29 diciembre 2008

UNA NAVIDAD SIN ALEGRÍA



Es lo que estoy percibiendo. Pasó raudo el día 22, el día de la ilusión de nuestra infancia. Las calles siguen reluciendo pero pareciera que esas luces especiales hayan pasado a un segundo plano. Son tantos los bombardeos diarios en los medios de comunicación sobre la crisis, que nadie ha sido capaz de abstraerse de esos mensajes. Es indudable que la capacidad económica de las familias ha bajado, principalmente en sectores cercanos a la construcción, pero existe un claro interés por generar esa psicosis colectiva. Eso está claro.
Existe la pérdida de pod
er económico, pero por encima de esa pérdida está el miedo. Un miedo indescriptible sobre qué puede pasar el año próximo y el siguiente al próximo. Estando como están las familias endeudadas y los bancos manteniendo el grifo financiero cerrado, el panorama es hartamente desolador.
Ha caído el consumo de manera alarmante y tal vez por eso la ilusión navideña, que ahora está claro, sólo se componía de materialismo obtuso, decía, la ilusión navideña se ha hecho
añicos. A tan bajos niveles de profundidad estamos llegando, que agotado el becerro de oro ya no sabemos ver con ojos limpios estas fechas. Nuestros ojos ya sólo son los del "tío Gilito", cambiando el logotipo del euro por el del dólar. Esa es nuestra idea de estas fechas.
Pero hay algo positivo en la crisis -siempre lo hay incluso en las cosas más negativas-: todo parece mucho más humanizado. Se advierte más tranquilidad en las calles, como si los agobios de otros años, hubieran emigrado a otros lugares; los claxon de los coches parecen más apagados y los accesos a las grandes ciudades son menos insufribles. Al mismo tiempo, pareciera que los grandes almacenes se nie
guen a entonar sus vulgares villancicos de Navidad y que sus horteros adornos navideños ahora fueran más discretos.


Un buen momento, sin duda, para volver a la mesa camilla, junto al brasero -aunque sea eléctrico- y junto a un buen plato de mantecados de Estepa y una buena botella de anís del Mono o de La Castellana, o ¿por qué no de Rute?, conversar en amistad, en familia, contar las tradiciones, recordar positivamente a quienes no están ya entre nosotros, y si es posible, olvidarnos de esa dinámica en la que estábamos situados, tan fútil, tan vacía.

27 diciembre 2008

UN PRIVILEGIO



Eran las cuatro y media y acababa de despertar tras un sueño pequeño pero reparador. La mañana había sido insípida y entregada a cosas demasiado rutinarias para estas fiestas. Percibía, además, que algo no iba bien en la garganta y esporádicos abscesos de escalofríos penetraban por la espalda hasta ubicarse en un lugar indefinido del estómago. Sin duda, algún virus nocivo estaba en ese momento pugnando con los virus guardianes del sistema inmunológico para instalarse una semana al menos. Por eso era importante tomar algo caliente y calorífico, para después descansar. No había podido ir a correr la Vega por la mañana y necesitaba ir por la tarde. Por eso me inquietaba que ese casi imperceptible malestar pudiera echar por tierra esos trece kilómetros por una Vega invernal preciosa. Y, en efecto, casi se evapora el proyecto.
Por eso, a las cuatro y media de la tarde, cómodamente tumbado en el sofá, con ciertos síntomas aún de gripe y con el estómago lleno, pocas opciones quedaban para tomar la determinación de irme a correr.
Sabía que no podría salir antes de las cinco de la tarde. Debía coger el coche y enfilar hacia Pinos Puente. Aparcar, ajustarme las últimas prendas y calentar un poco. Anochece muy pronto en estas fechas y el recorrido me llevaría una hora.
Es en esos momentos cuando existe la voluntad y la determinación del corredor. Unos minutos de debilidad y hubiera seguido cómodamente tumbado porque, de hecho, ya tenía entre mis manos la apasionante novela de Stieg Larsson. Pero no, la voluntad es poderosa y arrastra más allá de la razón. Así que me dirigí al armario de la ropa de correr y me enfundé la malla larga Nike. Es lo que hago siempre para predisponerme a irme a correr. Posteriormente elegí la sudadera segunda capa Mizuno y ya sólo bastaba elegir las zapatillas adecuadas para alternar asfalto y tierra. Opté por las Asics Kayano, muy sólidas para esos caminos. La suerte ya estaba echada y el sofá acusó el vacio.
No estando el tráfico denso -otra de las grandes ventajas de la crisis- la llegada a Pinos Puente fue breve, apenas veinte minutos. Así que a las cinco menos cinco minutos ya estaba dando los primeros pasos.
En esos primeros metros consideré mi acción. Me encontraba ante una Vega límpida y solitaria; ligeramente húmeda de la bruma del amanecer y ofreciendo un olor a otoño tornándose invernal por momentos. Me dije que eso que estaba haciendo era un privilegio y decidí que ese sería el nombre que daría a esta entrada. Un privilegio. Un privilegio por poder contar con unas piernas, un corazón y unos pulmones para correr. Observar como pasa lentamente el paisaje y el rumor de las acequias que reverbera al compás de las pisadas. Un privilegio decidir ir a correr cuando la opción más lógica, más común, mas votada, hubiera sido seguir cómodamente tumbado en el sofá, leyendo una de las novelas más apasionantes de los últimos años, y acompañar todo ese tiempo placentero de un café, una copa de anís y unos cuantos bombones. Pero tenía que entregarme a la Vega y sus hijos. Sabía que corriendo podría experimentar las mejores sensaciones e incrementarlas incluso en estas fechas, en las que todo asiste a un mayor recogimiento y hasta los árboles y los pájaros parecen estar ausentes ante la dicha de estos días. Por eso mientras corría, intentaba imaginarme a mi mismo en el entorno y experimentar que me encontraba corriendo entre aquella luz que ya comenzaba a cambiar. Pasaría por Fuente Vaqueros y penetraría en las costumbres y en el quehacer de un pueblo. Atravesaría el pueblo lorquiano y penetraría, a través de su carretera, de nuevo en la Vega; atravesaría el Cortijo de los Cruces, donde sus sempiternos perros volverían a ladrar. Se estrecharía el paisaje y crecerían los árboles, mientras que debía concentrarme con mucha atención en no pisar los charcos del lugar quedo que cobija la densa vegetación. Sabía que volvería a salir de nuevo al camino abierto y ya observaría las luces de Pinos Puente, mientras la tarde se iría apagando poco a poco. E intentaba de nuevo imaginarme en ese entorno, al tiempo que procuraba buscar un nexo de conexión entre quien hacía apenas una hora y media pugnaba por abandonar el sofá o tirarse a la Vega. Y es cuando, sin necesidad de comprenderlo, experimenté algo mágico. Sabía que correr era lo que siempre quería hacer, pero no había reparado que correr era hoy lo imprescindible.
automáticamente al armario de la ropa de correr y me embutí las mallas largas

TIRAD TODOS DEL CARRO


Es increíble. Cada vez es mayor la desfachatez del monarca. No se sabe quien le escribe los discursos, pero eso a él no parece importarle demasiado.
En plena crisis le escriben y él dice, sin ningún tipo de complejo, que anima a los españoles a que tiren del carro. Que se sepa, hasta ahora, sólo los cuadrípedos han tirado del carro, y es que es posible que piense eso de sus súbditos.
Su discurso bien podría haber ido en la línea de reflexionar sobre una necesaria austeridad que habría de comenzar por su propia casa y su propia persona, por ejemplo, reduciendo el presupuesto destinado al "sostenimiento de la casa real", pero no incrementándolo porcentualmente por encima de pensionistas, funcionarios y convenios colectivos. Tirar del carro pero sin que ningún miembro de la casa real se baje del mismo.
Pero en cierto modo su discurso fue coherente. La monarquía sabe que si la crisis se perpetúa, cada vez sera menor el número de ciudadanos que admitan esta institución descarada, despilfarradora y medieval. Una institución sostenida totalmente con los impuestos de los ciudadanos, muchos de los cuales -cada vez más- no admiten que sus impuestos sirvan para sostener a una familia que se multiplica y crece de manera exponencial, que en nada contribuyen al conjunto del país y que cada vez necesita más recursos públicos para tirar de su particular y suntuoso carro. Una institución que no es transparente en cuanto a sus gastos, ingresos y negocios, y que lejos de mostrar austeridad parece disfrutar de sus privilegios allá por donde camina, sabiéndose protegidos por unos medios de comunicación de actitud vergonzosa y favorecedora de la casa real.
Por tanto, tuvo mucho sentido su discurso de Nochebuena: tirad todos del carro para que nosotros los elegidos, los sencillos miembros de esta casa, podamos seguir cómodamente subidos al mismo. A ver si algún día -sin que sirva de precedente, por favor- tienen el detalle de bajar y empujar también ellos, que son muchos y eso siempre ayuda. En fín, de vergüenza.

(espero que la fiscalía de la Audiencia Nacional esté de vacaciones y no lea ésto.)

24 diciembre 2008

CUENTO DE NAVIDAD: EL ATROPELLO



Amigos-as, la actualidad obliga. Hoy estaba previsto subir versos del poeta alicantino Miguel Hernández, pero tenemos una cita con la Navidad. Y con su literatura más señera: los cuentos y relatos de Navidad.
Como ha venido sucediendo en años anteriores, el especial de Ideal, que cada año dedica a cuentos y relatos de Navidad, ha publicado uno mío, en páginas muy cercanas al publicado por mi amigo Jesús Lens, que podéis leer en su blog. El escrito por un servidor lo reproduzco a continuación, aunque ambos ganan mucho leyéndolos directamente en las páginas del periódico. Si no lo habéis leído os dejo con él, no sin antes desearos paz y felicidad en estas fechas:

EL ATROPELLO



Había pasado tan sólo un año. Pero la percepción del paso del tiempo y de las cambiantes circunstancias no eran acordes con esos breves doce meses.
La suntuosidad que rodeaba su existencia hace un año, apenas le era ya familiar. En su momento, toda esa abundancia, ese tren de vida, ese derroche, iban cómodamente sentados en su turismo cuatro por cuatro, como algo totalmente natural. Siempre consideró que se lo merecía porque su ambición siempre había estado muy afilada y había trabajado duro. Pero debía admitir que su suerte había cambiado y quienes le rodeaban ahora ya no pululaban a su alrededor como insectos ante una cucharada de miel, por lo que habría que colegir que el goce y disfrute de su compañía como aseguraban todos no era tan turbadora como él suponía. Además, todo aquel cambio le había dejado fuera de lugar. Avanzaba diciembre y junto a él el inevitable frío propio de aquellas fechas, siempre atento a resurgir en su ciudad, de contrastes increíbles. Eso sí que era invariable, pero todo lo demás se había transformado. Sin embargo, tenía a su favor una cosa: cuando gozaba de poderío económico jamás consideró que aquella situación formara parte de un plan preestablecido por el destino, ni que gozara de la suerte innata de ser elegido por un dedo divino. Simplemente había tenido suerte. Había tocado varias teclas no siempre honestas y la suerte le había sonreído. Nada más. Por eso, encontrándose ahora en circunstancias diametralmente opuestas, lo lógico sería seguir manteniendo la misma línea de pensamiento. Decididamente su forma de ver la vida y su propia existencia había sido siempre muy prágmática, alejada de sentimentalismos ni alteraciones del ánimo, ni siquiera en estos días de derrota y pérdida con el trasfondo de las luces navideñas, tan melancólicas siempre. Ahora bien, había cometido un error en el pasado consistente en no advertir que las claves de su éxito social había sido el dinero y las muchas corruptelas orquestadas. Si la vida no era más que un carrusel de vanidades, tal y como siempre había sostenido, ¿cómo no fue capaz de advertirlo en su momento? Se encontraba en el mismo bar, en el que hace justo un año había sido homenajeado, mientras pensaba en todo esto. De hecho, todo lo relatado le vino a la mente por encontrarse precisamente allí. Recordó que por una puerta situada a su derecha apareció su esposa, enfundada en un ostentoso abrigo de piel de zorro. Un regalo que le costó un riñón, una cifra que ahora prefería ni recordar en las circunstancias en las que se encontraba. Por su parte, su mejor amigo lo arrastraba hacia la calle y le mostraba una flamante moto scooter de un negro brillante increíble, dotada de un potente motor. Tenía varias motos, pero se había encaprichado de esa y su amigo se la regaló. Un buen regalo, sin duda, pero calderilla en comparación con los ingresos que él le había posibilitado a su amigo de toda la vida, gracias a la presión que hizo en el ayuntamiento para que recalificaran aquellos terrenos imposibles. Así que con aquel fastuoso comienzo se inició una velada de increíble lujo, anegada por el champán y los caros delicatessen. Casi cien personas que lo idolatraban y lo agasajaban como a un héroe. Lógicamente, la borrachera de vanidad y etílica fue descomunal y, tal vez, por eso no fue consciente que tras acabar la fiesta montó en su potente vehículo y, transtornado por la volatilidad del alcohol, activó la marcha atrás en vez de activar la marcha adelante, sin advertir en absoluto que en aquel momento pasaba junto a la parte trasera del vehículo aquella pobre anciana. A pesar de su estado ebrio, le pareció advertir un golpe pero no era fácil afirmarlo, considerando las dimensiones y la solidez del vehículo, de manera que no se molestó en hacer comprobación alguna sobre el terreno. Naturalmente le causó extrañeza que aquellas sirenas de la policía se acercaran a él a toda velocidad, sin ser capaz de advertir apenas que le estaban dando el alto. En pocos días, todo se convirtió en papeleo, declaraciones, retirada del carné de conducir, dinero y más dinero para cubrir los gastos de sus abogados y una constante caída en picado de sus ingresos. Aquella mujer no había fallecido pero se encontraba muy grave y se demostró en el juicio que el atropello se produjo como consecuencia de la enorme cantidad de alcohol ingerida, y para colmo no existió el más mínimo acto del deber de socorro debido. Por tanto, el sistema jurídico no le iba a soltar hasta limpiarlo, sin duda. Curiosamente esa noche, que pasó en el calabozo municipal, no apareció nadie con un vestido de zorro y no lograba recordar qué había pasado con la scooter negra. De hecho, no había ni rastro de uno sólo de los casi cien invitados. Pareciera que a todos se los hubiera tragado la tierra. La única compañía de la que disfrutó aquella fría noche de diciembre fue la de aquel policía orondo con cara de bonachón que le miraba de hito en hito con cierto gesto de desprecio. Lógicamente, aquel largo proceso lo desplumó y todos sus negocios, legales e ilegales, cayeron en un pozo profundo. La propietaria del vestido de zorro se separó de él y su amigo probablemente desaparició con ella en aquella reluciente moto negra de potente motor. Desde entonces, tras salir de la cárcel a los seis meses, había adquirido el hábito de visitar a diario a aquella anciana, alojada en un hospital -cercano a aquel bar- desde hacía un año. De hecho, era la única visita que la octogenaria tenía.

19 diciembre 2008

ESCRIBIR, CORRER Y BLOGS


Amigos-as, muchas ganas tenía de publicar este artículo. Una visión de lo que supone correr, escribir y comunicarnos a través de los blogs, casi tan revolucionarios como la rueda. Por fin, hoy se ha conseguido. Nuestro periódico Ideal en su edición de hoy viernes lo ha publicado. Y, sinceramente, me gustaría que lo leyeráis y opinaráis, porque no en vano se trata de nuestro mundo.
Os dejo con él

17 diciembre 2008

LAS PERSONAS DEL VERBO



Jaime Gil de Biedma. Un gran poeta catalán. Con mucha vocación de poeta maldito, que falleció joven, demasiado trajinado por la vida. Y por beberse esa vida como se bebió su poesía. Desde muy joven me cautivaron sus versos extraños, surrealistas, simbólicos. Adquirí hace muchos años uno de sus libros más representativos, "Las personas del verbo", un libro de poesía que leí y releí con fruición. Ahora me ha gustado sobremanera recuperarlo con motivo de este miércoles poético que compartimos varios blogs.
El poema que he seleccionado se llama "Del año malo", y es muy adecuado para el último mes del año. Juzgar vosotros:

Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.

Y los ojos inmensos
-tizones agrandados-
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

El cielo es negro y gris
y rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.



14 diciembre 2008

SUBIDA AL ALTO DEL CONJURO: UNA PRUEBA QUE HABÍA QUE HACER


Me dije que era necesario hacer esta prueba, subir al Alto del Conjuro. Porque necesitaba demostrarme que estaba vivo en esto del correr. Porque el año ha sido fatídico, malo de solemnidad en líneas generales.
Es una subida dantesca, lo sé; un día frío de invierno, lo sé; un sufrimiento que asoma a flor de piel en esas rampas, todo eso lo sé, pero quienes corremos somos así de inconsecuentes y contamos con ese grado de locura, imprescindible para llevar a cabo este tipo de gestas, a la que no acuden más de 250 corredores, provistos de una piel curtida y un corazón agrandado.
Consideré ilusionante cerrar bien un mal año y no lo dudé. Y a pocas horas tras la finalización de la prueba percibo que ha sido una sabia decisión, honestamente
De nuestro grupo Las Verdes, cinco fuimos los "valientes", pero había uno más en espíritu que hubiera estado atacando esas rectas con el coraje y facilidad que le caracteriza. Se trata de Antonio, que en gran parte fue el que nos arengó a todos a acudir. Su rodilla - que no sus aposentos - se lo han impedido, pero eso será efímero.
Hace unos meses, yo hubiera desistido de hacer esta prueba. Arrastrando casi todo el año, de forma intermitente unos gemelos afectados no era posible comprometerse en nada exigente. Pero por suerte, siguiendo las pautas indicadas de tratamiento, de estiramiento, de medias largas protectoras y de una actitud positiva, todo eso por ahora es historia. De ahí que la prueba de hoy haya puesto el cierre de oro a este "anno horribilis", algo que consideraba incierto.
Ahora, en breve, comenzará 2009 y con él un nuevo año de proyectos deportivos, y dedicado a esto de correr como estoy dedicado, habrá que ir puliendo los aspectos que exigen mayor atención, porque si una afición te arrastra más vale seguir sus criterio.
Finalmente dar la enhorabuena a mis acompañantes del grupo: Javi, Victor, Jesús y Onio, porque, amigos, habéis demostrado que cuando se quiere se puede. Esa es la grandeza del correr, la grandeza del individuo.

12 diciembre 2008

PREMIO TUCÁN CERVECERO


Amigos, ayer fuí premiado. Conecté el ordenador muy tarde y visité los blogs que acostumbro. Nada fuera de lo común: el rito que normalmente sigo. De manera que cuando me introduje en el blog hermano Pateando el mundo, me encontré con la agradable sorpresa que había sido premiado -junto al blog de Gregorio y al de otro bloguero que no conozco, pero que visitaré a partir de ahora-, con el Tucán Cervecero, ese que veis pegado como una lapa a una Guinnes, intentando absorver todo el líquido de lúpulo y malta que pueda.
Y me gustó sobremanera ese reconocimiento. Y lo acepté de buen grado. En primer lugar porque viene de un amigo, y ese motivo es más que suficiente; en segundo lugar porque está relacionado con la cerveza y eso es enormemente importante; algo ganado a pulso, que está enriqueciendo al supermercado Alcampo -que es donde suelo comprar la cerveza normalmente- y demás establecimientos, que se frotan las manos cuando ven aparecer por su local al grupo de Las Verdes (que como ya sabe casi todo el mundo, toman su nombre por el color del vidrio de determinadas marcas que nos encandilan: Heineken, 1925, etc., sin hacerle ascos a otras que no tienen el vidrio verde).
Decía Jesús, que el premio también lo otorgaba porque existían otras afinidades hedonistas, epicúreas y habladoras. Y es totalmente cierto: de todo eso padecemos, sin olvidar la más importante y, tal vez, la que haya posibilitado que la amistad vaya camino de cumplir 1 año en el grupo que antes citaba: el deporte. Correr para ser más preciso. La cerveza y correr es nuestra pasión (además de nuestras respectivas, que no creo que eso haya ni que decirlo, pero por si acaso).
Por todo eso, acepto y recogo ese premio. Es más, desde hoy ese Tucán estará a la derecha de este blog, pujando permanentemente por meterle un buen sorbo a esa deliciosa cerveza negra.
Gracias Alter.

10 diciembre 2008

SIMBOLOGÍA




Hace unos días entendía la poesía,

Pero antes tuve que compararla con la vida.

Me imaginé mal poeta y no entristecí,

Porque contemple otras cosas que alegres eran.

Y pasó una paloma buscando su trigo..

Antes decía que hace unos días entendí la poesía,

Pero no es cierto, ahora recuerdo,

Ya que tan solo ví una luz de aterdecer claro

Y eso me hizo desistir

Comprendí que la tarde es ilusa.

Y eso me despistó igualmente.

De hecho, todo lo vi bajo sospechoso silencio,

Y como en aquél anuncio, todo se paralizó.

Vi un perro,

No un perro bello,

Ni grande,

Ni fuerte.

Un perro.

Y no sé, es como si algo volará y no volviera,

Como una sensación traslúcida,

Cómo una piel transparente

O una mente abierta,

Sin cabeza.

No sé: algo parecido a la poesia.

08 diciembre 2008

FRANCO BATTIATO



En estos días -mientras escribo, mientras leo, mientras estudio-, estoy escuchando al doble cedé que tenéis a vuestra derecha: una colección Live de Franco Battiato. Y he de decir que me está resultando impresionante.
Descubrí a Battiato hace muchos años (algunas de sus canciones fueron muy populares en España) y enseguida me fascinó la poesía de sus letras y la misticidad de sus temas, todo ello tratado con una impresionante y cuidada orquestación musical.
Battiato es un italiano culto. Un músico que explora diversos estilos musicales e igua
l versiona canciones balcánicas que se centra en temas medievales de su Italia natal, y a todas esas versiones les ofrece un arreglo musical propio. Pero no se conforma con los arreglos musicales ya que trabaja mucho las letras, algunas de las cuales pudimos escuchar en un español bien pronunciado.


En Italia Battiato es muy apreciado entre el público culto, que llena hasta el último asiento de los teatros -principalmente- en los que programa algún concierto. Pero curiosamente también es muy admirado por el pueblo llano, gracias a los estribillos tan populares en toda Italia de algunos de sus temas.
Lo recordamos sobre el escenario con su aire intelectual y una gran napia, inmóvil en un lugar del escenario o bien sentado en un escalón o un sill
ón preparado al efecto.



Lo tenía muy olvidado, desde aquel primer disco que me regaló Mati, y estoy volviendo a disfrutar mucho de sus temas, no ya los conocidos como "Mesopotamia" o
"Prospectiva Nevski", sino con increibles canciones como "L'animale" o "Lettera al gobernatore della Libia".
Además me fascina porque es un superviviente, ajeno a modas y vulgarización de la música. Ha sido fiel a su estilo y en esa línea sigue, siempre investigando nuevos ritmos, componiendo nuevas letras. En definitiva, estamos ante un músico y un poeta. Excelente reencuentro.

HARUKI MURAKAMI



No, no he aprendido japonés, ni creo que jamás lo haga. El título de esta entrada corresponde al nombre de un escritor nipón, de enorme prestigio. Hasta ahora tan sólo había tenido vagas nociones sobre algunas de sus obras, sobre todo de "Crónica del pájaro que da cuerda el mundo" o "Kafka en la orilla", pero nada había leído de este escritor.
Pero resulta que hace unos días leí una entrevista que se le hizo en una revista literaria y quedé fascinado por su forma de entender el mundo y el sentido de la escritura. Además, mantiene que correr y nadar forma parte de su filosofía, hasta el punto que ya con 60 años se atreverá a hacer un triatlón. El deporte de alta exigencia es también su filosofía, como lo es escribir y contar las originales historias que suele contar en sus libros.
Su último libro es "After Dark" y no he dudado en adquirirlo hoy mismo en FNAC de Málaga. Podría haber comenzado por adquirir otros anteriores, entre ellos los arriba citados, que además están editados en bolsillo por la Editorial Tusquet, siempre tan exquisita y tan exigente, pero quería comenzar a leer algo del Murakami reciente.
Uno de los pocos autores japoneses que pasó de ser un escritor de culto a autor de prestigio a nivel mundial, que sostiene con total naturalidad que "corro y nado a diario porque debo estar en forma para hacer frente a tantas cosas poco saludables cuando escribo". ¿Podría ser Haruki Murakami el eslabón perdido entre el correr y la creación literaria, que tanto he buscado? Es posible.

05 diciembre 2008

ALGO NO ES COMO NOS DICEN EN LA CRISIS



Opino que hay algo que no es como nos dicen en lo referente a la crisis económica
. En absoluto negaré que las cosas están adquiriendo un color oscuro y que la hecatombe económica es posible presenciarla ya en los hábitos de consumo (cada día más comercios cierran y cada día nos desayunamos con nuevas quiebras). Nada de eso negaré, al menos, desde la más ramplona visión empírica de la realidad, que no desde la visión conocedora, porque ni tan siquiera los expertos se ponen de acuerdo en lo básico.
Pero dicho esto, vuelvo a insistir que hay algo que no es como nos están contando. Algo que está tapado, opaco aún, como si de un genio encerrado en su lámpara maravillosa se tratara, pugnando por salir e inevitablemente saldrá algún día y no para hacer milagros precisamente.
En pocos meses los medios de comunicación han pasado de abrir con titulares deportivos o políticos a abrir éstos con noticias económicas desastrosas. Y es ahí donde creo que estriba mi incredulidad: en ese machaque diario y sistemático, amenazandonos, asustandonos, a nosotros, sencillos mortales, que sufrimos lo indecible desde el día 20 de cada mes. Se trata de un miedo cuasireligioso, como aquel que proyectaban en el simple, el siervo de la gleba, en el periodo medieval, por parte de sinvergüenzas civiles y religiosos. Ahora que en occidente la religión no asusta, nos asustan con las cifras, cada vez más desastrosas y amenazantes. Y es por eso por lo que decía que hay algo que no me cuadra. Veamos. Si tan mal está la economía, desde hace apenas un año , ¿cómo es posible que dos años atrás todas las vacas fueran gordas? Para responder a esta pregunta se pueden articular dos versiones: 1. Las vacas no estaban tan gordas hace dos o tres años. 2. Las vacas no están tan flacas hoy. Es decir, existiría una verdad a medias o una mentira a medias, que nunca supe si es distinta cosa.
Por eso, desde hace unos días, sospecho que existe todo un mecanismo ideológico, totalmente planeado para prepararnos a afrontar un cambio de ciclo de proporciones bíblicas. Incluso, con timidez se están rescatando algunas teorías marxistas, pero maquilladas por la visión keynesiana de la economía, que son visiones mucho más moderadas y socialdemócratas. Mucho me temo que estemos asistiendo al final de la era capitalista, tal y como la hemos conocido hasta ahora, al fin de un proceso productivo selvático, a un modelo devorador que no nos lleva a ningún sitio, y es posible que se estén articulando nuevas teorías económicas que nos traerán desde disgustos hasta posibles satisfacciones. Si eso no es así, los medios de comunicación no debería entonces delatarse tan descaradamente.

03 diciembre 2008

LOS LARGOS CAMINOS



¿ Qué podría decirse de los largos caminos ?
Camuflados entre las hojas,
sabiendo a hierba,
y a tierra mojada,
en los que el cielo,
y la tierra,
apenas tienen nombre,
porque ese nombre se difumina,
en la línea del horizonte.

¿ Qué podría decirse de los inexplicables caminos ?
¿ Esos que sólo comiezan?
Sabiendo a hierba,
y a tierra mojada.

Caminos sin nombre,
porque el nombre sólo es un suspiro
y no una palabra.

(Granada, 3 de diciembre, tras correr trece kilómetros por una Vega fría y lluviosa)




30 noviembre 2008

NUEVA ENTRADA PROYECTO FLORENS: LA PRIMERA CARRERA DE X.


Bueno amigos, ya tenía ganas de incluir en este nuevo blog una entrada del Proyecto Florens, que como sabéis los más antiguos del lugar es un proyecto a cuatro manos con mi buen amigo Jesús Lens y que compartimos a través de nuestras dos bitácoras.
También los más antiguos del lugar, os acordaréis de X. Aquel tipo que sin nada que ver con el mundo del correr, totalmente alejado de hábito deportivo alguno, aficionado a los bares y nada dado a llevar una vida sana, un buen día, influido por el frutero del barrio, decide correr. Claro, toda esa metamorfosis produce un cambio, además de en él, en su vida, como pudimos comprobar en su X quería correr que publiqué en el fenecido Diario de un Corredor, y que podéis consultar para refrescar la memoria, o sencillamente si jamás llegasteis a leerlo.

Ahora os dejo con esta nueva entrega del Proyecto Florens, que consisten en nuevas peripecias en el arriesgado camino de nuestro X hacia la búsqueda de la idoneidad atlética.


LA PRIMERA CARRERA DE X

(o X tiene un problema)

Cuando llegó a casa tras hacer por primera vez 15 kilómetros de manera ininterrumpida no podía afirmar si estaba pletórico de felicidad o si por el contrario su debilidad le producía alucinaciones. Sin capacidad para resolver esa duda, y por si la solución se hacia esperar, casi instintivamente abrió la nevera y seleccionó la cerveza más fría. Curiosamente la mejor opción al tacto consistió en una sugestiva Voll-Damm, doble malta, su preferida, que se encontraba junto a una estimulante 1925, que comenzaba ya a mostrar síntomas helados a tenor del envolvente vapor frío que suele adherirse a su vidrio verde y envejecido. Tomó un sorbo largo e inmediatamente sintió un sudor frío, acompañado de una ligera sensación de flaqueza en sus piernas. Intentó restar importancia a esos síntomas y se sentó ante el reciente ordenador que había comprado, principalmente para poder conectarse a Internet y visitar páginas relacionadas con el correr y blogs de corredores. Pero se sintió mal nada más sentarse. Conchi, que seguía sin asumir que X se dedicara a perder el tiempo de aquella manera, primero corriendo y posteriormente sentándose ante el ordenador horas y horas, que además había costado una pasta, sufría -según sus propias palabras- directamente todo aquel radical cambio de vida que había experimentado su esposo desde que comenzó a correr, hasta el punto de percibir que se estaba desorientando el aparentemente estable y tácito equilibrio que existía entre ellos antes de iniciar X su nueva vida. Estaba realmente desesperada y se sentía francamente desgraciada por ser víctima de bromas y sarcasmos de familia y amigos. Y todo por aquel incomprensible capricho de su X. No podía evitar pensar que lo había perdido. Para siempre. Mientras pensaba en ello, comprobó cómo pasó su esposo raudo por el pasillo en dirección al cuarto de baño. X, lógicamente, intentó no quejarse de nada que pudiera perturbar aún más las opacas entendederas de su esposa que, curiosamente, apenas se enfadaba cuando llegaba a casa pedo perdido, a altas horas, del bar de Camilo, en compañía de sus amigotes, es más, aquellas situaciones le hacían una gracia infinita y lo comentaba con sorna, asomándole cierto orgullo de satisfacción cuando se lo contaba a sus amigas a la mañana siguiente mientras tomaban café y fumaban un cigarro. Añoraba aquella época, cuando X aún era normal. Sin embargo, desde que corría le arrebataba siempre un monumental enfado. Hábito incomprensible de todo punto ya que su esposo además había dejado 10 kilos y todo el mundo –incluida su madre, mujer de amplias proporciones- sostenía que parecía mucho más joven, y eso no podía significar otra cosa que un asunto de faldas. Mientras, X sabía que su mujer se había convertido en su mayor enemiga. Mucho más que Luís, su mejor amigo, que reticente como un burro, probablemente pudiendo más la gratitud y la amistad, había llegado a admitir que X le acompañara al bar de Camilo, aunque no probara ni un solo combinado, y se conformara tan sólo con aquélla cerveza de cristal verde, que casi costaba como el cubata. Sólo cerveza. Luís, salía como siempre pedo perdido, aferrado a sus cuitas, aullando sus frustraciones, apoyándose en el ya delgado hombro de X, y todo el mundo tan contento. Lo de siempre. Es lo que siempre habían hecho, si bien en el pasado el apoyo tenía que ser mutuo para que se compensara la pérdida de la verticalidad de ambos. Esa había sido su adolescencia en el pueblo y de esos materiales se había configurado la amistad entre ambos, una amistad sincera, pensaba X, pero que ahora se ponía a prueba, de manera definitiva.

X intuía que su existencia le cambiaría enormemente cuando se dedicara a correr de manera regular. Sabía que sus hábitos de toda la vida eran totalmente incompatibles con su nueva actividad. Que su entorno familiar, sus amistades, se resentirían de manera extraordinaria y que en ese camino arduo y espinoso, muchas de las cuestiones que se habían convertido en sólidas murallas de convicción, se derrumbarían como naipes en cuanto se calzara las zapas. Intentaría hasta que fuera posible simultanear algunos de los hábitos antiguos, pero pronto descubriría que serían muy pocos los compatibles. Tarde o temprano habría que asumirlo. Pero era esa su decisión. Probablemente la primera que por sí mismo había tomado en su vida.

De hecho, su primera carrera, sería el siguiente domingo. Una carrera de 13 kilómetros, ante la que se mantenía nervioso e ilusionado como un chiquillo. Una carrera que le había anunciado su mentor en materia atlética, su amigo el frutero, aquel tipo saludable y enjuto que le servía la fruta y siempre mantenía una sonrisa en su rostro. Pero X sabía que aquella carrera sería decisiva en muchos aspectos. Podía ser el comienzo de una nueva vida, al tiempo que, probablemente, el final de otra. Resulta que el día anterior, sábado, se celebraba la boda de Dieguito, el sobrino adorado de su mujer.

Desde hacía varias semanas toda la familia y los amigos, estaban calentando el ambiente: la cena que se iban a dar, las copas que se iban a tomar. Pero, claro, no había que culparles: es lo que habían hecho juntos toda la vida, con él a la cabeza. En todo caso, el culpable único era X. Él era el que realmente había elegido un camino distinto. Los demás, dentro de su error, eran totalmente coherentes con su vida, con su pasado, con su presente y con su futuro. Nada había que objetar en su comportamiento. En todo caso el que había cambiado la trayectoria no era otro que X. Él era el intruso.

Había logrado escabullirse de la grandilocuente despedida de soltero la semana anterior, excusando su asistencia por un fingido catarro, excusa que pudo arruinar amistad y familia, toda vez que cuando salía a entrenar el domingo a las 8 de la mañana, casi se cruza con los invitados de la despedida, que venían canturreando soeces coplillas incomprensibles. Pero aquella boda podía ser para X todo un drama, y lo que es peor: no sabía como evitarlo. Llegado el ágape, intentó guardar las formas, buscando la manera de irse justificadamente a la cama a una hora prudencial, que coincidía plenamente con la hora en la que los amigotes y la familia comenzaban a descorchar champán como aperitivo previo a las copas en la barra de la discoteca al aire libre del restaurante.

Conchi estuvo durante todo el tiempo escoltando literalmente a X, advirtiéndole mientras le pellizcaba en la cintura que no se le ocurriera irse, que era la boda de su sobrino predilecto, no vayas a lucirte como vienes haciendo últimamente.

X miró a su alrededor y no atisbó al frutero, muy amigo de la familia. Aquel individuo había sido, en opinión de Conchi, el que había creado todo el conflicto, una especie de alcahuete que había logrado que el correr sedujera a su X. Y para colmo su amigo frutero había tenido toda la sangre fría necesaria para no acudir a la boda, excusando cualquier cosa. Sabía que a estas horas ya se encontraba durmiendo, descansando para intentar mañana en la carrera de 13 kilómetros correr por debajo de los 4 minutos y 10 segundos el mil. Qué envidia. Tan evidente era la imagen de sus pensamientos en su rostro que Conchi soltó un fuerte suspiro y se levantó enfadada de la mesa, justo en el momento en el que Luís lo arrastraba literalmente a la barra, mientras comenzaba a tronar una abominable pachanga de canciones populares. La suerte ya estaba echada. Ahora ya daría igual que se quedara o que optara por marcharse. Así que, decididamente se marchó asumiendo todas las consecuencias. ¿Tan fuerte era su determinación?

28 noviembre 2008

LA LUNA EN EL DINTEL DE LA CUEVA


Tuve ocasión ayer de conversar con un antiguo profesor de Derecho, especializado en cuestiones de Prevención de Riesgos Laborales. Es un asunto que me lleva interesando desde hace tiempo, principalmente en su faceta psicosocial, que es la especialidad que hice y sobre lo que escribí y conferencié, todo ello asociado al mundo jurídico. De esos menesteres también conozco a este profesor, hombre, nada displicente, inteligente, atento e inquieto. Curiosamente es ahora profesor de Mati en la Facultad de Ciencias del Trabajo.
Se acababan de entregar unos premios relacionados con la prevención y halábamos él, Mati y yo sobre la violencia que impera, no sólo en los centros de trabajo, sino también en muchos sectores de la sociedad. No se trataba de una conversación al uso, políticamente correcta, intentando impresionarnos sobre datos relacionados con violencia de género, acoso moral en el trabajo y otras perlas, sino que intentábamos abordar una verdadera realidad. Así que recordé un artículo relacionado con esto que publiqué en Ideal hace un par de años, si no recuerdo mal. El artículo se denominó "La Luna en el dintel de la cueva" y, está mal que yo lo diga, pero refleja una realidad que está ahí pero que no es fácil verla. Me gustaría que le echarais un vistazo y escribáis vuestra opinión sobre un asunto que está más candente que nunca.


LA LUNA EN EL DINTEL DE LA CUEVA

La violencia ha existido siempre pero no siempre ha existido la denuncia. En nuestros días la tendencia es pensar que existe más violencia que antes y se afirma que hay mayor maltrato de género, más violaciones, mayor acoso moral, psicológico o sexual en el trabajo, etc. Sin embargo, para quien suscribe, las formas, la cantidad y la calidad de la violencia siempre han tenido un protagonismo muy parecido a lo largo de la historia, aunque también en este campo las cosas se han sofisticado, y aunque el móvil violento siempre es el mismo, los efectos se incrementan en virtud de esa sofisticación. Es decir, siempre ha existido demasiada violencia. Ahora, insisto, existe una mayor cultura denunciante y al denunciar sale más a la superficie lo que antes, por desconocimiento, falta de apoyo mediático y gubernamental, entre otras cosas, se silenciaba. Es duro pensar que hasta no hace mucho – y aún hoy- la abnegada ama de casa llegaba casi a contemporizar con su esposo cuando éste la maltrataba, en muchos casos, como costumbre cotidiana. Sin embargo, apenas existía denuncia, ni social ni individual. No obstante, a pesar de lo logrado hasta ahora, aún existen situaciones carentes de denuncia debido al miedo, dependencia económica y otros elementos de vasta complejidad.

En el siglo que recién estrenamos va tomando cuerpo otro tipo de violencia que siempre ha estado ahí pero que nunca se ha diagnosticado ni estudiado como hasta ahora. Me refiero al acoso moral y psicológico en el trabajo, plaga moderna –moderna es la denuncia, ya digo- que ya está acaparando interés de muchas partes inmersas en el conflicto laboral.

Como casi siempre, el problema se detecta tarde y en función del número de bajas y cobayas humanas con las que se experimenta. Se observan trastornos psicológicos, tendencias suicidas -e incluso suicidios reales-, cambios de hábitos alimenticios, depresiones, tristeza, violencia en el hogar, etc., y detrás de todo ello se detecta una situación de conflicto laboral. Pero no es un episodio laboral común y típico de cualquier organización, sino que éste adquiere unos tintes éticos y morales. Atentan contra la persona como ser humano, alejándose de su dimensión profesional.

Fue el profesor de la Universidad de Estocolmo, Heinz Leymann, quien convulsionó los cimientos de las organizaciones laborales del mundo occidental al estudiar este fenómeno, al que el mundo anglosajón denomina mobbing o bossing dependiendo de si los acosadores morales son los propios compañeros o el superior jerárquico. De hecho, el término mobbing deriva del campo semántico mob, la palabra inglesa utilizada para referirse a una turba o muchedumbre de personas, así como asediar, mientras que bossing deriva de boss, es decir, jefe. Ambos términos ya nos dan una idea muy gráfica de lo que se quiere denunciar.

Esta forma de violencia existe en todos los ámbitos laborales, pero está muy arraigada en la administración pública, lugar en el que al acceder por oposición pública no es posible despedir o expulsar (aunque también en la administración pública existe mucha precariedad laboral, como en cualquier empresa privada). No obstante, el acoso moral no es patrimonio exclusivo de este ámbito laboral. De hecho, el sector privado está repleto de violencia laboral, aunque es más desconocido por el miedo al despido que existe. De ahí que se utilicen todo tipo de tropelías barriobajeras para que la víctima decida irse por su propia cuenta. En opinión de los expertos, el acosador suele ser una persona envidiosa y limitada, y es cierto que detrás de todo este tipo de acoso existe una solapada incapacidad del superior jerárquico, o bien compañero, hacia el acosado. Se envidia su capacidad, e incluso que piense o lea. Además, suele el agresor incapaz y envidioso ver de muy mal grado que algún subordinado (normalmente la relación es jefe-subordinado) desarrolle otras actividades en su tiempo libre o triunfe y sea brillante en otras disciplinas que él sabe que jamás podrá alcanzar. En pocas palabras: no admite que un subordinado no lo sea siempre.

En la naturaleza animal, el prestigioso etólogo Conrad Lorenz describía como, a la llegada de una gallina nueva o más fuerte al gallinero, las débiles se unían para destruirla. Toda esa conspiración por crear el vacío hasta hacer transparente a la víctima, que no es elegida al azar, está causando cuantiosas bajas laborales que hasta ahora se denominan “por depresión”, en la mayoría de los casos, y está provocando un importante gasto social, cuando a lo mejor el enfermo no es otro que el acosador.

De hecho, cada día son más los profesionales a los que les preocupa el tema e intentan buscar soluciones en el ámbito de la salud laboral, algo a lo que están contribuyendo los sindicatos de trabajadores de manera decisiva. Incluso, son ya bastantes los expertos en organizaciones, sicólogos, y juristas que intentan buscar claves de solución y así se lo están transmitiendo a las autoridades. En esa línea ya existen propuestas de ley en las Cortes Generales y Parlamentos autonómicos para que se ataje legalmente el problema, algo que ya está regulado en países como Suecia, Francia y Bélgica. Incluso la Comisión europea ha prometido la elaboración de un libro blanco de estandarización legal para los países miembros.

Por tanto hay que estar al acecho, ya que es en el ámbito laboral donde se puede dar la mayor gama de perversidades del hombre hacia el hombre (el hombre lobo para el hombre, asentó Hobbes), sencillamente por su espacio temporal de convivencia forzada, encuentro y desencuentro personal, interés económico e incluso sexual, pero también es cierto que podría ser idílicamente el lugar adecuado de comprensión y buena convivencia, pero eso sería quizá hablar de un mundo distinto. Mientras tanto, es la dignidad la que, en momentos extremos, nunca debe ser arrebatada y nada mejor que una figura retórica para defender este argumento, citada por el profesor José M. Prieto. Se trata de la frase que exclamó el anacoreta cuando comprobó que el bandolero le había robado, en su cueva, un mendrugo de pan y una manta raída, sus únicas posesiones:

“Dejada por el ladrón,

La luna,

En el dintel de la cueva”.

26 noviembre 2008

CITA CON BAUDALAIRE


Reconozco que esta iniciativa poética de cada miércoles me está viniendo de perlas para acudir a poesía que hacía tiempo no leía. Así que os aseguro que seguiréis siendo "torturados" los miércoles, de manera que para que la tortura sea lo más benigna posible, alteraré algún poema propio, tirando de disco duro (por cierto, bonito título para un poemario virtual) con la recuperación de algún poema de autores que me dijeron mucho en su momento y, lógicamente, me siguen diciendo.
Hoy plasmaré un poema de Charles Baudalaire, un poeta francés maldito del siglo XIX -que haría las delicias, si lo leyeran, de seguidores más radicales del black metal, y que tuvo una efímera vida, como buen poeta maldito-. De su obra más conocida "Las flores del mal", extraigo el siguiente poema:

LA FUENTE DE SANGRE

A veces me parece que mi sangre, a raudales,
Se escapa con los rítmicos sollozos de una fuente.
La oigo muy bien correr con su lento murmullo,
Pero en vano me palpo para encontrar la herida.

De la ciudad a través, como por un cercado
Se extiende, convirtiendo el empedrado en islas,
Aplacando la sed de toda criatura
Y tiñendo de rojo a la Naturaleza.

Yo he podido a menudo a vinos traicioneros
Que al terror que me aferra adormezcan; el vino
Vuelve el mirar más claro y más fino el oído.

En el amor, un sueño sin conciencia he buscado;
Mas para mí el amor es un hecho punzante
Hecho para que abreven esas putas crueles.

MANUAL PARA VIAJEROS POR ESPAÑA Y LECTORES EN CASA




He leído en una revista literaria un artículo de esta colección de libros, Manual para viajeros por España y lectores en casa escritos por el escritor y viajero británico, Richard Ford, que en 1830 llegó a Sevilla y fijó su residencia en la ciudad del Guadalquivir para viajar por España a caballo a lo largo de tres años. El resultado fue esta magna obra de siete volúmenes, que ahora edita Turner.
Me ha fascinado -como me fascina la literatura de viajes o el recuerdo del pasado visto desde el presente- descubrir la existencia de esta obra, que comienza a reeditarse, tras su primera edición en 1845.
Dotado de una prosa exquisita este viajero y escritor inglés nos ofrece perlas increíbles como ésta: "El rudo agricultor gallego, el industrioso artesano fabril de Barcelona y el alegre y voluptuoso andaluz son tan esencialmente diferentes entre sí como los diversos tipos de una misma fiesta de disfraces". Y tras leer este texto, uno llega a la conclusión de que no hemos cambiado mucho. O esta otra perla: " En España se consiguen la mayor parte de las cosas por medio del buen humor, una sonrisa, una broma, un refrán, un puro o un soborno, el cual, aunque último recurso, no es nunca, ni mucho menos, el menor de estos, y en seguida se podrá comprobar que ablanda el corazón más duro y suaviza las dificultades, después de que los más cívicos discursos hayan sido usados en vano, porque más ablanda dinero que palabra de caballero". Impresionante.
Leer nuestra propia historia desde el prisma de un culto escritor inglés dotado de esa magnifica prosa ha sido una de las satisfacciones del día. Y es que todo está en los libros.







Y continuando hablando de libros, ha caído en mis manos la novela histórica, reciente ganadora del VII premio de novela "Ciudad de Torrevieja", un certamen que presume por ser uno de los más prestigiosos en cuanto a este tipo de literatura, además de ser uno de los mejores dotados. Su autor, Juan Gómez-Jurado, es un joven escritor madrileño, del que conocía sus dos primeras novelas: Espía de Dios y Contrato con Dios. Una novela que promete y que espero hincarle el diente en cuanto organice mejor la conciliación de mi tiempo con una más incisiva lectura. Por lo pronto, duerme en los anaqueles, junto a otras pendientes de abrir.

23 noviembre 2008

FUNNY GAMES (JUEGOS DIVERTIDOS), de Michael Haneke


El pasado viernes tuvimos ocasión de ver en casa una película, producida en 1997, que nos dejó perplejos. Ocurre mucho con la magnífica colección con que nos está obsequiando el diario Público, pero en esta ocasión a esa perplejidad habría que sumarle algunos calificativos más. De hecho, el gran Carlos Boyero dijo de ella que "me desasosiega, me da miedo y me repugna...", pero no porque esté la película exenta de calidad, que el mismo crítico y cinéfilo valoraba como talentosa.
Es una película que juega en todo momento con el espectador. Pero no al estilo de "El golpe" o "The Game", En estas dos que cito existe un permanente juego de acertijos, en muchos momentos cruzados, toda una exposición de imaginación constante que siempre engaña al que está al otro lado de la pantalla. Pero acaba la película y queda un agradable buen sabor de boca, una sonrisa cómplice de satisfacción al comprobar que el guión ha superado nuestra inventiva en todo momento. Sin embargo en Funny Games no ocurre eso. En ningún momento el guión ni las escenas tratan de argumentar un juego sano y jocoso, no, el juego es altamente perverso y no apto para almas sensibles o huidizas. Tal y como expresa también Boyero, Haneke tiene un especial talento, pero entregado al morbo que ofrecen las situaciones límites, esas que no habría que insinuar, ni tan siquiera traspasar. Ni en película, quizá.
Cuando acabamos de ver la película no nos quedó muy claro si la decisión de haberla visto fue acertada. Valoramos en todo momento la buena hechura de la misma, la credibilidad tan a flor de piel que asustaba más que el guión en sí, y las interpretaciones, pero nos quedó una duda patente, permanente, sobre si estos asuntos podrían estar en la realidad o no. Y, claro, eso nos lleno de inquietud y de un recuerdo lacerante.
¿ Aconsejo verla ? No lo tengo claro. Si la idea es verla para contemplar un cine distinto, -austriaco en este caso, con un remake norteamericano en 2007-, vale; ahora bien, si verla podría suponer engendrar ese recuerdo lacerante, hacerlo sería cuestión del criterio personal de cada uno.

20 noviembre 2008

UN ENTRENAMIENTO DE ALTURA


¿ A quién no le apetecería correr por este entorno? En el centro con patio circular, a modo de gran claustro, el Palacio de Carlos V.

Permitidme que escriba hoy sobre correr. Porque estoy en un momento dulce. Porque he recobrado ilusión, que algo había perdido, y de ahí el "parón" en la última carrera. Y permitidme que hable de la nueva dinámica del entrenamiento de los miércoles , junto a Mario.
Resulta que la semana pasada Mario y yo hablamos de salir tarde a correr, a esos de
las ocho - las 20 horas-. Una hora que es la única que puede ajustar él para correr por motivos laborales y que a mí no me viene nada mal algún día a la semana, ya que de esa manera no hay que estar vomitando ese día el almuerzo, procurando salir a correr antes de que caiga el manto negro. En cambio el jueves o el viernes, habitualmente, intento adaptar la comida al correr; prefiero comer poco e irme a correr a las cinco de la tarde, antes que atiborrarme de comer y no poder hacer la digestión y, de esa manera, no tener más remedio que salir de noche a trotar por la ciudad, algo que como ya he dicho en bastantes ocasiones no me place. Pero el miércoles es distinto. Porque vas acompañado y porque el recorrido es mágico, perfecto.
El miércoles pasad
o quedamos Mario y yo en la Autopista que conduce a Málaga, junto al barrio de La Chana y, al parecer, la idea era rodear este amplio barrio en el que vivo, algo que él ya había hecho en alguna ocasión. Pero llegué al lugar de encuentro y sin cirugía solté a mi paisano (es de Pinos Puente como yo): Vámonos a la Alhambra. No lo refutó ni un segundo y salimos en dirección a la Avenida de la Constitución, que con su recién estrenado bulevar central ofrece unas condiciones magníficas a los corredores, y cruzamos desbocados las amplias rotondas, aprovechando los segundos que no son invadidas por los coches, a esa hora de la tarde, y pasamos raudos entre los viandantes. Continuamos por Gran Vía, que dada su nueva configuración, con aceras anchas, también ofrece ventajas al corredor, y al final de esta arteria central de Granada, pensando yo que subiríamos por Plaza Nueva hasta la Cuesta Gomérez y de ahí hasta la Alhambra, soltó Mario también sin cirugía: vamos a subir por el Barranco del Abogado, y claro, quien conozca Granada y esa zona sabrá que no es igual subir por la famosa Cuesta Gomérez que subir por el Barranco del Abogado, ya que la subida al monumento a través de ese barrio altísimo de Granada es tremenda, pero la belleza es tan extasiante que se te olvida casi que estás subiendo. Pero las piernas, sin memoria - o con mucha - no olvidan.



Las subidas al Barranco del Abogao se las trae




La bajada por la Cuesta de Gomérez es muy agradable a esas horas


Trás acabar de cruzar el Barrio del Realejo, por la Calle Molinos, comenzamos a subir por la Antequeruela y no contentos, cuando el Hotel Alhambra Palace ya casi lo tocamos, doblamos a la derecha, y trás unos pocos metros más suaves, la subida se empina en la misma proporción que la ciudad va penetrando por los ojos y los sentidos. Finalmente las ascensión culmina en otra ascensión, que es la última parte de la carretera que conocemos como "nuevo acceso a la Alhambra". Y Mario sigue proponiendo subir ante mi mutismo, no sé si por asentimiento o por inanición. Así que seguimos subiendo, rodeando el cementerio al comienzo de la subida al Llano de La Perdiz. A esas alturas y a esas horas el lugar está oscuro y casi desierto, a excepción del trajín que provoca siempre la presencia de dolientes en la puerta del cementerio. Pero quiero destacar el frío. Y quiero destacar el lugar. Y quiero mezclar y que procuréis mezclar en vuestra imaginación ese frío y esa quietud; y la soledad del lugar y el bello misterio que supone ir acercándose a una Alhambra otoñal y misteriosa como nunca, pisando hojas caídas. Porque a la vuelta del cementerio, penetramos en la en monumento nazarí, candidato a maravilla del mundo, a través de la llamada Cuesta de Carruajes, otra cuesta pequeña pero dura en la que Mario aprieta, y entramos en la hermosa plazoleta jalonada por una impresionante mole, dotada de un volumen portentoso: el Palacio de Carlos V, rodeado éste de edificios de arquitectura árabe, que conjugan a la perfección el pasado de Granada, esa forzada fusión entre el mundo árabe y el mundo cristiano. Entramos por un arco árabe y en vistas de que la puerta de salida ya estaba cerrada, dimos la vuelta y bajamos -ahora sí- por la Cuesta de Gomérez, en dirección de nuevo a Gran Vía y Avenida de la Constitución.
Disfrutamos mucho de ese recorrido, acabado a las 21 hora y 20 minutos, pero sufrimos, principalmente porque el ritmo fue alto, tal vez demasiado alto para el propósito de un entrenamiento de más de 16 kilómetros, con importantes subidas.
Pero ayer, nuestro segundo miércoles nazarí, suavizamos algo la marcha y yo decidí ir cómodamente embutido en malla larga y sudadera técnica más gruesa: quería disfrutar del recorrido, del correr y que el frío no me negara esas sensaciones. Y vaya si disfrutamos del recorrido y del correr. En mi opinión, mucho más que el miércoles anterior, porque nos pareció lógico bajar algo el ritmo (que siempre estuvo por debajo de cinco minutos el mil, no obstante) y saborear en todo momento toda esa belleza que va penetrando por los sentidos, al tiempo de gozar de la posibilidad que nos dan nuestras piernas y nuestro corazón: el privilegio de penetrar en el siempre misterioso bosque de la Alhambra a esas horas tan avanzadas de la tarde-noche.
Confío que el miércoles siempre sea alhambrero y confío que el grupo se pueda incrementar paulatinamente, porque nadie debería perderse estas sesiones mágicas, que también se convierte en mañaneras para otros miembros del grupo.

19 noviembre 2008

UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO ANTE TANTA ESTULTICIA...



Esa frase del título de esta entrada, es la que se me ocurrió al cuando recibí el SMS de Jesús Lens, pidiéndome que resumiera en una frase los miércoles poéticos del que participamos varios blogs.

Porque la poesía ha de reivindicar ese papel de cordura, frescura, profundidad y calidad ante tanta futilidad, rapidez, frivolidad y estulticia. Porque la poesía tiene que cumplir un papel esencial en la existencia de la persona, y porque es necesario volver a ella, siempre.
De ahí el acierto de mi inquieto Álter de dedicar un precioso reportaje en Ideal a la relación entre los blogs, como instrumento virtual de comunicación y expresión, y las letras, cuya lectura no deberías perderos, tanto en el medio escrito como en el virtual.
Porque hoy es miércoles y hablamos de poesía.
La semana pasada rescaté unos versos de una colección que denominé "La urgencia de los perros", y hoy tiraré de disco duro y rescataré otros versos. Lo prometido es deuda:


Comprendí que la tarde es ilusa.

Y eso me despistó igualmente.

De hecho, todo lo vi bajo sospechoso silencio,

Y como en aquél anuncio, todo se paralizó.

Vi un perro,

No un perro bello,

Ni grande,

Ni fuerte.

Un perro.

Y no sé, es como si algo volará y no volviera,

Como una sensación traslúcida,

Cómo una piel transparente

O una mente abierta,

Sin cabeza.

No sé: algo parecido a la poesia.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...