14 abril 2014

EL HOBBIT: LA DESOLACIÓN DE SMAUG (USA, 2013)

El Hobbit: La desolación de Smaug
De cómo se las ha arreglado Peter Jackson para dirigir tres películas de más de dos horas de un libro breve no es tarea fácil de entender, a no ser que no obviemos que en sus películas existe un intencionado estiramiento visual y épico -delicioso, hay que decir-. Podría tratarse de una explicación sencilla, pero no lo es si nos sentamos como es debido a disfrutar cada milímetro de fotograma de sus películas. 

Pero también ha de quedar claro que cuando vemos las películas tolkianas de Jackson, nos introducimos completamente en el universo tolkiano porque -y lo he escrito ya en bastantes ocasiones- pocos directores de cine podrían entender mejor este universo que el director neozelandés. 
Dicho esto, he de decir que he vuelto a disfrutar como un enano de las montañas de esta segunda entrega de El Hobbit. Podrá ser más brillante o menos que la saga anillesca -aunque creo que están en similar línea-, pero está claro que seguimos sumergidos en el mismo espíritu de la Tierra Media. Y con eso basta. 
'La desolación de Smaug', me ha parecido de mayor belleza visual que 'Un viaje inesperado', así como más cercana al universo de la trilogía de los Anillos. También ha servido para dar cohesión argumental al 'El Señor de los Anillos', que como sabemos es posterior a 'El Hobbit' dentro de la producción literaria fantástica de J.R.R. Tolkien. Pero no ha ocurrido así cuando se ha llevado al cine. Los motivos los desconocemos, como desconocemos el intrincado mundo de la industria del cine de Hollywood. Probablemente, no se trate más que de una casualidad o, tal vez, de planteamientos de tipo comercial.
Fuere lo que fuere, lo que importa es que ya podemos disfrutarlo casi todo, a pesar de que habrá que esperar hasta finales de año para vez la tercera y definitiva entrega del libro más emblemático del escrito británico.
Me sigo preguntando si alguien se atreverá llevar al cine 'El Silmarillion', que es el origen de todo, como nunca se cansó de repetir Tolkien por mucho que casi nadie pareciera escucharle; de hecho el autor jamás pudo ver esa obra publicada (lo hizo su hijo Christopher, una vez fallecido su padre), después de dedicarse toda su vida a escribirla, pero sobre todo a reescribirla. Apuesto a que no.   

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