15 febrero 2014

CONFIESO QUE HE CORRIDO

El 15 de febrero era la fecha prevista. Y el verbo se ha hecho carne. 

Tras una Navidad renqueante, en la que no llegaba a despegar, tras un fin de temporada muy satisfactorio, poniendo el broche de oro en la Media Maratón de Antequera el 10 de noviembre del año pasado -ahí sigue, en el margen derecho; inamovible-, el primer día del nuevo año, cuando los caminos se encontraban aún más solitarios que de costumbre, salí a hacer unos catorce kilómetros y comencé a sentir molestias en la parte alta del gemelo de la pierna derecha cuando aún me quedaban tres o cuatro kilómetros para acabar el entreno. Lo dejé durante unos días -cogí la MTB en esos días- y volví a salir a correr el día de Reyes, hallando de nuevo los caminos solitarios-. A los pocos kilómetros de iniciada esa ruta, que pretendía ser de unos catorce kilómetros, comenzó la molestia, y luego dolor, en la misma zona. Decidí no continuar.
Era el momento de tomar una decisión drástica: parar durante más de un mes. Así que con la tranquilidad y  la paciencia que ofrece el llevar bastante tiempo corriendo, apelotoné la ropa técnica en el bolso, justo encima de las zapas, y me dije que ese bolso ya no volvería a abrirlo hasta el 15 de febrero, fecha que barruntaba suficiente para recuperar la zona afectada. 
MIS NUEVAS ZAPAS.. NEW BALANCE 1080 V3Por delante, quedaba todo un trabajo de recuperación que hacer, al margen de las sesiones en MTB, que siempre es mi mejor aliada cuando estoy lesionado. MTB, infrarrojos, ultrasonidos, Compex, Traumeel y, sobre todo, mucha paciencia. Además, había un incentivo inédito: las NB 1080, aún sin entrenar, dormitando en su caja.  
La semana pasada estuve tentado de correr, pero alivié el deseo saliendo a hacer largas caminatas andando, incluso subiendo monte. Me atreví en mitad de las caminatas a correr un poco, toda vez que llevaba puestas las Salomon relax, que gracias a su gruesa suela son idóneas también para amortiguar la pisada. Y al comprobar que el dolor en el gemelo estaba ausente, sentía dicha e ilusión por la llegada de la próxima semana.
Cada día de esta semana pasada he ido contando los días. Ya no me encontraba a gusto en el mundo de los no corredores. Necesitaba patear caminos. No obstante, subyacía la angustia cuando se me representaba la fatídica idea de que el gemelo pudiera no estar totalmente recuperado. Y con esa angustia he salido a trotar esta mediodía, con una temperatura excelente, a pesar del molesto aire. 
La angustia fue desapareciendo a medida que transcurrían los kilómetros y comprobaba que el dolor no reaparecía. Por lo general, éste solía hacer aparición a partir del kilómetros dos, que es cuando el músculo acumulaba el trabajo hecho y mostraba su lastrada deficiencia. Pero hoy, tras el dos vino el tres y posteriormente el cuatro, el cinco y el seis. El dolor no ha aparecido en ningún momento. Ni tan siquiera las avisadoras y previas molestias. Así que lo dejé en seis kilómetros para no cargar la zona. Hoy habrá sesión de Compex -el programa de masaje relajante- y mañana volveré a la carga con otros seis kilómetros, que espero sean los que confirmen la recuperación total. Espero que así sea porque rondan por mi mente infinidad de pruebas  a realizar a partir de ahora.         

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