, cuya inspiración siempre ha dicho le llega de uno de sus escritores predilectos, Gabriel Miró, un gran paisajista literario.
   La novela se lee con emoción y enorme interés. Cuenta además con una estructura sólida y bien definida a través de un pequeño elenco de personajes secundarios corales que acompañan al lector en toda la historia y con los que éste acaba conviviendo a través de esas breves pero exhaustivas conversaciones. Personajes como D. Ángel, Alfonso, Andrés o el propio Antoñito, sobrino de José, que asiste con interés a algunas de las conversaciones que allí se refieren. 
   Como ya se ha aludido de pasada, una virtud de la literatura de Pedro Ruiz-Cabello es saber trasladar al lenguaje literario universal el lenguaje y trama local del pueblo que a él le inspira, que no es otro que el suyo propio, en el que ha nacido y reside a pesar de que él jamás hace alusión al nombre del mismo, aspecto que quien este comenta valora como algo muy acertado, porque de esa forma el lector podrá trasladar a su propio terreno todos esos elementos comunes que forman parte de las novelas del autor.
   Por tanto, opino sin andamiajes que La tienda es una novela mayor, una novela que cuenta con los ingredientes necesarios para serlo y llegar a un amplio público lector, sobre todo a aquel que se mueve con soltura en los grandes temas de la literatura universal. 

13 mayo 2018

AUTOR: SALVADOR FREIXEDO (ORENSE, 1923)

Imagen relacionadaEn esta inmersión que, de vez en cuando, hago en la obra de escritores singulares y, por tanto, desconocidos para el gran público hoy le toca el turno a Salvador Freixedo, un gallego universal de Orense que cuenta con ¡95 años! y aún sigue escribiendo, defendiendo y desvelando asuntos que, mucho me temo, no son del gusto de opinadores políticamente correctos, por lo que, de ahí, su lugar remoto antimediático. 
Curiosamente no descubrí a Salvador Freixedo leyendo ninguno de sus libros, sino a través de YouTube, que es algo muy común hoy día, dado el nivel más que mediocre de las televisiones actuales y el poco o nulo eco por parte del stablisment oficial literario a este tipo de autores. De hecho, lo descubrí en un programa de televisión de finales de los gloriosos ochenta presentado por el controvertido y peculiar Fernando Sánchez Dragó y que se llamaba El mundo por montera, un programa de libros de los varios que ha presentado el escritor español en diversas cadenas y al que le debemos mucho en ese aspecto. Lo que le escuché a Salvador Fleixedo me hizo 'buscarlo' en el universal canal de vídeos y, gracias a ello, lo puede ver en diversas charlas, conferencias, simposium, programas de televisión de países hispanoamericanos, programas de radio y un largo etcétera. Es tan profusa la biografía creadora y tan proteica la actividad de este gallego exjesuita que cuesta seguirle el rastro. Uno de los aspectos por los que este escritor no es conocido por el gran público -pero sí por el especializado- es por su faceta vinculada a la investigación "ovnilógica', como gusta llamar a él. Sin embargo, su interés no está en la aparición o avistamientos de naves y seres presumiblemente venidos de otros mundos o dimensiones, aspectos en los que admite fraudes,  sino en la repercusión exopolítica, es decir, en el asunto conspiratorio que nos ocultan gobiernos y ejércitos de las potencias más importantes del mundo. Solo he leído, hasta ahora, textos parciales de este escritor, pero es conocida su capacidad de derribar mitos y cuestiones en apariencia indiscutibles, comenzando por la propia iglesia, la católica, que lo acogió en su seno durante muchos años y a la que renunció -o fue expulsado, no se sabe muy bien- por considerar que se apartaba de su fin principal. Al pertenecer a los jesuitas, la orden más culta y leída, el acervo intelectual forjado en las más prestigiosas universidades del planeta de este autor es enorme, así como su agilidad mental, bastante atípica en una persona que va camino de los cien años. Es tanta que no es fácil seguir sus charlas por el volumen de datos que intercala e ideas que pugnan en su mente por salir.
No obstante, Salvador Fleixedo no siempre se dedicó al asunto conspiratorio relacionado con los OVNIS, nada de eso. En 1957 escribió un libro titulado 40 casos de injusticia social, que fue publicado en la Cuba prerrevolucionario y que le sirvió para ser expulsado del país, en aquel momento gobernado de forma tiránica por Fulgencio Batista. Pero lejos de amedrentarse, siguió con sus publicaciones polémicas, hasta que llegó el momento en el que decidió escribir un libro titulado Mi iglesia duerme, que fue el que provocó su expulsión de la Orden de los Jesuitas en 1968. Ese libro, por supuesto, fue prohibido en la España de Franco y obtuvo muchas controversias en varios países hispanoamericanos. Por tanto, libre de ataduras religiosas, se dedicó a lo que realmente quería, que no era otra cosa que desenmascarar mentiras y engaños de los gobiernos, sobre todo vinculados al tema OVNI, asunto sobre el que demuestra haber investigado sin descanso y gracias a esto, por lo que ha vivido, le ha sido revelado e investigado, se permite el lujo de afirmar que desde los años cuarenta hay varias razas malignas de extraterrestres trabajando con determinados ejércitos potentes, sobre todo con el de Estados Unidos y que esas razas malignas -porque también las hay buenas, opinión que comparte con otros investigadores como Sixto Paz o J.J. Benitez, aunque éstas no establecen acuerdos con los gobiernos ni ejércitos- lo único que buscan es socavar y manipular al humano, al considerar que la Tierra es una granja para ellos. Suele afirmar que si no abrimos los ojos lo conseguirán y que son muchas y malvadas  las políticas de gobiernos y corporaciones para entretenernos con tonterías mientras se apoderan de nuestras vidas. Visto lo visto, no va muy mal encaminado, en mi opinión. 
Estos son los libros que ha publicado hasta ahora (datos de Wikipedia): 




  • 40 casos de injusticia social (1957)
  • Mi iglesia duerme (1968)
  •  Amor, Sexo, Noviazgo, Matrimonio, Hijos: Cinco Realidades en Evolución (1970)
  • Extraterrestres y creencias religiosas (Extraterrestres y religión) (1971)
  • El diabólico inconsciente (Parapsicología y religión) (1973)
  • Visionarios, místicos y contactos extraterrestres (La religión entre la parapsicología y los OVNIS) (1977)
  • Israel, pueblo contacto (1978)
  • 60 casos de OVNIS
  • ¿Por qué agoniza el Cristianismo? (1983)
  • Diccionario sulfúrico
  • Curanderismo y Curaciones por la Fe (1983)
  • ¡Defendámonos de los dioses! (1984)
  • Las apariciones de El Escorial (Las Apariciones Marianas) (1985)
  • Religión, política y microcefália
  • El Cristianismo: un mito más (1986)
  • Los curanderos (1987)
  • La granja humana (Ellos, los dueños invisibles de este planeta) (1988)
  • La amenaza extraterrestre (1989)
  • Interpelación a Jesús de Nazaret (1989)
  • Apariciones religiosas : mito o realidad? ; una explicación a fenómenos como el de Villa Alemana (1989)
  • Los contactados (1991)
  • Los hijos de la Nueva Era (1992)
  • Los OVNIS, ¿una amenaza para la humanidad? (1992)
  • Biografía del fenómeno OVNI (1992)
  • ¿Qué son los OVNIS? (1993)
  • Fenómeno OVNI: Evidencias (1993)
  • En los límites del universo (1994)
  • OVNIS y dioses depredadores (1995)
  • Las religiones que nos separan (1995)
  • Videntes, visionarios y vividores (1998)
  • Un gallego llamado Cristóbal Colón, redescubridor de América (2002)4
  • La Expaña de Z (2010)
  • Teovnilogía (2012)
  • Iglesia, ¡despierta! (2015)
  

31 marzo 2018

LOS NUEVOS SUPERVENTAS LITERARIOS

   En ocasiones, si me coge de paso, acudo a un conocido centro comercial a ojear libros, sección que ha ascendido desde la primera la cuarta planta, tal vez, porque en la primera ocupaban un espacio importante y, total, para lo que se venden; o, quizá, porque de esa manera el cliente potencial rastrea todas las plantas y acaba comprando cosas innecesarias. Cuando se trata de genios del marketing nunca se sabe, pero yo me inclino por la primera solución. En fin, fuere lo que fuere, el lugar donde están ubicados los libros en este centro comercial no es el asunto al que me quiero referir en esta nueva entrada, sino a la lista de los más vendidos en la modalidad ficción que, reconozco, también suelo mirar de vez en cuando. Y, en esta ocasión, miré e hice la fotografía del listado que, apreciados amigos y lectores, podéis ver aquí debajo.

No hay texto alternativo automático disponible.
Ya casi nunca me sorprende el susodicho listado. No, desde que entraron en él libros que no sería muy exacto adscribirlos a la literatura pura, tal y como algunos la concebimos, si bien, sobre gustos literarios cada cual es muy dueño de tener sus preferencias, por supuesto. Sin embargo, en esta ocasión sí me sorprendí. No estoy diciendo que mi sorpresa sea sinónimo de indignación, contrariedad, disgusto o nada por el estilo, nada de eso, sobre todo porque siempre he considerado que estar en la lista de los más vendidos tiene su mérito y su trabajo, ya sea literario, de prestigio o, exclusivamente de marketing.

Como decía, útimamente, estas listas han estado ocupadas por libros que derivan de otros géneros o subgéneros, tales como histórica comercial (muy distinta a la narrativa histórica más seria), romántica, literatura para jóvenes adultos y cosas por el estilo. Por tanto, los títulos de literatos consagrados y que escriben género literario más puro, sobre todo novela a secas, ya costaba verlos en estas listas y si lo estaban, apenas lo hacían unas cuantas semanas. La sorpresa en esta ocasión ha sido ver la irrupción con fuerza de nuevos literatos que derivan de Internet, en concreto de las plataformas de autopublicación, sobre todo de la de Amazon, en la que yo suelo publicar también pero sin el éxito de éstos (espero tenerlo algún día cuando publique novela romántica o negra). En la susodicha lista hay un autor, Javier Castillo, que ocupa la primera y la tercera posición con dos novelas de similar título y, según he leído, de similar temática. Mucho se comenta sobre el éxito de este joven malagueño, ajeno por completo al mundo literario, si es que éste aún existe, y hay opiniones para todos los gustos, pero lo que sí parece unánime es que su éxito se ha basado en un canal de YouTube y en las redes sociales. No sé cómo escribe y nada diré hasta que lo lea, si es que lo leo algún día, pero en Amazon cuenta con cientos de opiniones y yo siempre me suelo fijar en las más bajas. Sé que todos los libros con muchas opiniones siempre tienen malas, eso es una fatalidad a la que no escapa nadie pero, en este caso, me ha sorprendido sobremanera la enorme cantidad de opiniones contrarias a la calidad de las novelas de este escritor, muchas de las cuales, he de decir, porque me gusta la buena educación y las formas, me parecen venenosamente desproporcionadas, porque también aquí juega la envidia, que no olvidemos es el deporte nacional de este país, no el fútbol. El caso es que gracias a que ha vendido miles de eBooks, una editorial atenta -quizá una de las que le rechazó sus novelas cuando no lo conocía nadie- ha decidido ficharle y está vendiendo por miles. Dicho esto, tampoco era eso de lo que quería hablar o no al menos en exclusiva, sino de la desaparición en estas listas de gente importante y consagrada de nuestras letras o de las foráneas. En la lista que vi y fotografié, además del ya perenne, Fernando Aramburu con su exitosa novela Patria, solo se asoma y casí tímidamente el bueno de Juan José Millás, consagrado literato que aún cuenta con su público,  a pesar de que sus obras últimas ya no tienen la calidad de las primeras, en mi opinión, pero ni atisbo de lo último de mi admirado e imprescindible Antonio Muñoz Molina, Un andar solitario entre la gente u obras recientemente publicadas de gente como Paul Auster, 4,3,2,1 que ha desaparecido pronto, por no hablar de la última novela de Javier Marías, Berta Isla o la aún reciente de Almudena Grandes, Los pacientes del Doctor García, por poner tan solo ejemplos célebres de escritores que siempre han estado ahí. Luego, ¿qué está ocurriendo? En mi opinión, lo que está ocurriendo es que sí, que se lee aún bastante en este país, a pesar de que las estadísticas digan lo contrario, pero que hay una desviación en cuanto a gustos literarios, influenciada sobre todo por la irrupción de Internet, las RRSS y las plataformas de autopublicación en la que cualquier autor con habilidad, si no para escribir, sí para moverse bien por este mundo cibernético puede triunfar. Y si escribe bien, hablaríamos de un triunfo doble. 

22 febrero 2018

EL CUENTO DE LA CRIADA (NOVELA Y SERIE)

Margaret Atwood Eden Mills Writers Festival 2006.jpg
Hay un mar de series. Todas distintas y algunas de ellas de calidad, de mucha calidad. Desde que Hollywood decidió no pagar bien a los guionistas más brillantes, éstos buscaron su nicho en las series y fue ahí donde se encontraron a gusto y creativos. Los hay muchos y magníficos. En ocasiones son ideas originales, pero en otras son guiones de libros con temática diferenciada. Uno de esos libros diferenciados y distintos es el que ha generado esta inquietante serie de la que ahora esbozaré algunas líneas asépticas y alejadas de espoileo malvado. 
    Se trata de la novela The Handmaid's Tale de la autora canadiense Margaret Atwood, que no es ninguna desconocida; de hecho, es Príncipe de Asturias de las Letras. Un libro que fue escrito en 1985 y que ha servido para hacer una de las mejores series actuales. Como decía, una serie inquietante que, como el libro, retrata una sociedad distópica que gira en torno al tratamiento cruel hacia la mujer por parte de un grupo de fanáticos políticos y religiosos que consiguen impone su credo en Estados Unidos tras acabar con el poder constituyente. 

El cuento de la criada (The Handmaid's Tale) (Serie de TV)
     Cuando comencé a ver esta serie, me dije que era posible que no pasara del primer capítulo. No lograría creer lo que me contaban, pero siempre -por experiencia y hábito- doy margen para ver uno o dos capítulos más. Y, sí, ahí estaba la clave y el enganche; el mecanismo por el cual una serie es distinta a otras. Me ocurrió algo parecido con Lost, la famosa serie de los perdidos en una isla remota e incomunicada. No podía creer a priori que eso pudiera ocurrir en los tiempos actuales, en los cuáles es casi imposible que nadie se pueda perder, a no ser que desee perderse o no deseen encontrarlo. Pero en seguida comprendí que esa incomunicación y esa isla robinsoncrusoeiana no era más que una excusa para poner en escena cosas muchas más hondas que tenían que ver con la psicología, la sociología, la antropología, las relaciones personales y de poder, y un largo etcétera. Al final, la serie la cagó en sus últimas temporadas y el polémico final fue horrible a mi entender, pero eso ya es otra historia. 

Y aludo a Lost porque con El cuento de la criada ha estado a punto de ocurrirme lo mismo. Por suerte di margen a ese segundo capítulo y luego al tercero, cuarto...y en poco devoré toda la primera temporada que es la que se ha emitido en España a la espera de una segunda. Comprendí que toda esa parafernalia distópica en la que la se retrata a la mujer con menos derechos que en la época de las cavernas nos estaba comunicando algo más hondo y preocupante: el fundamentalismo ideológico y religioso al que se puede llegar si la mujer deja de procrear o, bien, tan solo unas pocas pueden y esa teórica virtud se convierte en su propia tumba. O bien, que nos descuidemos todos y acaben arrebatándonos los derechos que tanto ha costado conseguir, camino que ya se ha iniciado hace tiempo. El telón de fondo de la serie es tremendo. Sin embargo, ese argumento, por muy hondo, distópico y preocupante que sea no queda ahí ya que hay toda ingeniería argumental detrás, utilizándose la técnica del desarrollo parcial de los principales personajes con un atrás y adelante verdaderamente meritorio. El resultado final de toda esa técnica por la que transita el argumento de manera rigurosa convierten a la serie en magnífica, a lo que ayuda sobremanera las enormes interpretaciones, con Elisabeth Moss a la cabeza, como protagonista principal, y que tanto prometía ya en su papel de secretaria y después publicista en la muy machista Mad Men, otra de las mejores series que servidor ha visto en los últimos años junto a la intocable Breaking Bad. 
         

16 diciembre 2017

NOCHES TOLEDANAS

     Cuenta una leyenda toledana que hubo un hecho ocurrido en el año 797 de nuestra era, siendo emir de Córdoba Al-Hakam I, a la postre nieto del mítico Abd al-Rahman I, que se trasladó al lenguaje popular como noche toledana. Un hecho cruento de crímenes y venganzas. Optativamente, también se suele utilizar el término para definir una noche en blanco, bien por motivos desagradables o bien por motivos festivos y lúdicos. Sin embargo, las noches toledanas a las que me referiré nada tienen que ver con estos hechos, sino con la experiencia de un viaje a Toledo, en el cual —tal vez para escapar a los muchos relatos que habrá sobre la experiencia diurna en la ciudad-—, me centraré en su aspecto nocturno. Porque hay ciudades que por la noche pasan desapercibidas, ciudades que la noche no le ofrece nada especial, a no ser que decidas convertirla en una noche toledana especial de hedonismo. Sin embargo, la noche y Toledo si casan bien. Establecen una conexión indeleble auténtica y misteriosa, convirtiendo un paseo por la ciudad histórica en todo un acontecimiento, una experiencia que va más allá de lo viajero o lo turístico. La evocación de las estrechas calles de su judería, el misterio del perfil recortado en la luna de sus edificios antiguos e históricos, todo ese silencio que destila la ciudad como atrapada en el tiempo...De ahí que la experiencia viajera a Toledo no es completa si no se absorbe la noche paseando por sus calles y plazas, contemplando la quietud misteriosa de sus edificios, atributo que como decía es dable tan solo a pocas ciudades, pudiendo ser Toledo la que más realce el espíritu del viajero que procura dejar su imaginación a que vuele al mismo ritmo que transita por todo ese torbellino callejero, sin que apenas encuentre el momento de detenerse, a pesar de la soledad que fácilmente logrará apreciar.
           Este viajero lo ha hecho en una época idónea, porque considera que el frío otoñal —ya en puertas del invierno y por tanto de la Navidad— es, quizá, la mejor época para conocer ese entramado urbano. Pero no porque considere que el resto del año no lo sea, sino porque esa quietud de las calles, el frío y hasta es posible que el tenue y siempre melancólico alumbrado navideño, son elementos añadidos que pueden hacer la experiencia más enriquecedora. Pero es tan solo una apreciación personal. Para otros será la suave brisa nocturna de la primavera la que deba acompañar al viajero por su paseo nocturno. Es solo cuestión de gustos.

            Así que, con esas premisas, este viajero se adentró durante un par de noches por el Toledo nocturno. Antes, como mandan los cánones, había conocido la ciudad de día; había disfrutado de sus rincones, de sus museos, de sus edificios civiles y religiosos de distintas épocas históricas que se encuentran solapadas en la capital de Castilla-La Mancha. Un contacto diurno imprescindible para poder ubicarse en la noche y delimitar la ciudad diurna de la ciudad nocturna que, en esencia, no es la misma o, al menos, es eso lo que interpretó este viajero. 

(Párrafos de un texto más largo que formará parte del eBook "Relatos y artículos de viajes" de próxima aparición).

03 noviembre 2017

NUEVO PROYECTO LITERARIO A LA VISTA: UN POEMARIO

    Amigos, os expondré aquí, de la forma más breve posible en qué consiste este proyecto de poesía, que ya está completamente acabado y listo para enviar a la editorial. Cuando digo: listo para enviar a la editorial, no significa que lo estén esperando como agua de mayo, entre otras cosas porque tan solo me he puesto en contacto con una, que edita de manera tradicional y que tras leerlo el editor todo fueron parabienes en la más de media hora de conversación telefónica. Pero hemos de tener en cuenta varias cosas: se trata de poesía, quizá el género literario que menos se venda y que es un poemario de un autor desconocido en este mundo poético -yo- y muy poco conocido en el ámbito literario. Por tanto, ¿qué editor va a querer gastarse los cuartos ante semejante panorama por muy sobresalientes que sean los poemas (éstas últimas, palabras del editor)? Panorama que también es triste en el ámbito literario general en este país, en el que la mayoría que escribimos no vendemos demasiados libros. Por tanto, solo quedan dos opciones: que lo publique esa editorial con una tirada inicial de mil ejemplares y distribución en todas las librerías importantes del país -insisto a la única a la que me he dirigido- con la que tendría que colaborar comprando equis ejemplares o bien, seguir con mi formula inicial de hacer una edición personal numerada con una tirada bastante reducida. Porque, ¿para qué 1000 ejemplares cogiendo polvo en los anaqueles de las librerías o lo que es peor, en el fondo más triste de un almacén? No, nada de eso. Mejor adaptarse a los nuevos tiempos y optar por la segunda vía, que conlleva la posibilidad muy interesante de poder imprimir todos los ejemplares una vez se agota la primera edición -si es que eso ocurre-, bajo demanda y a un precio muy razonable. Por tanto, dicho esto, paso a explicaros la esencia de esta obra, por si fuera de vuestro interés: 

     El título no ha sido fácil de determinar, suponiendo que ya esté determinado. Han sido muchos los quebraderos de cabeza para encontrarlo, dada la manía mía de buscar el título entre los versos del poemario, algo que también ocurre con los títulos parciales de cada una de las cinco partes del mismo. Tras barajar varios títulos y consultarlos en las redes sociales -gracias por vuestra colaboración- con amigos, con mi mujer y con la almohada, he optado por éste: 

ME IRÉ CON EL PRIMER VIENTO 

     Sí, es poético. Pero también conlleva algo que está muy dentro de mí, que es la constante manía de irme -metafóricamente hablando- y reinventarme. No es completamente seguro que sea el definitivo, pero casi. Como decía, el libro contará con cinco partes o libros, cada uno con un título que es un verso extraído de alguno de sus poemas. Así que tendrá un total de 80 poemas -algunos más largos que otros y otros seriales- y contará la inestimable colaboración de Roberto Torices, fotógrafo muy imaginativo y creativo y cuyas fotografías en blanco y negro me gustan sobremanera. Cada libro o parte llevará una fotografía relacionada con el título del libro en la medida que eso sea posible y, probablemente, también la portada podría llevar una fotografía en color. Además, me atrevido a insertar un dibujo propio, yo que no tengo ni idea de dibujar. Por tanto, os cuento: 

   LIBRO PRIMERO: ¿De quién hablo si no es de ti?

     En este primer bloque que cuenta con un total de 23 poemas, se podría decir que es el primigenio. Es decir, la poesía que estaba en su mayoría previamente escrita.

 LIBRO SEGUNDO: Hoy la lluvia no dejará que observes tus manos
(Descubriendo al poeta renacentista Florensi Della Ponte)

     En este segundo bloque o libro hay todo un descubrimiento, que no es otro que mi 'after ego', un poeta que comenzó a aparecer por las redes sociales y que rebuscando en su origen, podría ser un antepasado renacentista. Contará con 18 poemas, casi todos muy recientes.


LIBRO TERCERO: Tan solo el crepitar de mis zapatillas al hender las hojas secas

     Como la mayoría de mis lectores sabe, el correr y yo como corredor está siempre presente en mis obras. Es raro que esté en la poesía, pero está. No me digáis cómo lo he conseguido, pero han salido seis poemas, uno de ellos -Salid a correr-, ya publicado en mi anterior obra "Corriendo entre líneas". 

LIBRO CUARTO:  Habladme de otros mundos

     No es un libro fácil de calificar. Y eso es porque es posible que no sea muy calificable. Otros mundos en un sentido metafórico o, tal vez, real, nunca se sabe. Otras dimensiones, otras creencias, otras inquietudes, muy simbólico... Es el más extenso, ya que consta de 29 poemas.   

LIBRO QUINTO:  Estrafalaria.

Este libro surgió casi como necesidad. Me explico. Había un puñado de poemas -cinco solo- que no quería dejar de publicar, pero que contaban con el inconveniente de no "casar" bien con el resto. Son humorísticos, sarcásticos, estrafalarios...De ahí el título del libro. Y sé que sorprenderán.


Hasta ahí puedo contaros. Ya solo falta que se concrete con portada, maquetación, ISBN y todas esas cosas necesarias que hacen que se convierta en un libro físico, si bien también contará con una versión digital.
Espero que esta información os haya aportado algo acerca de cómo será  este nuevo libro y que, por su puesto, espero sea de vuestro interés. 


      

29 octubre 2017

COMO DORIAN GRAY (TEXTO INCLUIDO EN CORRIENDO ENTRE LINEAS -EDITORIAL LEIBROS. 2017-)



     Tras la cuarta salida a los caminos después de la última lesión, parece que mi faceta como corredor se está normalizando. Después de la última salida del mes de octubre, el pasado viernes, primer día de noviembre, volvía a hacer treinta minutos por los caminos y carril─bici paralelos a la circunvalación de Granada.
     Al día siguiente, pasadas las dos de la tarde del día dos de noviembre, me atrevía con una ruta más dura y más larga que transcurre desde el pantano del Cubillas a Caparacena, para volver por el mismo camino. Nueve kilómetros que han supuesto una prueba de fuego a mis dolencias, siendo éstas, por ventura, inexistentes. De ahí que ya pueda ir entonando una nueva victoria contra las lesiones, sin que aún deba entonar la canción demasiado alta.
     Otras facetas del correr están ausentes, lógicamente: la falta de ritmo, la irregular respiración.... Todas esas cosas que se pierden fácilmente tras meses de inactividad. Pero es placentero volver a trazarse una nueva meta y seguir avanzando. Lo peor que le puede pasar a un corredor es lesionarse. Todo lo demás: la falta de forma, la falta de tiempo, la falta de ganas, la climatología, el ajuste de comidas... Todos esos aspectos mundanos no importan ni impiden poder correr. En cambio, las lesiones te dejan completamente seco y vacío.
     Yo podría firmar ahora mismo un hipotético pacto con el diablo, y erigirme en un nuevo Dorian Gray, en el que renunciaría a competir o a no hacer tiradas kilométricas largas, a cambio de que se me permitiera correr casi a diario ¿No creéis que sería un buen pacto?
     Porque poder correr, poder hacer deporte, para muchos de nosotros, es un antídoto contra muchas cosas que nos rodean. Y si nos eliminan ese antídoto, nos hallamos inermes. Todos los que corremos sabemos que correr es sinónimo de libertad. Desplazarse a través de senderos, de caminos, de calles, es un privilegio en los tiempos que vivimos.
     Muchos otros preferirán lucrarse, corromperse, castigarse el hígado o los pulmones, amasar fortuna por mero placer. En cambio, para nosotros lo importante es que no nos falte ese antídoto. Cuestión de gustos.


25 octubre 2017

LIBRO: NOVELA DE AJEDREZ (1941). AUTOR: STEFAN ZWEIG.

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     Stefan Zweig (Viena, 28 de noviembre de 1981- Petrópolis -Brasil-, 22 de febrero de 1942) fue un escritor e intelectual judío nacido en Austria. En la Austria que ocuparon las tropas nazis de Hitler. Por tanto, ni que decir tiene que hubo de salir por piernas, dado que ya es conocido que los regímenes dictatoriales procuran atenazar en primer término a intelectuales, escritores, artístas y otras personas de alma y expresión libre, las cuales -como es lógico- son las más críticas y contrarias al régimen opresor. Por tanto, nuestro buen escritor hubo de coger las maletas, por su doble condición de intelectual y judío. Por aquel entonces ya contaba con un enorme prestigio en Europa y el continente americano, que  fue donde acabó, curiosamente en Brasil, lugar en el que se suicidó, al parecer, al comprender que no había salida para Europa tras la invasión nazi, aunque sí la hubo, como todos sabemos. 

    Su obra es amplia, no ingente, pero sí amplia, dado que como buen intelectual no solo se dedicó a escribir sino también a arengar con conferencias e intervenciones públicas. Una de sus novelas más famosas es la que vengo a glosar aquí "Novela de ajedrez", una novela corta de no más de cien páginas que escribió un año antes de fallecer, que he devorado en un par de tardes y que en consonancia con la crítica es merecedora de elogios por mi parte. Una técnica narrativa muy depurada y un asunto, con el ajedrez de fondo, que engarzar con dos mundos opuestos: el del un campeón mundial en la ficción llamado Mirko Czentovicz, negado para toda actividad intelectual que no sea el ajedrez, y el misterioso Señor B., un tipo curioso, perteneciente a una alta estirpe familiar austriaca perseguida por la GESTAPO y que arrastra una relación con el ajedrez neurótica harto curiosa. Relación que el buen escritor austriaco desarrolla muy pormenorizadamente en esta breve novela que responde a la máxima que la calidad literaria nada tiene que ver con la extensión. Por tanto, si estáis interesados en la literatura europea de la primera mitad del siglo XX, no debe faltar entre vuestras lecturas esta novela, que a mí a nivel personal me ha parecido muy interesante, además de ilustrativa sobre un periodo histórico concreto que hay que superar, pero no olvidar.  

24 octubre 2017

LA DESPEDIDA (RELATO INCLUIDO EN EL LIBRO CONVERSACIÓN EN LA TABERNA Y 41 RELATOS)

LA DESPEDIDA 

     Cuando Roberto miró para atrás comprendió que no tenía que haberlo hecho. Fueron tantos los recuerdos que se agolparon de pronto en su mente que tendría que haber evitado que afloraran. Pero no pudo evitarlo. Se dijo que tan sólo lo haría una vez: echaría un pequeño vistazo y, luego, no volvería a mirar de nuevo. Pero bastó con esa sola mirada breve para que el torrente salvaje de los recuerdos se le agolpara de pronto en las sienes y las hicieran casi estallar. En ese momento no quiso mostrar ningún tipo de debilidad porque siempre había odiado mostrar sus sentimientos en público. No por el hecho de haber nacido hombre, nada de eso. Tan sólo se trataba de una simple convicción estética. Cuando era pequeño había visto a mucha gente exponer ridículamente sus emociones en público y siempre había visto todo eso con desagrado. Principalmente, siempre le había parecido poco estético mostrar esos sentimientos en los cementerios. Era comprensible llorar a lo que se marcha, a lo que se marchita, a lo que ya jamás se va a volver a ver, pero de ahí a montar un espectáculo delante de conocidos y desconocidos había un abismo. Y él, precisamente, se encontraba en ese momento en un cementerio; y fue en ese lugar, cuando ya salía hacia el exterior, en el que había osado mirar atrás,no pudiendo evitar soltar alguna lágrima. Habían sido tantas las horas juntos, tantas las aventuras y las desventuras,tantos los viajes realizados en su compañía,tantas las visitas al taller...,para acabar siendo desguazado en aquel triste cementerio de coches a la salida de la ciudad.

22 octubre 2017

CORRIENDO ENTRE LÍNEAS (EDITORIAL LEIBROS, 2017): PRIMER CAPÍTULO ÍNTEGRO



Amigos, es para mi un placer poner a vuestra disposición lectora el capítulo I íntegro de Corriendo Entre Líneas", el cual está dividido en CINCO textos independientes:
         ·         No hay tiempo para el deporte
         ·     Soy corredor
         ·         Hasta donde el correr te lleve (o la magia de correr)
         ·         El “oficio” de corredor
        ·         El correr y su grandeza

               ¡ Espero que sea de vuestro interés!



NO HAY TIEMPO PARA EL DEPORTE

     Cuando llega el momento de los reconocimientos médicos en mi centro de trabajo, en ocasiones, aparece el pánico, la decepción o la frustración. En esos días todo el mundo sale algo tocado e, invariablemente, los médicos aconsejan ejercicio, dieta hipocalórica y vida sana en general. No estoy rodeado de obesos o dilapidadores de salud ─aunque alguno que otro hay─ pero, sí, en muchos casos ésta deja mucho que desear. Y es, entonces, cuando llegan las inquietudes, las propuestas e intenciones de hacer más ejercicio y llevar una vida más saludable, aunque, lamentablemente ese impulso no dura más de una o dos semanas. Y, claro, al año siguiente vuelven las malas noticias, aderezadas además de más alarmismo porque se es un año mayor y, en ocasiones, se está algo más ancho.
     Al poco tiempo de iniciar un plan sano, casi todo el mundo vuelve a su rutina diaria y si se anduvo durante unos días o se nadó e, incluso, ─en el menor de los casos─ corrió, todo eso pasa pronto al olvido, justificando la mayoría no tener tiempo para hacer deporte. Es decir, ¡que no se dispone de media hora diaria y una hora los fines de semana! Ésa es una frase preconcebida que cada día creo menos. Todo el mundo dispone de tiempo para hacer deporte si su motivación es alta y su hábito estable, pero ocurre que siempre se posterga ese rato dedicado al mismo y, en cambio, se da prioridad a lo más ínfimo, entre lo que se incluye estar haciendo zapping durante más de media hora o lo que es peor, incluso, deteniéndose un rato en Tele5, por aludir tan sólo a los casos más extremos.
     Se piensa ─o al menos a mí me lo dicen─ que los que corremos por afición lo hacemos porque estamos dedicados a ello. Pero no es verdad. Ni estamos dedicados a ello por obligación o profesión alguna, ni nadie nos obliga. Nos obligamos nosotros mismos. Es más, en ocasiones, ─suelo decir─, en mi caso, para poder sacar una hora para correr tengo que salir a horas intempestivas o no habituales y renunciar a otras cosas importantes. De hecho, sin ir más lejos, hace poco, sabedor de la complicación de la agenda, corrí durante once kilómetros a las tres de la tarde, no bajando el termómetro de los treinta grados. Pero lo más curioso es que corriera esa distancia en menos tiempo del previsto, a pesar del fuerte calor. Si yo puedo, todo el mundo puede hacerlo o al menos intentarlo, aunque me temo que eso debe formar parte del libre albedrío de cada persona, de su debate interior. Es lo que siempre me decía cuando me encontraba en los albores atléticos. 

SOY CORREDOR
     Comentaba en algún sitio que lo importante es que llegue el día en el que digas sin fisuras y con convicción espartana: soy corredor. Pero ese momento no llega ni de manera automática, ni como resultado de una metamorfosis mental inmediata. Ese día llega porque así lo has experimentado y así lo sientes como consecuencia de un proceso continuado. Antes de eso, todos hemos jugueteado en alguna ocasión con esa presunción, afirmando en la primera ocasión que se nos ha presentado: “soy corredor”; probablemente porque haciéndoselo saber a nuestros interlocutores nos reafirmamos más en ese papel que anhelamos. En otras ocasiones, cuando aún estamos en esa fase indiciaria previa a ser corredor, nos hemos acercado a alguna tienda especializada y nos ha elevado sobremanera vernos inmersos en viva charla con otros corredores que sí lo son. Hemos preguntado por una marca y modelo de zapatilla técnica y cuando nos ha sido entregada, nuestras cejas se han enarcado como queriendo transmitir criterio y conocimiento acerca de la mercancía solicitada. Incluso, es posible que a la primera de cambio nos hayamos sorprendido intercambiando opiniones sobre carreras que, en algunos casos, no hemos corrido pero que pretendemos hacerlo en breve. Hemos escuchado a dos corredores hablar de la última maratón en la que han participado y en nuestro fuero interno nos hemos sincerado con nosotros mismos diciendo que aún estamos lejos de esas metas.
     En otras ocasiones hemos acudido a comprar algún producto idóneo a algún herbolario, de esos que a veces solemos comprar los corredores, y no hemos dudado un segundo en decir al dependiente o dependienta que nos dedicamos a correr. O, incluso, en ese afán de convertirnos en corredores rápidamente hemos sido presuntuosos con nuestra delgadez cuando alguien nos ha comentado que nos ve más delgado. “Es porque soy corredor”, solemos responder. Son fanfarronadas inocentes e útiles que ayudan a crecer, como siempre mantengo.
     Y qué decir cuando nos hemos ido apartando de manera voluntaria de fastos y farras, ante la extrañeza de nuestros amigos o pareja por nuestra decisión de prescindir de aquella fiesta o esta boda, esbozando una sonrisa, al tiempo que diciendo aquello de que “no voy a ir porque no bebo y, además, me es muy molesto el humo del tabaco. Es más, mañana tengo que entrenar”. Y eso no es ficción, ya que a todos los corredores (o a casi todos) tarde o temprano nos ocurre. Un conocido mío, gran corredor, incluso pactó con una hermana si habría sala de no fumadores en un evento familiar.
       Y también ocurre otro tanto con las comidas. Lo perciben tus compañeros de trabajo en los desayunos o en las cervezas del mediodía. Del suizo mixto que pedías habitualmente pasas a la media tostada de pan integral con aceite; y del tubo de cerveza pasas a la cerveza sin alcohol. Y claro, ellos que aún no saben que corres de manera cada vez más regular acaban por preguntarte el porqué de tus nuevos hábitos alimenticios.
      Y toda esa travesía del desierto es la que, sin tu saberlo, paso a paso, te va convirtiendo en corredor, así que cuando ya lo eres todos esos hábitos inusuales, que quienes te rodean a veces censuran, son tu mejor carta de presentación.
     Es con el movimiento, la dedicación y el ejemplo cuando todos comprenden y acaban por respetar que eres corredor, con todo lo que eso conlleva. 


HASTA DONDE EL CORRER TE LLEVE (O LA MAGIA DE CORRER)


Hasta donde el correr te lleve. Esa es la frase que mi mente buscó la otra tarde cuando me disponía a recorrer mi ruta de diez kilómetros. Y no es porque haya leído ─ni creo vaya a leer─ la exitosa novela de Susana Tamaro: “Donde el corazón te lleve”, sino porque hay días en los que correr se convierte en algo extraño y misterioso. Es como si un hipotético disco duro interno perdiera de pronto su memoria y se pusiera a cero. Tal vez una siesta demasiado extensa, una noche corta por mor del buen cine y la buena lectura o el calor propio del duro verano, que te golpea como un mazo. Fuere el motivo que fuere, lo cierto es que correr en condiciones tan adversas se convierte en un duelo titánico. En estas circunstancias, corres porque debes, no porque quieres. Las piernas pesan casi tanto como el alma, duelen las rodillas ─algo que en mi caso pocas veces ocurre─, sientes pinchazos en los gemelos ─algo que en mí caso sí es frecuente─, duele hasta el cuello y, probablemente, hasta las cejas. Es entonces cuando pongo el piloto automático (piloto automático: dícese cuando eres consciente de que tu cuerpo y tu mente no funcionan y dejas llevarte con voluntad nula por un mecanismo invisible) y delegas en el camino para que él guíe tus pasos (delegar que el camino guíe tus pasos: dícese cuando consciente de que tu voluntad es nula y ya has accionado el piloto automático, dejas que el camino sea el que te lleve a su manera). Y es eso lo que hice. O eso o detenerme y dar la vuelta, porque en estos días te sientes el corredor en ciernes que fuiste y como el disco duro se ha reseteado ya no recuerdas ni lo que has corrido ni durante cuántos años lo llevas haciendo. Y, claro, correr en estas circunstancias donde el olvido se apodera de todo es una tarea casi imposible. 
     En días así, mis pasos son torpes y no alzo apenas las piernas; de hecho, voy arrastrando cualquier piedra del camino por poco protuberante que sea y comienzo a comprender que el paso de los kilómetros no va a solucionar nada, mientras que el Forer[1], que tienes programado para que emita un agudo sonido cuando vas por encima de los cinco minutos y cuarenta segundos el mil[2], comienza su particular banda sonora. Definitivamente, te sientes el corredor más miserable sobre la tierra. Hasta que movido por una necesidad fisiológica ─en verano siempre me detengo a hacerla a los dos o tres kilómetros de iniciada la ruta, porque me atiborro de isotónico para hidratarme cuando no llevo correa de hidratación─, te detienes en la mitad de la nada, con más ánimo de reflexionar que de cumplir con la necesidad fisiológica. Observas el paisaje a tu alrededor, en el que las altas alamedas y los campos de cultivo de la Vega[3]  se arremolinan en torno a las frescas y correosas acequias de trazado nazarí, y saciada la necesidad fisiológica vuelves al camino. Detectas entonces que la mente ya va rigiendo y que las piernas se van alzando. Van desapareciendo los micro dolores de rodillas y gemelos y el piloto automático se desconecta por su cuenta; y la tarde que es oscura porque el sol ya casi ha perdido el pulso con el ocaso, de pronto se vuelve resplandeciente. Llegan las buenas sensaciones y con ellas la reconciliación. El sonido agudo del GPS desaparece de pronto y pareciera que ya no existieran piedras en el camino. Ya no pesan las cejas ni el alma. Quedan tan sólo cuatro kilómetros de ruta, pero éstos se convierten en deliciosos. Una vez más la magia de correr se ha impuesto. Y renuevas tu pacto con este deporte.
  
EL “OFICIO” DE CORREDOR

     Llega un momento en la vida del corredor en el que la actividad de correr casi forma parte de su ADN y lleva a cabo su cometido de manera tan espontánea como cepillarse los dientes. En mis inicios, tuve la ocasión de entrenar algunas veces con un corredor que atesoraba mucho oficio en sus piernas. Mientras corría llevaba a cabo varios ritos simultáneos: sacaba un pañuelo para enjugarse la nariz, conectaba su aparato de audio portátil como lo haría estando cómodamente sentado en un transporte público, se ajustaba la cintilla del pantalón técnico; y todo ello al mismo tiempo que hablaba conmigo, como si estuviera dando un plácido paseo, de manera que mientras yo iba algo más que tocado tras ocho o diez kilómetros recorridos, él estaba tan fresco que pareciera comenzara a rodar. Así que me pregunté con sinceridad descarnada si algún día podría yo llegar a interpretar esa forma de correr, que es muy similar a una forma determinada de interpretar la vida.
     Y pensaba en ello en la tarde de ayer por las circunstancias que ahora me dispongo a contar. La idea era llevar a cabo entre quince y dieciséis rocosos kilómetros en una ruta previamente elegida, pero lo cierto es que me encontraba bastante cansado y me quedé dormido como un lirón tras comer frugalmente, de manera que cuando desperté a las seis menos cuarto de la tarde constaté que ya no sería posible hacer esa ruta porque mientras me preparaba e iba desde mi domicilio en Granada hasta Pinos Puente[4] transcurriría más de media hora. Así que, casi vistiéndome por el camino, opté por hacer otra más corta, la que transcurre entre Pinos Puente y Caparacena[5], con una distancia entre ida y vuelta de nueve duros kilómetros. Posteriormente, sí aún clareaba el día, podría añadir un par de kilómetros más, incluyendo un irregular y roto camino entre olivos. Y fue en esas circunstancias cuando comprobé que ya este corredor va atesorando algo de oficio porque sin él es muy difícil soportar la presión psicológica de pasar de la nada más absoluta, y aún adormilado, a hacer casi once kilómetros, teniendo en cuenta que ya sería de noche alrededor de las siete horas y diez minutos de la tarde en esa época del año. Probablemente sería por ese motivo por el que sentía las piernas livianas y la energía intacta, a pesar de que la digestión no había acabado de hacerse por completo. Así que cuando volvía de Caparacena, en el kilómetro cinco, aún veía en el horizonte los últimos rayos de sol porfiando con su brillo y remisos a abandonar el día, valoré que con suerte aún podría añadir esos dos kilómetros por entre medio de los olivos que tantas satisfacciones me dieron en su día cuando los descubrí y aún creía que correr consistía en rodar algo más de cuatro o cinco kilómetros, dos o tres veces por semana.
     Por lo tanto, al comprobar que la tarde había sido provechosa, a pesar que pintaba mal al principio, me sumí en una amalgama de excelentes sensaciones y disfruté enormemente de esta faceta que supone correr, y a pesar de que rodaba a un ritmo bastante vivo, incluso, por debajo de cuatro minutos treinta segundos el kilómetro en muchos tramos, agradecí la visión que me ofrecía la puesta de sol, por detrás de las casas más altas de Pinos Puente, al tiempo que pensaba en aquella milenaria tierra que se abría ante mi paso. Desde luego que ayudó y estimuló el excelente trabajo del grupo español de heavy metal, Avalanch, que en ese momento tronaba en el iPod.
     Y así se lo conté a mi amigo Paco[6]  ─que su afición futbolera le está apartando por ahora de las carreras dominicales─, sabedor que estas sensaciones y estos lugares que elegimos para correr le son tan próximos y queridos como a mí.
     Cuando volvía en coche hasta Granada, mientras escuchaba la BSO de la tercera película de la trilogía de “El Señor de los Anillos”, pensaba que los corredores contamos con un preciado don, que estando tan al alcance de la mano de todos nosotros resulta increíble que la mayoría de la gente no lo aprecie, por desconocimiento o por inanición.
     Mañana estaré en Loja[7] y será una carrera dura de unos trece kilómetros, si bien a estas alturas de la tarde tengo dudas de cómo la plantearé. Lo más importante es que sirva para el entrenamiento planificado que estoy llevando a cabo para el Maratón de Madrid, pero qué duda cabe que si percibo buenas sensaciones la abordaré competitivamente, intentando bajar algo la marca de la edición anterior, si bien las cuestiones sobre marca y crono están siempre en un segundo plano cuando hay tanto disfrute de por medio. 

EL CORRER Y SU GRANDEZA

     No sé si somos de otra pasta, como decía Rafa Bootello[8]. Pero, sí, es cierto que no somos demasiado normales. Una persona normal ─que también lo somos en esencia en casi todo lo demás─, por lo general, no suele madrugar un domingo, haga calor o frío, y coger el coche para desplazarse a otra ciudad o pueblo con el fin de correr a lo largo y ancho de cuarenta y dos, veintiún, quince o diez kilómetros. De hecho, tampoco es muy común hacer esos kilómetros sin que ni siquiera exista la necesidad de desplazarse. 
     Cuando compraba pan y unas tortas en Guadix[9] tras recuperarme de su exigente Medio Maratón del Melocotón, recién acabada, la dependienta que me atendía reconoció en mí que venía de correr y se interesó por la carrera. “¿Cuántos kilómetros son?”, fue la pregunta que me hizo desde el mostrador de su tranquilo comercio. “Veintiuno” le contesté. “Desde El Bejarín[10] al cruce de Benalúa,[11] debe ser duro”, aseveró la dependienta. “Sí, en esta prueba y en estas fechas aún calurosas de mediados de septiembre todo es duro, pero entrenamos para esto”, ratifiqué finalmente. No era más que una breve conversación entre una persona que no se dedica a correr y otra que sí, aunque sea por mera afición. 
     Paseé un rato por la bella ciudad de la Alcazaba[12] de origen musulmán, de la Catedral[13] barroca, del recuperado teatro romano, del buen pan y de los buenos churros, y pensé en aquella breve conversación; una ciudad que apenas acababa de despertarse, una panadera que vende su pan aún caliente y unos cientos de corredores y corredoras que corren veintiún duros kilómetros. Pero no todos habían acabado aún de hacerlo. Mientras me dirigía al coche a dejar la bolsa de pan y las tortas caseras que había comprado, se daba el hecho casual que junto a donde estaba aparcado mi vehículo se ubicaba el kilómetro veinte de la prueba y que por él aún pasaban con cuentagotas algunos corredores. Eran los que iban a acabar en torno a las dos horas y quince minutos o treinta minutos. Lógicamente, se les veía cansados, muy cansados, pero ilusionados por llegar, ajenos al dios Cronos y a otras cuestiones menores. Animé a cada uno de ellos, y cada uno de ellos me lo agradeció. En particular, recuerdo a una chica bastante gruesa. La observé dando sus agónicos pasos, sin apenas levantar las piernas del suelo y le dije que ni tan siquiera le faltaba un kilómetro ─ocultándole que era uno de los más duros─. Esa chica, con bastante sobrepeso, pero consciente de ello ─de hecho, estaba allí corriendo, tal vez por ese poderoso motivo─, me inspiró heroicidad y convicción, pero también ternura. A esa hora, casi las doce y media de una mañana de domingo y con más de treinta grados, la mayoría de la gente estaba recién levantada, probablemente acicalándose para desayunar tardíamente, o bien, tomarse las primeras cañas, coger relajadamente la prensa del día y sentarse en una vistosa terraza de un bar y ver pasar la mañana dominical. Sin embargo, ella ya llevaba levantada varias horas y allí estaba luchando contra la onerosidad de su cuerpo y su durísimo último kilómetro. Me pareció algo entrañable. Al poco, reconocía a un corredor que vestía la equipación de mi club Esquí-Atletismo Caja Rural de Granada[14]. Se trataba de un conocido, con una edad aproximada a los setenta años, que con paso firme y estiloso se dirigía a culminar su enésimo medio maratón. El crono no importaba. Le saludé y me devolvió el saludo alegremente. A lo lejos les vi a ambos. La chica ya subía en dirección a la Catedral y el compañero de mi club iniciaba la curva hacía la derecha para enfilar los últimos ochocientos metros. Dos héroes silenciosos, que en una calurosa mañana de domingo y por un terreno duro estaban a punto de culminar una gesta.  
     Mientras tanto, en algún lugar, alguien sin mérito alguno ─un político, un monarca o algún otro parásito del sistema─, probablemente a esa hora, ante una cámara de televisión, se bañaba en multitudes a cambio de contar mentiras y hundir aún más el país. Y pensé con tristeza lo injusta que es, en ocasiones, la vida.









[1] Dispositivo GPS denominado Forerunner de la marca Garmin.
[2] En el mundo del corredor es muy habitual utilizar estos parámetros, tipo: cinco minutos, cuarenta segundos el mil. Significa que es el promedio de tiempo necesario para correr a lo largo de un kilómetro dentro de una ruta establecida.  
[3] La Vega de Granada es una amplia comarca de la provincia de Granada. Limita al norte con otra comarca denominada Los Montes Orientales, al este con la comarca de Guadix, al sureste con la Alpujarra granadina, al sur con la comarca del Valle de Lecrín, al suroeste con la comarca de Alhama de Granada y al oeste con la comarca de Loja. Está formada por 41 municipios, incluido el de Granada capital. La mayoría de ellos forman parte de la concentración urbana de Granada (futura área metropolitana).
     En el plano agrícola, se trata de una zona de regadío en la que se ha cultivado tradicionalmente tabaco, lino y cáñamo, si bien sus fértiles tierras han sido válidas para cultivos de patatas, ajos, cebollas, y una amplia variedad de legumbres y frutales.   

[4] Pinos Puente es un municipio de la provincia de Granada de 10.605 (Datos del Instituto de Estadística de Andalucía. Año 2015) habitantes, con una extensión superficial de 92,9 kilómetros cuadrados y con una altitud sobre el nivel del mar de 576 metros. Ubicado a 16 kilómetros al Noroeste de la capital. Su término municipal se encuentra en la comarca de la Vega de Granada, justo en el límite con la comarca de los Montes Orientales. La localidad principal -Pinos Puente- es la capitalidad del municipio y además cuenta con los siguientes núcleos de población: Casanueva, Zujaira, Fuensanta, Trasmulas, Ánzola, Cantarrana-Buenaviesta, Alitaje, Torrehueca-Torreabeca y Búcor. En 2014, el antiguo anejo de Valderrubio, que poseía el estatus de Entidad Local Autónoma, se convirtió en municipio, dejando así de formar parte del término municipal de Pinos Puente.  Su patrimonio arqueológico es antiguo y se concreta en los escasos restos de la ciudad y necrópolis ibero-romana de Ilurco, ubicada en el Cerro de los Infantes, en algunos restos prehistóricos aparecidos en el hoy denominado Polígono Industrial La Molaina y los distintos restos de origen romano y árabe aparecidos en distintos puntos de su término municipal. Lo más reciente ha sido el descubrimiento de, al parecer, un taller de alfarería del Siglo IV o V de nuestra era (en el momento de escribir esta nota aún no hay datos concretos), descubierto con ocasión de la construcción de la conexión de la autovía de Córdoba, en plena vega, junto al conocido como Puente de Alitaje.  
                En el Cerro de Los Infantes, tuvo lugar en el año 1319, la batalla entre las tropas castellanas de Alfonso XI de Castilla y las del rey musulmán de Granada, Ismail I.
                El monumento más importante de la ciudad es el puente árabe sobre el río Cubillas, el cual podría tener origen visigodo y romano. Este lugar también entra en la historia debido al encuentro en este sitio de un emisario de los Reyes Católicos con el navegante Cristóbal Colón. El emisario tenía como misión comunicar al descubridor que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (los cuáles se encontraban a pocos kilómetros, en el lugar que hoy ocupa la localidad de Santafé,  apostados junto a sus tropas a la espera de la rendición y entrega del Reino de Granada por parte de Boabdil, último rey nazarí, también conocido  como el Rey Chico), habían reconsiderado su negativa inicial a capitular en cuanto al viaje que el navegante tenía proyectado hacer para llevar a cabo el descubrimiento de un nuevo mundo que, como sabemos, consistió en el descubrimiento y colonización del continente americano.   
                Es en este pueblo donde nace y vive durante bastantes años el autor de este libro.
[5] Caparacena es un núcleo de población pequeño, dependiente del municipio de Atarfe. A lo largo de su historia ha sido municipio independiente y también ha pertenecido al de Pinos Puente del que dista tan sólo cuatro kilómetros. También a cuatro kilómetros, en dirección norte se encuentra el Embalse del Cubillas.
                Caparacena ha sido un lugar relevante a lo largo de su historia, tanto por tomar el nombre de un título nobiliario, el Vizcondado de Caparacena, otorgado por el Rey Felipe IV en el año 1624 a Antonio Álvarez de Bohórquez y Girón como por su estratégica situación en la Guerra Civil española al estar junto a las elevaciones que forman parte de Sierra Elvira (Cordillera Bética), situada en la comarca de la Vega de Granada. También existen referencias de la existencia de un caudillo árabe de nombre Sawwár h. Hamdún al-Muháribí, natural de esta población durante el auge de la antigua Madinat Elvira (S. VII-X), capital de la Cora de Elvira, cuyos restos arqueológicos se han hallado en los términos municipales de Atarfe y Pinos Puente, no lejos de la propia Caparacena. 
[6] Francisco Cid Alcalá, amigo personal del autor, también natural de Pinos Puente, con el que comenzó a rodar en los comienzos y con el que ha compartido, comparte y compartirá multitud de cosas, ésas que sólo se comparten con los mejores amigos. Aparecerá en varias ocasiones, porque este libro se sustenta en la memoria y es en ésta donde están presentes las personas que rodean al que evoca.
[7] Municipio de la comarca del Poniente granadino. Su amplio término municipal cuenta con más de 20.000 personas censadas y es una de las ciudades más históricas de la provincia de Granada. Patria chica del intelectual e historiador musulmán del Siglo XIV Ibn-Al- Jatib. Localidad ubicada, a mitad de camino de las ciudades de Granada y Málaga. Su prueba de fondo, que es organizada cada año, es de las más apreciadas por los corredores de Granada y provincias limítrofes, pero también una de las más exigentes.
[8] Corredor veterano granadino enamorado de este deporte, a la par que del Granada C. de F.  Buen amigo del autor.
[9] Municipio granadino de 18.928 habitantes (datos del Instituto de Estadística de Andalucía de 2015), ubicado en la parte centro-norte de la provincia de Granada, en la comarca Accitana. Se trata de un enclave con un enorme protagonismo en la historia ya que ha sido lugar habitado por diversos pueblos antiguos a lo largo de la historia. En su suelo se han hallado restos de distintas civilizaciones, siendo de vital importancia la recuperación del Teatro Romano. Posee una enorme riqueza monumental, destacando su Catedral Barroca y su Alcazaba de origen musulmán, además del recuperado teatro romano.   
[10]  Localidad perteneciente al municipio de Purullena (Granada) por la que cual transcurre la prueba.
[11]  Municipio de Granada, a escasos kilómetros Guadix, enclavado en la Hoya del mismo nombre y en la confluencia del Río Fardes.
[12]  Alcazaba de Guadix, construida en torno al S.XI, en pleno periodo de dominio musulmán.
[13] Catedral de Guadix, cuya construcción se inició en el S.XVI y se culminó a mediados del S. XVIII. Estilo barroco.
[14] Club al que perteneció el autor de este libro durante bastantes temporadas. 


El libro está disponible en bastantes sitios. Algunos de ellos son: 


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