Mostrando entradas con la etiqueta EL ESTADO EN FASE TERMINAL. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta EL ESTADO EN FASE TERMINAL. Mostrar todas las entradas

23 julio 2012

EL ESTADO, UN ENFERMO EN FASE TERMINAL (I): LA MONARQUÍA

Tan terminal como esa sanidad que nos comenta Ramón, tanto en la Comunidad valenciana como en el resto de España. Dos comentaristas más de la entrada anterior denotaban desesperanza y cabreo, M. D. Guardia y Roberto; y muchos más que no han comentado, pero que estoy seguro se habrán alarmado por lo que decía. Así está la situación.   
Y lo que decía es alarmante por la crudeza de lo que se exponía, intentando apartarme de todo barroquismo o tecnicismo, que es la vía que utilizan los supuestos expertos para ocultar la verdad. Es esa la función de lo blogs y de las redes sociales: decir con palabras gruesas lo que el gobierno no se atreve a decir.  De hecho, a estos medios personales, los gobiernos les suelen prestar atención y contratan caros servicios para rastrearlos. Así que ya que intentamos documentarnos por otras fuentes no oficiales, vamos a seguir dando datos y opiniones veraces y personales. Lo haremos en esta entrada  y en otras sucesivas. Una especie de folletín dieciochesco por entregas ambicioso que intentará opinar sobre las instituciones del Estado que entiendo personalmente necesitan ser reformadas constitucionalmente. Reconozco que se trata de un arduo y probo ejercicio, pero diré en mi descargo que no pretendo que tenga rigor científico. Tan sólo análisis personal y opinión. Pero aprovechando que existe un movimiento que proclama la reforma de la Constitución y el cambio institucional del Estado abordaremos este asunto.
Comenzaremos por la Monarquía o Corona, igual da, que como sabemos, ,también es la Jefatura del Estado. 



Para muchos españoles -por suerte, cada vez menos- no es un asunto prioritario su reforma o desaparición. Siempre ha sido "la niña mimada" del sistema democrático y su estatus, aunque generalmente desaprobado por la población en general, siempre se ha admitido como mal menor. Principalmente, porque se ha tratado con indulgencia a la figura de Juan Carlos I; su campechanía le ha precedido. Además, salió muy reforzada la institución por el supuesto papel salvador que jugó el Jefe del Estado, papel que después de documentarme y leer mucho sobre ello, personalmente, no me convence demasiado, como no convence a un buen número de historiadores e, incluso, literatos, que han escrito sobre este asunto (aconsejo leer la magnífica novela de Javier Cercas, ' Anatomía de un instante', novela de la que hablamos aquí en su día). Es más, yo creo que fue una operación de maquillaje que contribuyó a reforzar el papel de la Corona, pero no tengo datos para demostrarlo, tan sólo lo intuyo. La irrupción de la Monarquía en la Constitución de 1978 fue un jarro de agua fría para muchos republicanos que fueron los perdedores del conflicto de 1936 y que vieron cómo la forma de Estado negada por la fuerza, no volvía a restituirse en el sistema democrático. Sobre todo este asunto habría mucho que decir, lógicamente, y no será motivo de más análisis aquí. Es un asunto muy complejo. 
Pero no es menos cierto que antes de la aprobación de la Constitución de 1978, debió haberse sometido a referéndum qué forma de Estado querían los españoles: Monarquía Parlamentaria o República Parlamentaria. Ambas formas ya estaban consolidadas en la Europa democrática de nuestro entorno, si bien, teniendo en cuenta la suspicacia que causaba una forma u otra en España dada la experiencia no lejana de la Guerra Civil, en la transición, todos los partidos -incluso el PCE de Santiago Carrillo, a cambio de su legalización por parte del Gobierno Suárez- optaron por una Monarquía Parlamentaria, en la que el Jefe del Estado -el Rey- no tuviera poderes ejecutivos. Se pasó por alto, no obstante, que ese Jefe del Estado consagrado en la Constitución de 1978, ya había sido nombrado sucesor por el Generalísimo Franco. 
El papel del monarca, en cuanto a mediación en el funcionamiento de la instituciones ha sido bastante desigual, desde mi punto de vista, entre otras porque a mí nunca me ha parecido un hombre demasiado preocupado por el Estado, pero lo que realmente puede precipitar la caída de la institución son los perversos efectos que ha tenido la manga ancha que ha habido por parte del 'poder establecido' y los medios de comunicación con esta institución. Esa manga ancha ha derivado en una protección que choca con los principios democráticos de un Estado de Derecho y ha culminado en una opacidad que, finalmente, se está volviendo contra la institución misma. Acostumbrados sus miembros a no tener que dar cuentas de sus sueldos, gastos, negocios u otros asuntos delicados a pesar de que se trata de una institución que como las demás ha de justificar su presupuesto, todo ese oscurantismo del pasado ahora les pasa factura, dejando a las claras que es una institución que le cuesta adaptarse a la democracia, a pesar de los ejemplos de transparencia que tiene esta institución en las demás Monarquías Parlamentarias europeas (Suecia, Dinamarca, Holanda, Noruega, Liechtenstein, Mónaco, Luxemburgo,  Bélgica y Gran Bretaña). Por tanto, la necesaria regeneración del Estado ha de pasar por su Jefatura a la par de otras instituciones, de las que iremos dando opinión.    
A día de hoy, existen aún extraños resortes que impiden que se juzgue a la Monarquía como al resto de las instituciones, gobierno incluido. Los consabidos casos de los negocios del Rey y el oscurantismo de sus actividades y el reciente asunto Urdangarin y de su esposa, la Princesa Cristina pone a las claras la total desmesura y falta de escrúpulos con el se guían los miembros de la institución, hasta el punto que cada vez produce más rechazo a la ciudadanía el tren de vida de esta familia, mayormente, en este periodo histórico de crisis. Hasta no hace mucho todos estos asuntos no eran conocidos por el pueblo, pero la irrupción de las redes sociales, los confidenciales y la presencia de partidos de ideología republicana en las Cortes Generales están denunciando los excesos y la opacidad de la institución, hasta el punto que su prestigio en el Estado está cayendo enteros.
Me mojo y digo que, desde mi punto de vista, el Título II de la Constitución ha de ser modificado en el sentido de la supresión de la Monarquía y la instauración de un Estado Federal, en el que tenga cabida todas las sensibilidades nacionalistas españolas dentro del Estado. Un modelo ideal desde mi punto de vista es el alemán. Lógicamente, para tal fin, también tiene que ser modificado el Título VIII de la Constitución, que es el consagra el sistema autonómico que es ya totalmente insostenible.      

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...