29 agosto 2012

CINE: LA CHISPA DE LA VIDA (ESP, 2011)



Nada de lo que dirige Álex de la Iglesia me es indiferente. Sigo sus películas desde su opera prima en largo, aquella tan original y rara, 'Acción mutante', y si es cierto que nada de este director me ha convencido tanto como 'El día de la bestia' -un clásico ya de nuestro cine patrio-, todo el cine que ha hecho me ha gustado en mayor o menor medida. Sí, me gusta el cine de Álex de la Iglesia. 
Su última película 'La chispa de la vida' causó mucha expectación, pero me temo que se ha ido desinflando poco a poco porque, tal vez, le falte un poco de textura, de hervor, a pesar del contar con un original guión, luego ¿qué falla en esta película para que no te aporte un buen sabor de boca completo? Quizá fallen -en mi opinión desautorizada- varios aspectos: la obsesión por hacer destacar determinados guiños muy presentes, por lo demás, en la vida real, como son el cinismo de nuestra sociedad, el absurdo poder de la televisión -basura, sobre todo- y la fijación enfermiza por salir en ella a toda costa que tienen muchos personajes que sólo pretenden vivir del cuento y de las audiencias, el espectáculo acartonado de la política, el devorador mundo de la publicidad y, de camino, la denuncia acerca del menteplanismo que hemos adquirido con el paso de los años a causa de la televisión sensacionalista o de la falta de cultura, que ambas cosas se dan la mano. Y todo ello, bajo el tapiz  cultista como es un teatro romano recién descubierto, el de Cartagena -es cierto, yo llegué a ver las obras de reflotamiento del mismo-. Quizá -insisto, en mi desautorizada opinión-, la obsesión por destacar todos estos defectos de nuestra sociedad han perjudicado a la película, pero tampoco se salva la continua aparición de tópicos, los cuáles podrían haber encajado mejor insinuados que abiertamente expuestos. 
En cuanto a las interpretaciones, poco que objetar. Un José Mota que no derivando de la interpretación en sí, lo hace dignamente, a pesar de que -y eso puede ser una impresión nuestra- es difícil desligar su papel del José Mota humorista (algunos gag se le escaparon, igual de forma intencionada), a pesar del ingente esfuerzo que hace el actor manchego. Pero su papel es digno y, hasta diría, sobresaliente en determinados momentos, algo que le sirvió para ser nominado a actor revelación. Encuentro bien hilvanado el papel del publicista frustrado otrora brillante, pero inadaptado a un mundo tan cambiante como el de la publicidad.
Sin embargo, no encuentro el encaje en la acción de la mexicana Salma Hayek, no porque no haya ejecutado un papel correcto -tablas tiene para ello-, sino porque me hubiera parecido mucho más coherente una esposa más del terruño, interpretada por alguna de las muy buenas actrices con las que contamos. Sobresaliente el papel del recién fallecido Juan Luís Galiardo en el papel de alcalde de Cartagena y el de Fernando Tejero en el de representante sin escrúpulos o el del siempre creíble, Blanca Portillo, en el de director arqueóloga con alergia a los políticos, pero con mucho ánimo de protagonismo también. Por su parte, poco juego le ha dado el director a su amigo Santiago Segura, seguramente para no restarle planos al protagonista.    
En suma, nos encontramos ante una película interesante en su temática, con la crisis y el mundo de la televisión -basura- ya digo- como trasfondo, pero quizá no a la altura de otras películas de uno de nuestro mejores directores españoles.

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