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22 septiembre 2021

UNA CHARLA SOBRE LECTURA Y DEPORTE (SOBRE CORRER PRINCIPALMENTE)

 


El jueves, 30 de septiembre, la Biblioteca Pública de Granada me ha invitado a una charla para que hable sobre la alternativa de los libros, la lectura y el deporte (el correr en mi caso) a otros "ocios" más nocivos. Está pensado que acudan jóvenes, que son los más necesitados de ideas estimuladoras, pero no se descarta que acuda gente adulta porque la invitación se envía a los lectores de la biblioteca.

¿Y de qué hablaré? Básicamente de mi experiencia; de cómo yo he intentado (creo que a veces he conseguido) hacer de la lectura y el deporte, de correr en particular, dos de las principales alternativas de ocio que no solo me placen sino que han sido fronteras infranqueables de otros ocios menos saludables. Porque no pensemos que por muy bien amueblada que supongamos tengamos la cabeza no podamos caer en cualquier momento en ocios que inicialmente nos parezcan placenteros pero que al poco se convierten en insalubres. En una sociedad como la nuestra las opciones de caer en pozos profundos atraídos por alegres y cautivadores cantos de sirena son más que probables. Y eso es así porque nuestra sociedad está en permanente venta y compra. En una sociedad sometida al consumo de todo, ni los sentimientos escapan a él. De ahí que el individuo deba de buscar sus rincones de ocio saludable, buscar esos espacios de tiempo libre que le permitan desarrollarse como individuo, hacer lo que le gusta, pero que lo que le guste sea al mismo tiempo saludable; que le haga crecer y no menguar. Luego, pocas cosas hay como la lectura y el deporte para crecer; lectura como ansia de conocimiento y diversión y deporte como estímulo físico y espiritual, que puede ser competitivo, pero competitivo con uno mismo.

Y si tiene sentido para alguien encontrar esos espacios saludables, nadie mejor que para la gente que está en periodo de formación a nivel profesional, educativo y personal. El joven que crece leyendo o haciendo deporte será un adulto mejor que, además, estará revestido de un fuerte armazón que le alejará de otros insalubres.

Pues un poco de todo eso voy a hablar. Hablar, pero no intentar convencer a toda costa. 

He dado un buen número de charlas y conferencias a lo largo de mi vida y siempre he buscado la pureza. De nada sirve ni para ti ni para quien te escucha que te prepares un tema muy bien, pero que no creas en lo que dices. De ahí que cuando me invitan a dar una charla tengo que comprender que se trata de algo de lo que pueda hablar desde el corazón y desde el conocimiento.

Y es eso lo que pretendo hacer el jueves, 30 de septiembre. 

14 junio 2021

«ESO ES MUY MALO SUDANDO»

-¡Eso es muy malo sudando!
Yo dejaba caer el agua de la fuente sobre mi cabeza, mientras escuchaba esa frase de advertencia. Siempre lo hago con temperaturas altas. Nada hay más placentero que estar en la mitad de una ruta de entrenamiento y poder sentir cómo el agua fresca recorre tu cabeza y se desliza a través del cuello apagando el fuego de la alta temperatura. Ese agua se va fundiendo con el sudor y los primeros metros tras reanudar la ruta son también deliciosos al percibir el frescor del agua. 


Estaba en algún punto de la vega y me faltaban unos tres kilómetros para acabar mi entrenamiento y llevaba ya recorridos casi el triple de esa cifra. Eran más de las doce del mediodía y el termómetro en plena ola de calor debía estar en los treinta y cuatro grados, sino más. Por tanto, tenía sentido lo que me decía ese hombre de campo, de edad avanzada y con una sabiduría popular muy certera. Le expliqué que lo era, pero no si se hacía bien: refrescando los centros de refrigeración del cuerpo: nuca, frente y muñecas, y bebiendo poca agua y a pequeños sorbos. Se tranquilizó. «Una vez vi a un corredor que bebió agua y se mareó», me dijo a modo de título de  la explicación. Posteriormente se detuvo y fue más detalloso: iba el hombre por un camino y vio cómo un corredor iba perdiendo el conocimiento, y con esa pérdida el equilibrio, tras beber agua en abundancia en una fuente. La bonhomía del hombre hizo que se acordara de aquel suceso y me quiso advertir. Podía haber hecho caso omiso, seguir su ruta sin más, pero decidió prevenirme. E hizo bien, porque cuando un corredor es novato, cuando hemos sido novatos, cometemos esas imprudencias y, quizá por eso, dejamos de cometerlas cuando somos veteranos. Y así se lo expliqué, asintiendo el hombre con la tranquilidad de a quien se le ha aclarado muy bien alguna duda que albergaba. 
Correr tiene este tipo de cosas; correr cuenta con estas anécdotas humanas y especiales. Es una de las facetas que siempre más he admirado cuando me han ocurrido y es por ello, tal vez, por lo que me empujé a escribir mi libro Corriendo entre líneas, el cual está plagado de ellas, y así las conté (la mayoría de ellas) en este blog con anterioridad a plasmarlas en el libro.
¿Y me preguntáis por qué me gusta correr? Entre otras muchas cosas, por las grandezas que se viven en ruta.

24 mayo 2021

CORRER BAJO LA LLUVIA PARA CURARME

 Los dos última ocasiones en las que el agua ha caído casi torrencialmente en Granada he salido a correr. No se trata de que la lluvia me haya cogido desprevenido corriendo en algún punto remoto de esos caminos de vega que frecuento, sino que he optado por correr con la lluvia ya comenzada. He de reconocer que es mucho más agradable que la lluvia te coja ya en ruta, mucho más que dar el primer paso y que un reguero de agua penetre en tu cuello (porque jamás uso gorro), pero una vez superado ese primer momento incierto e incómodo todo son parabienes y poco a poco te vas mezclando con la lluvia que cae del cielo y con la que pisas en el suelo.

La última vez que lo hice fue ayer domingo, 23 de mayo. Cuando acababa de pasear a mi perro Odín comenzaron a caer las primeras gotas, de las que huimos porque mi perro no es un perro que se lleve bien con el agua en ningún sentido, a otros los ves pasear bajo la lluvia como si nada pasara, pero el mío, no; el mío huye de la lluvia. Así que fue en esos momentos cuando forjé la decisión de correr, cambiarme rápidamente y vestirme con malla técnica larga (porque también era baja la temperatura) y chubasquero. La idea era acumular tan solo ocho kilómetros porque el día anterior había acumulado diez y medio; y aunque estoy saliendo del bache de la lesión aquilea, no es conveniente jugar con el diablo en estas cosas.

Planeé un recorrido en el que había ciudad, asfalto y camino. Sabía que el camino estaría embarrado porque la lluvia era cada vez más intensa, pero aún así, nada me detuvo. Ya no me importaba esquivar los charcos que sí esquivaba en los primeros kilómetros. Ya daba igual, lo importante era sumergirme en ese mundo mágico de la lluvia bajo la épica de los kilómetros. La lluvia fue arreciando poco a poco y es obvio decir que no me encontré a ningún corredor. 

Eso hizo más especial mi gesta, que no es una gesta de héroe, sino una gesta personal. Una opción nacida del libre albedrío que me sirve para congraciarme con el mundo, la naturaleza y conmigo mismo.

Además, ayer era un día que necesitaba resetear la mente porque lo que ahora me interesa no es otra cosa que ir alejándome poco a poco del mundanal ruído, de las cosas que antes tenían un sentido, pero ya no.

Porque la vida es demasiada ingrata; y demasiada corta para desperdiciarla con malos rollos. 

Y correr es el antídoto verdadero. Al menos, lo es para mí.

Tal y como sospechaba, cuando acabé mi ruta, mientras estiraba en la puerta de casa, ya bajo techado, no recordaba cuáles eran esos malos rollos: correr bajo la lluvia me había curado.

¡Gracias, de nuevo, correr!

¡Gracias, de nuevo, correr bajo la lluvia!




13 septiembre 2020

CUANDO LA MENTE PARLOTEA

 Ayer fue uno de esos días en los que lo fácil, lo cómodo, quizá, lo aconsejable hubiera salido no salir a correr. Los que llevamos años haciéndolo sabemos, justo desde el momento en el que nos calzamos las zapatillas, que el cuerpo en ocasiones prefiere otra cosa. Tal vez un paseo, leer un buen libro, mirar el cielo o el paisaje en lontananza, todo sería válido para un cuerpo que no desea correr y que transmite ese deseo a la mente, que perezosa secunda su veredicto.

Pero son muchas ya las trampas sufridas por el cuerpo y por la mente en este ser corredor como para sucumbir. 

En estos momentos, siempre recurro al resto del día. ¿Qué quiero decir con el resto del día? Muy fácil: un resto del día quejándome por las esquinas por no haber vencido esa pereza o esa falta de predisposición, esa falta fe voluntad que, al final, es de lo que se trata. Por tanto, hago oídos sordos al parloteo de la mente, que no es más que la portavoz de lo que le transmite el cuerpo, y voy vistiéndome con la ropa técnica adecuada y calzándome las zapatillas con la profesionalidad del que aun sabiendo que no lo es actúa como tal. El parloteo no cesará durante el primer kilómetro, es posible que tampoco durante el segundo, pero guardando silencio y aquiescencia la zona más vulnerable, ese talón dañado que refleja su daño al tendón de Aquiles, quién va a escuchar a quien no llevar razón y solo parlotea.

En el kilómetro tres o tal vez antes, el parloteo se detiene y ya parece que la mente ha comprendido que lo que quería el cuerpo no era otra cosa que engañarla, hacerle ver que había una agonía orgánica que es posible que ni existiera.

Pero sí existía. Lo comprobé a lo largo de los once kilómetros en los que no me fue posible bajar de cinco minutos y medio el mil; o mejor dicho, no es que no me fuera posible sino que en estos casos siempre conecto el piloto automático, que solo es posible poseerlo (advierto) cuando ya se llevan muchos kilómetros en las piernas, porque que jamás viene de serie. 

Y de esa forma completé un entrenamiento que siempre resulta delicioso por una vega no demasiado calurosa pero con una luz clarísima. Solo cuando dejé que la fuente de fresquísima agua en algún lugar del camino bañara toda mi cabeza, comprendí que siempre hay que salir a correr a pesar de todo. Siempre que no exista una lesión física paralizante que no lo permita. 

Y en esta ocasión ninguna lesión lo impedía.

15 agosto 2020

EL RITO DEL QUINCE DE AGOSTO

Anoche, mientras veía un reportaje dedicado a la trayectoria de Martín Fiz, tal vez el mejor maratoniano patrio, junto a Abel Antón, no tenía nada claro que pudiera cumplir el rito de correr –siempre el quince de agosto, como cumplo el de correr en Nochebuena y en Nochevieja. Estaba aún semipostrado por decisión propia para esperar que bajara el dolor y alguna inflamación de mi Talón de Aquiles (valga el doble sentido del término), por lo que había decidido un parón de tres semanas, porque sé que es suficiente para volver a iniciar la actividad atlética. Pero la mala fortuna, o la buena, hizo que estuviera de por medio en ese parón voluntario el quince de agosto o, tal vez, el subconsciente fue acumulando las imágenes del documental de Martín Fiz y poco a poco se fue creando en el lugar en el que se genera la voluntad la idea de ir a correr. Aún así, no hice preparativos algunos, que es lo que hago habitualmente cuando tengo programado correr a la mañana siguiente. Decidí sin más dedicarme a leer en mi terraza y el frío de las noches agosteñas del sur aconsejó que me fuera a la cama, donde continué leyendo. Hasta ese momento, la fabrica de la voluntad aún no había acabado su producto y me dormí sin la advertencia subconsciente de que tenía que irme a correr.

Pero llegó la luz de la mañana y di el primer paso en el suelo al saltar de la cama. Comprobé que, como todas las mañanas, al estar la sangre de la zona dañada aún dormida, el dolor afloró, pero no tanto como para que desdeñara salir a correr. Además, me encontraba muy bien. Se supone que había descansado lo suficiente. 

Así que hice lo que siempre hago: tomarme un café solo con cuatro almendras naturales, que tan bien me van para las fuerzas de la carrera y nada impiden la digestión. Busqué un pantalón muy corto, de competición y –curiosamente– al meter la mano en la balda del armario donde tengo sin orden toda la ropa técnica apareció la camiseta técnica de tirantes Joma que me obsequiaron en el Maratón de Sevilla de 2009 en el que pudimos ver a Abel Antón corriendo porque él ganó allí su segundo campeonato del mundo de Maratón. Es posible que el destino, en ocasiones, sea así de juguetón.

Por lo tanto, complacido por mi buen estado y por la casualidad, me fui a correr diez deliciosos kilómetros, para lo cual elegí camino blando –aunque pedregoso– de vega y zapatilla Scott Kinabalu, ultrarreforzada, de trail. No me apetecía jugar a los dados.

Comprobé enseguida que, a pesar de ser aún las diez de la mañana,  no se trataba de una mañana agosteña. El calor no golpeaba como si lo ha hecho hace unos días. Supe enseguida que se trataría de un entrenamiento de quince de agosto muy atípico porque el calor no me azotaría con tanto descaro la cara ni las piernas, a pesar de que calor hacía, cómo no, me dije, si estamos en agosto. Comprobé también que a pesar del parón de dos semanas no había perdido ritmo; en todo caso, apareció un pequeño atisbo de debilidad muscular en las piernas, pero es algo normal, porque es de común conocimiento entre nosotros que el músculo es fuerte, sí, pero también dado a comodidades y se suele desinflar a la menor oportunidad que se lo permites.


Por lo tanto, cuando enfilé este maravilloso camino de vega, cuya vista parcial se aprecia en la fotografía, rodeado de silencio, paz y naturaleza, además de esa presencia permanente de la historia del lugar, junto a la Acequia Gorda, tan dada a épicas históricas en esta tierra granadina, comprendí que todo se confabuló para que pudiera cumplir ese rito del quince de agosto. 

Porque pasan los años y cada vez es menos posible hacer apuestas con el destino, pero reconforta que pasen pudiéndolo cumplir. 


03 agosto 2020

EL CANAL DE YOUTUBE DE PACO MONTORO. UNA MAGNIFICA IDEA MUY NECESARIA.

Cuando mi amigo Paco Montoro, el vocacional corredor malagueño, amante del cine, de los libros, de la música y, obviamente, del correr, y de tantas cosas más, me comunicó que iba a crear un canal en Youtube en el que incluiría, entre otras cosas, reflexiones del gran filósofo de este deporte, el prestigioso Dr. Sheehan, del gran Toni Lastra, otro filósofo español del correr que vivió toda su vida apasionado por este deporte, practicándolo y escribiendo sobre él, y que también incluiría reflexiones de servidor, no pude más que sentirme abrumado a la par que de dichoso. Y como sé que Paco es persona de principios y hacedor de ideas –como ya demostró en su muy seguido blog Correr para vivir mejor dedicado al mundo de correr– coetáneo a este o bien al que antecedió a este, sabía que pronto tendríamos una primera reflexión de un servidor, incluida en el libro Corriendo Entre Líneas, iniciativa de la que estoy sumamente agradecido. 
Sobre todo porque la conexión de lo que uno escribe con lo que escribe y piensa Paco siempre ha sido muy estrecha, y esa misma conexión se intercala como si tratara de un puzzle universal con las de los grandes escritores citados ya desaparecidos, cuyas obras siempre perdurarán entre nosotros. 

Conocí a Paco virtualmente en la época de los blogs, no recuerdo bien en qué primeros años de la década del dos mil. Como era habitual, quienes corríamos y escribíamos sobre ello lo hacíamos en nuestras bitácoras porque aún las redes sociales no existían. Ambos de la misma generación, posteriormente, tuvimos la ocasión de conocernos físicamente, lógicamente, en una de las carreras a las que ambos acudimos, no recuerdo si en la durísima Media Maratón de Montaña de Calahorra-La Ragua o, si por el contrario, ya nos habíamos saludado antes en Órgiva o, tal vez, en alguna otra carrera. Pero bastaron esos breves encuentros para sellar una gran amistad, que aún perdura, a pesar de que tenemos pendiente esa gran charla con unas cervezas tras devorar unos lúdicos kilómetros que mucho me gustaría pudieran ser en la Vega granadina o, tal vez, en Los Montes malagueños, lugares tocados por la naturaleza que, respectivamente, ambos adoramos y por los que han transcurrido muchos de nuestros entrenamientos y nuestras reflexiones. De hecho, ya me referí a él y a su blog en una entrada de mi blog titulada El correr como vida,  el día 17 de noviembre de 2010. Pero no fue la única que hablé de él, hubo más ocasiones en mi blog y en las redes sociales.
Era muy necesario que la gran orbe virtual contara con un canal en el que tuvieran encuentro estas reflexiones, que no son tan habituales en nuestro mundo como corredores, aunque una cosa es cierta: todos los corredores y no corredores las disfrutamos por una sencilla razón: están escritas desde la experiencia y desde la emoción que nos ofrecen las zancadas que damos por caminos, carreteras y veredas, casi siempre en solitario, porque es muy necesaria la soledad como corredor para que surjan reflexiones que nacen necesariamente de la introspección. 
¡Larga vida a este canal de Paco Montoro! Del que soy seguidor desde el primer minuto de su creación. 




29 julio 2020

NO CORRO PORQUE ME DUELEN LAS RODILLAS Y OTROS TÓPICOS

Tendinitis de AquilesCuando alguien me dice –y me lo dicen con mucha frecuencia– que le duelen las rodillas y eso le impide correr, ya no suelo contestar. Antes lo hacía. Les decía que se trata de una zona muy fuerte y que el problema del dolor no es importante; que le duelen porque no están habituadas a correr; que necesitas comenzar poco a poco; que es posible que no se trate de las rodillas sino de una rigidez excesiva de los músculos isquiotibales o incluso de los gemelos... Pero como digo, ya no contesto. Porque si lo hiciera tendría que hablarles de la amplia gama de dolores por los que he pasado y sigo pasando desde que corro de manera habitual. Hubo una época en que me dolieron las rodillas. Es más, hasta un poco antes de que nos tocara confinarnos me dolían en exceso cuando corría y tras correr, pero el dolor..., desapareció, sencillamente porque me centré en eliminar ese dolor, que finalmente pude comprobar yo y el fisio que visité derivaba de una carga excesiva de los isquiotibiales. Y no contesto porque tendría que hablarle de mi lesión crónica denominada tendinitis aquilea o tal vez fractura del calcáneo, porque no tengo un diagnóstico aún, si bien ambas cosas pueden estar conectadas. Esa lesión siempre ha estado ahí y hasta recuerdo el día en el que la provoqué por falta de información o de prudencia, que en ocasiones es casi lo mismo. Repaso entradas antiguas de este mágico mundo que es el blog, donde todo permanece (no como en las redes sociales, que todo se evapora) y desde que corro y escribo sobre correr siempre he aludido a ella, sencillamente, porque siempre ha estado ahí. Recuerdo en una ocasión, hará unos diez años, que, incluso, ya había renunciado a correr. Sí, recuerdo como anécdota que por aquel entonces viajé a Londres con mi pareja y la ilusión que llevaba por comprar allí unas New Balance, fabricadas en aquel país se disiparon. Entré en Harrods y vi el modelo que quería (no recuerdo si eran las 1080) a un precio bastante competitivo. Una vendedora con pericia pudo ver en mi aproximación que era corredor y que las buscaba e intentó que me las probara y le dije con un horrible inglés que estaba lesionado y que el correr para mí había acabado. Lo comprendió y dijo Sorry. Esa era mi determinación por entonces. Estaba convencido que no volvería a correr. A los pocos meses me compré una MTB preparando ya la retirada de patear caminos y calles. No recuerdo si había participado ya en la Subida al Veleta o no, pero lo que sí es seguro es que después de esta fatal lesión volví a correr mucho, participando en un maratón, muchos medios maratones, por no hablar de cientos de carreras de todo tipo, incluso montaña y trail. Por tanto, a ese dato me aferro, si bien hay días en los que no tengo fe ni tan siquiera en esos halagüeños datos del pasado, días en los que tras correr el dolor reaparece y resulta horrible, sobre todo cuando tras un tiempo de inmovilidad se enfría la zona. Días en los que tengo que espaciar durante varias jornadas correr por mor de ese dolor. 
Corrí el pasado sábado y no he corrido hasta hoy, miércoles. He dejado pasar tres días, los suficientes para que con el tratamiento adecuado (crioterapia, ultrasonidos, roller, estiramientos, automasaje y Traumeel) el dolor desaparezca en gran parte, aunque nunca del todo. Cuando comienzo a correr el dolor siempre está presente en los dos primeros kilómetros, pero cuando la sangre riega bien la zona por el efecto del trabajo muscular el dolor desaparece y tan solo quedan pequeñas molestias, que no me impiden correr. Y así siempre. Siempre se trata de una rueda que no parar de girar: correr, dolor durante varios días, tratamiento, recuperación y vuelta a correr. Siempre es así.
Y por eso cuando alguien me dice que no corre porque le duelen las rodillas, ya no contesto. 

12 julio 2020

UNA RUTINA DE ENTRENAMIENTO BAJO MÍNIMOS

Los corredores habituales hemos de enfrentarnos a un sinfín de lesiones de mayor o menor alcance que pocas veces nos imposibilitan poder correr de manera habitual, pero en otras ocasiones nos hacen detenernos por completo. Mi caso está a mitad de camino desde hace tiempo al sufrir una tendinitis aquilea, que no me ha impedido correr de manera habitual aunque ha habido épocas en las que he tenido que espaciar los entrenamientos. En este caso, toda prevención es poca.
No ayuda una sobrecarga de entrenamiento ni correr por terrenos duros (asfalto, aceras), por lo que intento hacerlo por caminos el mayor tiempo posible.
La tendinitis del talón de Aquiles se manifiesta de manera evidente en la fase de enfriamiento de la zona lesionada, manifestándose el dolor de manera muy significativa cuando saltas de la cama, desapareciendo el dolor a medida que va calentándose la zona, es decir cuando llega la sangre a esa zona, por lo general poco irrigada. También, cuando estás un tiempo sentado sin actividad física alguna. Hay lesiones que comienzan a aflorar (el dolor) al poco de correr; otras, cuando llevas ya varios kilómetros, pero el dolor de la tendinitis aquilea, desaparece, precisamente, cuando llevas un par de kilómetros corriendo y eso es porque es cuando la zona está más irrigada, más caliente. Otra cosa distinta es que el dolor aparecerá sin duda cuando se enfríe. Y podrá ir a peor si no se pone remedio.
Por tanto, los expertos aconsejan siempre estiramiento permanente en esa zona, frío para bajar la inflamación –que en mi caso es evidente, pero no de manera espectacular– y, por supuesto, detener la actividad cuando la lesión esté más agravada. Sin embargo, detenerse por completo tampoco es lo más recomendable porque la inactividad podría provocar que la zona dañada empeorara por la falta de irrigación; en todo caso, andar es una buena idea. 
  Y como jamás me planteo dejar de correr alterno estas dolencias con soluciones que me suelo aplicar con constancia absoluta en las épocas de mayor gravedad. Además, del estiramiento, suelo aplicarme ultrasonidos que obran una verdadera mejora, así como frío y calor infrarrojo. Es una zona complicada para el Compex, por lo que lo último que he adquirido es un kit de rodillo revestido de suave hule, que no debe de faltar en la casa de cualquier deportistas, aunque el Compex vendrá de maravilla para gemelos y soleo.
Dicho esto, ayudará mucho a que la tendinitis aquilea no se agrave o mejore la descarga de la musculatura adyacente e, incluso, más lejana com es el caso de los isquiotibiales y, por supuesto, siempre del gemelo y el soleo, los músculos vecinos, así como correr por terrenos blandos y con perneras de protección, que últimamente he olvidado algo. Y, por supuesto, siempre hay que correr con zapatillas con buen nivel de amortiguación y olvidarse de las ya desgastadas por mucho cariño que les tengamos.
Toda ayuda es poca. 

04 julio 2020

ME GUSTA EL CALOR PARA CORRER Y UN LAGARTO EN EL CAMINO

El calor ha entrado con fuerza. Lo hizo incluso antes de que el verano hiciera su irrupción oficial. Siempre pasa así en el sur de España: no te avisa. 
Por tanto, has de estar prevenido ante la falta de notificación.
Llevo corriendo con bastante regularidad desde que nos dejaron hacerlo tras el confinamiento. Lo que hacía antes no era en realidad correr aunque los quince metros de terraza, a veces, me ofrecían la sensación de estar haciéndolo. Solemos sacar partido a lo más pequeño. Recuerdo una tarde lluviosa, ya casi apareciendo el manto de la noche, en la que corría por mi terraza. Solía vestirme con mi ropa técnica para que pareciera lo más real posible. Esa tarde también me puse el chubasquero técnico y cuando tenía enfrente la luna y a lo lejos la Vega de Granada la sensación era casi la misma que si estuviera corriendo por ella bajo una fina y reconfortante lluvia.
Pero a partir del dos de mayo ya comencé a correr en la calle y fue bastante catastrófico. Tenía todos los músculos entumecidos y apenas conseguía alcanzar los seis minutos de media por minuto. No ayudaba que tuviera que correr por la ciudad y en ocasiones encontrándome con mucha gente. Eran los días en los que todo el mundo se lanzó a la calle tras casi dos meses sin apenas pisarla.
Pero de todo eso ya parece haber transcurrido un año. El tiempo es muy relativo.
Y ahora estoy corriendo regularmente, como decía, y con calor. Intento no salir más tarde le las diez de la mañana, pero a esa hora el sol penetra en tu piel y aprecias su intensidad. Sin embargo, algún día he salido a correr a más de la once de la mañana. Esos días me gustan, aunque son realmente duros. Atravesar un camino de Vega que parece en llamas, polvoriento y solitario siempre me ha parecido épico; y si en el trayecto hay alguna cuesta, por efímera que sea, también me he sentido bien dentro de la dureza y el sufrimiento que conlleva subirla.
Jewelled Lizard (Timon lepidus) male found under a stone by Jean NICOLAS (14166347788).jpgCuando hoy a más de las doce de la mañana un lagarto sorprendentemente verde de unos cuarenta centímetros de largo pasaba casi por debajo de mis pies, asustándose a mi paso, comprendí que estoy corriendo con las condiciones y en los escenarios que me gustan. 

02 mayo 2018

UN PROYECTO CURIOSO: REFLEXIONES Y POEMAS NOCTURNOS DE UN CORREDOR

Yo escribo cosas, elaboro proyectos y los suelo acabar. Luego los dejo dormir un tiempo, a veces más largo, otras más corto. Pero no todo nace con la vocación de publicarse, aunque, sí, ese debería ser el fin último. Pero ocurre que no todo lo que se proyecta acaba alcanzando una forma concreta y sin ella no es posible hacer un libro. Sin embargo, he de admitir que cuando un proyecto me ronda por la cabeza, visualizo  el libro, que bien podría ser en papel o en digital. Es de esa forma cómo he publicado ya seis libros, entre papel y eBooks.

El origen de Reflexiones y poemas nocturnos de un corredor
   
Un buen día, de manera inopinada, cayó en mis manos un librito de no más de sesenta páginas. Quien me lo hizo llegar también envió un mensaje: cuídalo, es un libro de cabecera. Era sobre el corredor y lo componían textos, prosa más que poesía, y fotografías. No era gran cosa lo que contaba, he de admitir, pero tenía su atractivo. Así que me dispuse a leerlo y lo acabé en apenas una hora. Luego, me quedé reflexionando y vi una especie de luz. Es esa especie de luz que solemos ver quienes escribimos y estamos en todo momento a la busca de un proyecto nuevo. Vi claro lo que quería escribir. Nada tendría que ver con lo que había leído en ese librito, pero sí había posibilitado que visualizara el proyecto. Al principio, un poco difuso, sin esquema previo, pero poco a poco fue tomando forma. La idea no era otra que, aprovechando que me encontraba lesionado y no podía correr, elaborar cada noche una reflexión sobre correr de pocas palabras y a esa reflexión acompañarle una fotografía, ambas cosas motivadoras para quienes gustan correr y leer sobre correr, pero también para quien no siendo corredor le guste leer prosa y poesía, porque también incluiría poesía. Resulta que había acabado de escribir el manuscrito del poemario 'Me iré con el primer viento', y había decidido excluir los poemas dedicados a correr, que conformaban un capítulo independiente. Abrazaba la idea de escribir algún día un poemario dedicado en exclusiva a este deporte. Así que la idea ya iba cogiendo forma, de hecho la tenía ante mí: incluir en ese libro de reflexiones los poemas. Al poco, consideré como muy razonable y lógico que fueran cuarenta y dos las reflexiones, iguales kilómetros que tiene la distancia mítica del maratón. Luego, ya estaba diseñado el proyecto. Ya solo faltaba corregir, reescribir, dar orden a lo escrito y buscar las fotografías muchas, de las cuales serían mías, pero otras las buscaría en banco de fotos gratis o de pago.
¿Será publicado algún día? No lo sé, en verdad, aunque sí tengo ya claro que de publicarse tendría que ser en papel, porque hay libros para papel y libros para digital.               

15 noviembre 2017

CORRER Y CORRER, COMO CONCEPTO EXISTENCIAL


Comenzaba esta tarde el rito anual de "recuperar" la ropa técnica de invierno y guardar la de verano. Este rito, observo, lo llevo a cabo en los últimos años mucho más tarde. Recuerdo cuando lo iniciaba recién comenzado octubre, pero ahora hay que entrar casi en diciembre. Otro dato empírico que demuestra lo cierto del cambio climático. Y, sin embargo, aún no significa que deba utilizar mallas y chubasqueros u otras prendas que abriguen del frío. Puedo juraros que el otro día tuve la ocasión de cruzarme con un corredor que iba enfundado en ropa de invierno avanzado y casi me dio calor al verlo. Yo, en cambio, vestía el mismo pantalón corto técnico de verano y tan solo una primera capa de manga larga, y aún así me sobraban las mangas. O el caso del del primer domingo de noviembre, con motivo de la celebración del Medio Maratón de Motril, en el que pude correr cómodo con la misma ropa técnica que he utilizado en julio y agosto. Y de eso quería hablar en esta entrada -no de la ropa, que tan solo ha servido como introducción- sino de ese medio maratón y la importancia que tuvo para mi fuero interno haber participado en él y haberlo acabado con buenas sensaciones, aún a sabiendas de que mi marca iba a estar muy por encima de la habitual -como así fue-, pero eso no importaba en absoluto.
   Importancia que años atrás no vislumbraba y eso es así porque el correr no es solo una actividad deportiva, sino un concepto de vida que se te pega a la misma allá donde vayas, casi como el respirar. O si no como el respirar sí como una aseveración que forma parte de tu psicología y la percepción que tienes del mundo, es decir, de tu filosofía ante el mismo. De ahí que fuera tan importante que estuviera en esa carrera. Algo así como si te hubieran entregado hace años varios boletos, sin los cuales no podrías sobrevivir, y observas de pronto que se te van agotando y necesitas ir a por más. Así que yo fui a por más a esa carrera y, sí, me traje conmigo un buen puñado que si bien no me servirán eternamente, sí para seguir sobreviviendo otro tiempo. Hubo un tiempo en el que me sobraban boletos. Es más, los regalaba de tantos que tenía, pero últimamente no puede tener esa prodigalidad.     
     Podría parecer que necesitara demostrarme a mí mismo que necesitaba acabar un medio maratón tras haber corrido en lo que llevamos de año -y ya está finalizando- tan solo uno allá por el mes de marzo, pero no se trataba de eso, entre otras cosas porque a estas alturas es absurdo que deba demostrarme a mí mismo que puedo acabar bien físicamente tras veintiún kilómetros. No, el asunto era mucho más complejo. Más espiritual. Más filosófico, como venía a decir antes.
   Algo así como quien siendo bailarín toda su vida, necesitará saltar a la pista de baile para volver a reencontrarse. Porque hemos de saber que lo que se consiguió no se hizo para siempre y que la vida no es otra cosa que una constante pérdida. De ahí que cuando la organización colgó mi foto de la entrada a meta optara por mirarla una y otra vez casi con ternura y emoción en la mirada, cuando años atrás eso no era más que una cursilería egocéntrica y rutinaria.     

23 septiembre 2017

EBOOK "TÚ PUEDES CORRER": INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

¿Por qué este libro?

Siempre suelo preguntarme por qué este libro en cada uno de los libros que he publicado. Y lo hago, porque al tiempo que me lo pregunto a mí mismo os lo acabo explicando a vosotros, apreciados lectores.
            Éste que tienes en tus manos surge a partir de la publicación de mi anterior libro ‘Corriendo entre líneas’ (Editorial Leibros, 2017), del cual conoceréis un capítulo completo como adenda regalo al final de éste. ‘Corriendo entre líneas’ es un libro complejo, en el sentido de que aborda la actividad de correr desde una perspectiva muy amplia. El correr como actividad vital que va más allá del mero ejercicio de correr. De ahí que denominara su estilo como realidad ficcionada, ya que cuenta a lo largo de sus más de setenta historias, repartidas a lo largo de trece capítulos, el mundo del corredor o el corredor y su mundo, como se le quiera denominar, basado en mi propia experiencia vital como corredor habitual.
Pero no es un libro que tenga como fin servir de guía para comenzar a correr, aunque pudiera serlo para algunos lectores.  Así que cuando estaba a punto de editarse, me dije que sería buena idea ayudar a todo aquel que, como yo, un buen día decide ponerse a correr, pero necesita que alguien le guie de primera mano. Por tanto, me dije de nuevo, escribiré un libro que pueda servir de guía para el aspirante a corredor que pretenda correr desde cero; un libro destinado a toda aquella persona que desea comenzar a correr desde ya sus primeros kilómetros, sabedor de que tan sólo lo ha hecho ocasionalmente para coger el autobús o para huir de algún peligro, y que quiera comenzar a correr con independencia de su motivación, la cual puede ser diversa: bajar de peso, sentirse activo y vivo, eliminar el colesterol y los triglicéridos, que siempre salen altos en la revisión médica de la empresa o particular, comenzar una nueva actividad, cambiar hábitos insalubres (comida basura, tabaco, alcohol) por otros más salubres… Los motivos pueden ser tantos como tantas las personas que deciden a dar ese primer paso.
Luego, me dije también, yo tengo la experiencia tras muchos años corriendo y, de alguna manera, también comencé a correr desde cero. Pensé en mis comienzos y concluí que me hubiera sido muy útil que alguien me explicara de manera ordenada cómo comenzar a correr.
Como decía, el libro que ahora comienzas a leer está basado en mi propia experiencia personal, la cual me ha llevado a correr miles de kilómetros a lo largo de varios maratones, decenas de medios maratones, infinidad de carreras más cortas y todo el entrenamiento que eso conlleva, por no hablar de la participación en alguna prueba de ultrafondo en altura, como es la Subida al Pico del Veleta de Granada, que dicen que es de las más duras del mundo, y varias de montaña, además de todos esos miles de kilómetros de entrenamiento para asumir todos esos retos, que para mí han sido divertidos, a pesar de la dureza de muchos de ellos.
En definitiva, lo que me ha movido a escribir este libro es la intención de que tú también corras. Y me mueve ese afán porque siempre he considerado que cualquier persona puede hacerlo. Es más, te diré también que cualquier persona que se lo proponga puede correr un maratón. No, no miento ni exagero. De hecho, tengo proyectado también un libro que intente convencer acerca de la posibilidad real que puede tener cualquier persona de correr un maratón, comenzando desde cero.
Por tanto, aquí cuentas con mi experiencia condensada a lo largo de los años. No tendrás ante ti un farragoso manual técnico, que es materia propia de correros avanzados, ni una terminología que te hagan desistir del libro, nada de eso. Todo ese tecnicismo lo he evitado de manera voluntaria. Tendrás lo que a mí me sirvió y creo firmemente que también te servirá a ti. Ahora bien, como cualquier disciplina, exige tiempo, motivación y muchas ganas de comenzar a cambiar un aspecto en tu vida que, con el paso del tiempo —y lo digo por mi propia experiencia—, se convertirá en algo muy importante en tu existencia. Si te enganchas a correr —no digo a competir como un obseso ni a intentar batir marcas, que no sean las personales que te motiven—, te aseguro que se abrirá ante ti todo un mundo, el cual levitará sobre todos tus mundos: sobre el trabajo, sobre la amistad, sobre la familia, sobre tu concepción del mundo, en definitiva.      Te hará mejor persona y disfrutarás más de ti mismo. Y te acabarás preguntando, por qué tanto por tan poco. Yo también me lo preguntaba, pero ahora sé la respuesta. Y ésta no es otra de que se trata de una actividad física que transmite las buenas sensaciones a la mente de una manera directa y proverbial. Porque no es tan solo correr, sino que esos kilómetros recorridos los tienes todo el día en mente y los días posteriores, de manera que acabas viendo el mundo que te rodea de otra manera. En algunos casos esa actividad a la que dedicarás una o dos horas acabará por ser la más importante del día y conseguirás verlo todo bajo el prisma de ésta. Y cuando llegue la noche y toque descansar te encantará pensar en el camino recorrido, en esa cuesta en la que sufriste, en esa puesta de sol que veías mientras corrías plácidamente entre los ocres campos otoñales, en esa carretera y solitaria que has recorrido y que la ves en lontananza cuando miras atrás, en ese grupo de pájaros que en manada, sobre tu cabeza, buscan un territorio más cálido cuando llega el invierno, en ese crepitar de las hojas secas de otoño cuando las pisas, en esa acequia que corre paralela a ti con su agradable rumor, en esa lluvia suave que te sorprendió cuando corrías en soledad…Son tantos los estímulos que acabarás comprendiendo que no se trata tan solo de una actividad física, sino que es mucho más que todo eso. Por tanto, comencemos el camino con un primer paso. Si lo continuas al ritmo que está descrito en el libro, conseguirás ser un corredor al que se le abrirán todas esas maravillas que acabo de exponerte. Adelante, pues.         


14 julio 2017

"TÚ PUEDES CORRER: COMIENZA A CORRER DESDE CERO", MI ÚLTIMO LIBRO, EN FORMATO SOLO DIGITAL Y EN EXCLUSIVA EN AMAZON


"Tú puedes correr" es un libro que está basado en la experiencia personal del autor como corredor. Según sus palabras, es el libro que le hubiera gustado leer cuando comenzó a correr. Está escrito de manera amena y es de fácil comprensión, apartándose de tediosos tecnicismos. La idea es que cualquier persona que quiera comenzar a correr pueda hacerlo siguiendo los consejos que se dan en este libro. Por tanto, el autor ha decidido escribir no un manual repleto de planes de entrenamiento, que con el paso del tiempo se acaban abandonando, sino un libro que se lee con facilidad y que aporta consejos basados en su propia experiencia acerca de cómo dar los primeros pasos, para lo cual es muy importante ir creando un hábito y alternar en una primera fase andar y correr. Aborda entre otros aspectos básicos de nutrición sin que pretenda ser un manual en este campo, la pérdida de peso y el equipamiento técnico básico necesario para comenzar a correr tanto con un clima cálido como frío. 

Tal vez, lo más importante de este libro es que no hay ni una sola palabra, frase o idea que no ha sido experimentada por el propio autor como corredor veterano con varias maratones a su espalda, así como diversas pruebas de ultrafondo, montaña y decenas de medios maratones y pruebas de todo tipo de distancias. Además, se da la circunstancia que es autor de un libro (Corriendo entre líneas. Editorial Leibros, 2017) que refleja diversos aspectos sobre el corredor y su mundo, elaborado con historias, reflexiones y anécdota vividas por el propio autor a lo largo de sus muchos años como corredor, cuyo primer capítulo se regala al lector de este eBook. Además, el autor ha escrito dos libros más: Conversación en la taberna y 41 relatos (Editorial LUHU, 2015 y Editorial Estratega, 2017) que incluye entre otros muchos, algunos relatos breves relacionados con correr; asimismo, es autor de un libro titulado Opiniones Intempestivas (Editorial Estratega, 2016), que es una recopilación de artículos escritos en prensa. Algunos de esos artículos relacionados con el correr están incluidos en el anterior libro, Corriendo Entre lineas.
Por tanto, el lector de este eBook va a encontrar en este libro un fiel aliado para comenzar a dar los primeros pasos como corredor. Un libro que siguiendo sus postulados le convertirá en un corredor que desde la nada le posibilitará terminar pruebas de diez kilómetros; es decir, un libro que, en definitiva, le convertirá en corredor.


Este es el enlace de descarga de Amazon:  

https://www.amazon.es/dp/B073WMT2NG/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1500053098&sr=8-1&keywords=tu+puedes+correr

25 junio 2017

CORRIENDO ENTRE LÍNEAS, MI TERCER LIBRO PUBLICADO. ¿CÓMO HACERTE CON ÉL?

Corriendo Entre Líneas es mi tercer libro publicado. Se trata de un libro muy distinto a los dos anteriores: Conversación en la taberna y 41 relatos y Opiniones Intempestivas. El primero fue una colección de relatos y el segundo una antología de artículos, la mayoría de ellos, publicados en prensa. 
Corriendo Entre Líneas es un libro distinto. Abordando como trasfondo mis experiencias y reflexiones como corredor popular, el lector viajará a través de diversos mundos, entre los que tienen cabida la historia, la geografía, la música, la literatura, el arte...Pocas cosas escapan al libro en sí. En realidad, como bien vino a decir el escritor Pedro Ruiz-Cabello Fernández en la presentación del mismo, es también un libro de viajes. El lector se trasladará a distintos lugares geográficos y podrá conocerlos gracias a las explicaciones y notas que aparecen en el libro: su historia, sus principales monumentos, su ubicación, algún hecho histórico importante, el número de habitantes...Se ofrece la oportunidad de conocer lugares que, se conozcan o no, ofrecerán al lector otra perspectiva. 
Por su parte, son unánimes las opiniones de los lectores en cuanto a que es un libro que transmite directamente las sensaciones propias como corredor. Y, en realidad, era ese uno de los principales objetivos, que el lector, corredor habitual o no, pudiera "vivir" a través de las palabras esas sensaciones por mi experimentadas a lo largo de muchos kilómetros recorridos, así como las anécdotas y esas reflexiones que solo son posibles si son vivenciales. 
Un libro que no te va a defraudar, por una razón principal: al tratarse de un libro poliédrico, siempre lo verás cercano y entrañable. Lo puedes encontrar en las siguientes librerías físicas y online: 

Librería Picasso, en Granada y Almería.  https://www.librerias-picasso.com/libro/corriendo-entre-lineas_698799

Librería Babel, en las dos librerías de Granada:  http://www.babellibros.com/libro/corriendo-entre-lineas_LRPF0010000

Casa del Libro:  https://www.casadellibro.com/libro-corriendo-entre-lineas/9788494678936/5326047

Editorial Leibros: https://www.leibroseditorial.com/shop/product/corriendo-entre-lineas-jose-antonio-flores-vera-121 (formato físico) y  https://www.leibroseditorial.com/shop/product/corriendo-entre-lineas-jose-antonio-flores-vera-12 (formato digital). 

Y si vives en Granada, además de las librerías anteriormente indicadas, lo encontrarás en Librería Nueva Gala, en C/ Almona de S. Juan de Dios. 

Y si lo prefieres dedicado por el autor, me lo puedes pedir directamente a mi correo: floresvera@yahoo.es o bien a mi número de guasap: 652832613    

Algunas fotos de la presentación del libro del pasado 7 de abril en el Cuarto Real de Santo Domingo: 










30 noviembre 2014

DE MUCHAS COSAS EN GENERAL Y DE NINGUNA EN PARTICULAR

Como habéis podido comprobar, esta esforzada bitácora ha estado muy parada toda la semana pasada, pero ¡qué nadie piense que desaparece ni nada por el estilo! Sencillamente, he estado con otras cosas, pero no alejadas del mundo de las letras. Y es que estamos preparando la publicación del que será mi primer libro de relatos, cuyo título  será 'Conversación en la taberna y 41 relatos'...pero ya hablaré de él en su debido momento, que aún no hay fecha definitiva de publicación. Lo único que es seguro es que tras mantener conversaciones con distintas editoriales, finalmente lo publicará una entusiasta editorial de Alcoy, denominada Luhu Editorial. Espero que todo vaya bien y poder seguir publicando con ellos otros proyectos que tengo a punto de acabar o en proyecto. Pero de todo eso hablaré en su momento.
Pero a pesar de estar liado con todo esto -que exige tiempo y disciplina-, estoy corriendo más que nunca. Miento: no más que nunca, pero sí más que en los últimos meses. Y eso a pesar de que la luz natural se va en un pis pas y que, en ocasiones, la climatología no ayuda. Pero me está siendo fácil últimamente hacer kilómetros, arengado quizá por la Media Maratón de Antequera del pasado domingo, 23 de noviembre, a la que me alegro haber asistido porque, como suponía, iba a suponer una especie de punto de inflexión en mis entrenamientos. Y así ha sido.
El pasado sábado volví de nuevo a la rutina de las tiradas, alcanzando una de dieciocho kilómetros, que es algo que no había hecho en bastante tiempo. Por tanto, entre la tirada del sábado y el sabroso entrenamiento del pasado jueves -como conté en el margen derecho- ya he completado un total de treinta kilómetros. Por tanto, hoy domingo, último día de noviembre, haré en torno a los once o doce kilómetros, acercándome o cumpliendo mi máxima del maratón semanal, algo que últimamente tampoco cumplía.
Porque llegan unas fechas golosas, esas en las que, por mucho que te controles siempre acabas por ingerir más calorías de las que debieras o de las que, sencillamente, 'quemas', por lo que hay que tener mucho cuidado con lo que se ingiere. Mejor siempre probar para no sucumbir al pecado que ignorar las tentaciones, porque está claro que lo que se ignora o reprime se convierte en un tabú.
Por eso, siempre entreno en Navidad. Por eso y porque me gusta correr en esta fecha, saboreando ese color especial del cielo que produce la pronta huida del otoño y la entrada del invierno. De ahí que cuando he estado lesionado en estas fechas no he podido sentirme algo frustado.
Por tanto, nada mejor que entrenar pero también afinar mucho el oído ante posibles desajustes en nuestro sistema músculo-esquelético. Porque, como todos sabemos, prevenir y ser prudente siempre es mejor que estar postrado sin poder correr. De hecho, mientras escribo tengo posadas sobre mis rodillas un gel frío -por muy poco llevadero que sea en estas fechas-, y todo porque en el entreno de ayer las sentí algo doloridas y cansadas.
Consideré como muy probable que eso se debiera a varios factores, siendo uno de ellos el desgaste de las últimas zapas con las que he corrido. Sin ir más lejos, ayer recuperé de nuevo las Joma Hispalis, que había comprado ya hacía tiempo. No corría últimamente con ellas, pero decidí darles una última oportunidad. Ya había notado en entrenos anteriores que algo en ellas no iba y, ayer, en el entreno largo comprendí que habían llegado al final de su ciclo. Así que ya están jubiladas de forma definitiva. Esas jubilaciones podrían ser más precisas si yo fuera constante y anotara los kilómetros que hago con las zapas, pero soy perezoso para esto y siempre acabo por calcular los kilómetros 'a ojo de buen cubero', lo cual es siempre un riesgo. Finalmente, determino que una zapa ha llegado a su fin cuando no corro cómodo con ellas o observo que cuando las calzó acabo tocado, pero eso siempre es muy peligroso. Es más, en el pasado he llegado a lesionarme por no tener en cuenta eso.
Así que ya toca ir buscando algo en el mercado el que, por cierto, cada está más complejo y caro, en cuanto a elección de zapatillas se refiere. De ahí que haya que buscar las opciones que da Internet, los descuentos y las rebajas, es decir, que parezca un 'black friday' permanente.      

FOTOS DE OTOÑO (30/11/2014)

Adentrarme por ese camino que conduce al antiguo Cortijo de las Cruces, siempre me parece emocionante. Todo en este lugar parece lejano y cercano al mismo tiempo (Foto de J.A. Flores) 
Unos minutos antes yo venía corriendo desde ese camino del fondo a punto de acabar mi ruta de 11 kilómetros, pero no había observado la majestuosidad de las imágenes otoñales hasta que las captó la cámara (Foto de J.A. Flores)

Esa larga recta, jamás me ha desmotivado, gracias a las agraciadas vistas que pueden observarse.
Alitaje presentaba un tono oscuro, otoñal, pero al fondo El Pîorno, presentaba este claro color de sol, que aún siendo otoñal parece primaveral, tan sólo perturbado por el claroscuro de la nube que posaba cerca de su pico (Foto de J.A. Flores)  



   

20 noviembre 2014

CORRER EN OTOÑO (IDEAL, 20/11/2014)

El otoño. Esa estación tan especial. Los árboles desnudos, las hojas caídas, la luz melancólica...Unas zapatillas, algo de abrigo y tus piernas, tu corazón y tus pulmones..
Si no habéis tenido la ocasión de leer en la edición en papel de Ideal mi artículo de hoy, aquí lo reproduzco.

CORRER EN OTOÑO 


Si hay una estación en la que me guste correr, ésa es el otoño. Disfruto corriendo todo año -y ya lo hacía con regularidad mucho antes de que se pusiera tan de moda- pero en otoño correr es distinto.
            Es posible que sea la luz especial del cielo o el amarillo marchito de las hojas de los árboles, aunque estoy casi seguro que lo que realmente hace del otoño una época especial para correr -y para vivir- es la dulce melancolía de sus días. Todo ese lento despliegue de colores y olores que se pueden sentir a cada paso.
            Si recorres un camino, lo encuentras alfombrado de pobladas y apretadas hojas, hasta el punto de no dejar ver ni un palmo de tierra; y si atraviesas un pequeño puente y observas el manso fluir del riachuelo que hay debajo, escuchas el sordo rumor del agua y eso hace que te sientas integrado y desintegrado al mismo tiempo en esa naturaleza tan incipiente a primera vista.
            Es el mismo riachuelo que has visto en verano y en primavera, incluso en invierno, pero al mismo tiempo es otro. Y es entonces cuando te dejas llevar por tus pasos y te ilusiona pensar que a la vuelta volverás a presenciar de nuevo el espectáculo del rumor del agua bajo tus pies. En esas circunstancias tan excepcionales, ni encarar las cuestas se convierte en suplicio alguno.
            Y si te adentras en terreno de la Vega, en algún lugar entre los términos municipales de Pinos Puente y Fuente Vaqueros, que no ha sufrido los atroces atentados de la urbanización, el placer para la vista es inigualable cuando presencias en lontananza las desnudas alamedas bajo ese color otoñal tan peculiar. Transitas por caminos de tierra cubiertos de hojas secas y húmedas y el silencio es tan sólo interrumpido por el crepitar de las mismas al ser aplastadas por los pies. A todo este espectáculo para los sentidos se suele sumar el humilde y emocionante olor a leña quemada de los cortijos, tan propio de esta época. Pocas cosas son tan hermosas si lo que te gusta es correr o, tal vez, dar largas caminatas por ese entorno.
            En otras ocasiones, por lugares menos yermos,  lo que contemplas es lo que ya te sabes de memoria: el breve cerro, rocoso y pelado, que cambia de aspecto cuatro veces al año, dependiendo de la estación. Sin embargo, en otoño no sólo  cambia sino que sus tonos grisáceos lo convierten en otro distinto. Alojas la vista en él y te cuesta reconocerlo.
            Como cuesta reconocer la vereda del río que estás acostumbrado a ver todo el año. Ésta ahora es más íntima, y eso es porque en otoño todo es más transido y  efímero. Nada rebosa vida como sí lo hace en primavera, pero al mismo tiempo hay mucha vida en toda la naturaleza que vas contemplando; una vida casi decadente, a punto de extinguirse, pero que contiene esa vitalidad de la que carecen los cuerpos cuando van a marchitarse. Todo muy extraño. 
            Y si hay un momento aún más extraño, ése es el del ocaso. El negro manto de la noche no llega de golpe como en el invierno, porque en otoño en el horizonte las nubes dibujan un color anaranjado como si aún tuvieran nostalgia del verano. Y cuando cae la noche, en ocasiones, ésta es oscura y en otras la brillante luna le confiere una luz casi primaveral.

            Todas esas cosas tan dispares tan sólo es posible contemplarlas en otoño. Mientras corres.    

21 octubre 2014

JAMÁS DERRAMÉ UNA LÁGRIMA AL ACABAR UN MARATÓN Y OTRAS EMOCIONES


Como sabe todo el que pasa por aquí de manera asidua u ocasional, me encanta correr. Es más este blog, que es el que ha ido recogiendo las cenizas de los dos anteriores, tuvo su origen en todo lo relacionado con las sensaciones, experiencias y aventuras personales que me inspiran este noble deporte. Pero jamás he llorado o me he emocionado de manera singular cuando he cruzado la meta de una de esas pruebas que exigen sacrificio, voluntad de hierro y una condición física más o menos adecuada, tipo maratón, carrera de montaña -tipo Huella del Búho- o la mismísima Subida al Veleta.
Todo lo más, me he sentido satisfecho, contento, fiel a mi mismo por haber cumplido lo que me propuse, pero jamás he derramado una lágrima como sí dicen que derraman muchos, cosa que yo he visto con mis propios ojos. 
Seguramente que todo dependerá de la forma de ser de cada uno y, también, de todos los remolinos sentimentales que haya arrastrado el gesto épico; todo lo que ha conllevado el entrenamiento, el abandono de la familia, de los amigos, de muchas obligaciones, la negación de otros placeres o, simplemente, la cantidad de tiempo empleado en entrenamientos, bajo el sol, la lluvia o la nieve. Sí, dependerá de todo eso. Pero, como todo hijo de vecino, también servidor ha pasado por esto cuando me he propuesto participar en una prueba, y jamás he derramado lágrima alguna.
Eso sí, cuando he acabado alguna de estas pruebas, la satisfacción por haberlo hecho me ha ofrecido mucho bienestar y el placer de saber que voy a saborear todo eso en los siguientes días. En mi caso, también ha habido un incentivo, poder contarlo aquí, como he hecho con casi todas las pruebas en las que he participado.
Pero veamos, por partes y a grandes rasgos, lo que he ido experimentando tras cruzar la meta de las grandes citas en las que he participado, que tampoco han sido demasiadas.

Mi primer maratón 

Fue el de Madrid y me inscribí sin apenas pensarlo y gracias a mi paisano Mario. Es curioso: en todas las pruebas duras e importantes me inscrito sin pensarlo demasiado. Y por eso me he inscrito.
Cuando me vi corriendo por las calles de Madrid -ciudad que me encanta- me sentí muy bien. Pero no tanto cuando las piernas se negaban a ir más allá del kilómetro treinta y ocho. Sin embargo, a pesar de todas esas circunstancias encontradas, cuando llegué a la meta en el Retiro, no me emocioné. Tan sólo escuché decir a Mario: no sé si sentarme o tirarme al suelo. 

Mi segundo maratón 

Fue el de Sevilla y fuimos unos cuantos integrantes del antiguo grupo de Las Verdes. 
Casi todo el mundo decía que era emocionante salir y llegar del Estadio Olímpico de La Cartuja, y a pesar de que a mí pareció interesante y visualmente atractivo, tampoco sentí una emoción especial cuando salía o llegaba. No negaré que en este maratón experimenté también la satisfacción de saber que llegaba muy entero y que lo había acabado. Enseguida me reproche no haber sido más ambicioso. 

Primera Media Maratón de Montaña de la Ragua

Destaco esta prueba porque es también bastante especial. La hice en dos ocasiones. En la primera me sentí mísero por no haber sido capaz -más a nivel psicológico que físico- de llegar corriendo. En la segunda me propuse llegar corriendo hasta meta y eso me hizo sentir muy bien. Era la primera vez que hacía algo duro en altura y esas sensaciones fueron nuevas, distintas. Pero tampoco se me derramó lágrima alguna. Tan sólo tenía ojos para abalanzarme hacia el puesto de sandías que había nada más llegar a meta. 

Subida al Veleta 

No diré -ni creo que nadie me lo iba a permitir- que llegar hasta allí arriba no fue algo especial. Pero de ahí a derramar lágrima alguna hay un abismo. Y eso que contemplé con mis propios ojos que la mayoría de los que llegaban lo hacían. Incluso hubo quien daba gritos de alegría y emoción o se arrodillaba besando las altas piedras. De hecho, un conocido corredor que había llegado un poco antes, me esperaba con emoción y nos acabamos abrazando. Lo hice más por cortesía que por emoción.  
En cambio, yo sentí un sabor agridulce. Muy contento por llegar, pero al mismo tiempo algo cariacontecido por no haber podido correr más tiempo por mor de los abductores. No obstante, sí tengo que admitir que fue algo especial, principalmente porque sabes que llegar hasta allí no es nada fácil y que muchos corredores ni tan siquiera lo intentan. Yo fui osado y estoy satisfecho por ello. 

Mi primer trail 

El de Fonelas de hace un año. En realidad, no se trata de un trail en estado pudo y eso lo he podido comprobar este año tras correr 'La Huella del Búho'. Aún así, me pareció algo especial porque era la primera vez que corría por este terreno. Tampoco derramé lágrima alguna, por supuesto. 

Mi primer trail verdadero: 'La Huella del Búho' de Colomera 

Como muchos sabéis el treinta del pasado agosto corrí este trail de treinta kilómetros y seminocturno. Y no, tampoco derramé una lágrima. Pero llegar a las calles de Colomera en noche cerrada, sabiendo todo lo que había sufrido en la prueba me produjo una sensación especial. A los pocos minutos vomité y me sentí confuso, pero esa noche, en la que no podía conciliar el sueño -no por la emoción sino por el cansancio- comencé a comprender que había sido algo muy distinto y especial. Con el paso de los días, me sentí muy bien por haber corrido una prueba de este tipo por primera vez y esa en particular y me dije a mí mismo que tenía que repetir. Pero no sé si lo haré.  

Sin embargo, es curioso cómo en pruebas de las denominadas normales, sin nada especial que destacar en ellas, he llegado a meta con sensaciones muy parecidas a emociones sinceras de felicidad, aunque, lógicamente, tampoco haya derramado lágrima alguna.
Cosas del alma humana. 

                 

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...